83
31
Segundo descanso Dada la resistencia del demonio en el cuerpo de Aisha Cupina, decidí tomarme un descanso para rezar intensamente.
San Francisco de Asís insistió a lo largo de su vida que la verdadera alegría está en la paciencia y en la paz frente a todo lo malo que nos rodea .
No supe en qué momento había amanecido bajo aquella tormenta y lluvia torrencial, porque no importaba más hora del día que la noche cerrada y su madrugada más oscura para proseguir el Ritual de exorcismo mayor.
Cuando salí de la habitación, con enorme alegría, la poseída todavía estaba retorciéndose sobre la cama.
Estuve ojeando el teléfono móvil. Había varias llamadas perdidas. Normalmente, tenía por costumbre devolver las llamadas. Pero estando en pleno ritual, no podía distraerme con asuntos que no serían tan urgentes como la recuperación de Aisha.
Decidí no ponerme en contacto con la diócesis. Un hecho que en sí mismo ya informaba del exitoso ritmo continuo del ritual litúrgico. De todas formas, tenía toda la confianza del Ilustrísimo y Reverendísimo Señor don Vicent Varela para desempeñar mi trabajo.
En definitiva: todo mi tiempo sería para exorcizar a Aisha.
No tenía tiempo para notificar a nadie.
Y tampoco quería ninguna intromisión, por parte del hospital, una vez superadas las cuarenta y ocho horas. Situación que, por otra parte, no se produciría. Los exorcismos límites tenían una resolución espiritual firme en apenas diez o doce horas. ¡Acuérdate del saco de patatas que te ha preparado doña Clara!, me recordé de manera inconsciente. Era muy difícil substraerse de la cotidianeidad del Santuario. Y, sinceramente, mientras el demonio era una mera distorsión, la patata siempre recibiría su reconocimiento en lo mundano, lo sacro y lo divino. Las cosas buenas eran dignas de mención.
Después de ir al servicio y orinar, me dirigí hasta uno de los dispensadores de agua que había junto a los ascensores. Bebí un par de vasos de agua. Aquello sació mi sed y confirmó mi ayuno.
Hasta que no anocheciera, no volvería a la habitación para seguir exorcizando a Aisha. Y a falta de ventanas en el pasillo, que me permitieran controlar la claridad del día, programé la alarma del teléfono móvil.
Encontré un pequeño recodo, silencioso y frío, al final del pasillo.
Amad a vuestros enemigos y rezad por quienes os persiguen (Mt 5,44).
Me arrodillé y comencé a rezar…
Oh Dios, eres mi Senda interior (i). Te hablo, te susurro, te suplico la Vida. ¡Oh Señor Jesucristo, qué tu Eternidad se cobije en mi regazo! Ante ti, yo que soy un cuerpo insuficiente, me alimento con tus horas de Silencio. ¡En tu nombre, entrego mi vida a los demás! ¡Qué tu Senda me ausente en tu Gloria! Infinito y vertical, hacia tu Reino Celestial.
Te respiro hasta vivir. Y en tu Senda, muy despacio y meditando, soy tu Fuente Esperanza.
Positivo, soy y estoy en ti feliz. ¡Vivo por tu Gloria! Estoy contigo en las cumbres nevadas más altas. Soy el aire que permites que respire. Soy y estoy tan adentro de ti, que me elevo con tu Gloria. Estoy enraizado en tu nombre, Dios todopoderoso. Alabado y bendito seas in perpetuum . Medito en ti, (a)dentro de ti, cerca de ti, lejos de ti, siempre en ti. ¡Oh Dios, soy en sí tuyo! Libre en ti, feliz en ti y único en ti. Paz Profunda en ti, y en ti: Sosiego y Harmonía. Antes, ahora, después y entonces, en ti: Tú. Vuelvo a ti, habiendo estado siempre… en Ti.