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Estuvo muy debilitada por el maltrato sistemático de sus captores. Totalmente desmoralizada. No se planteó huir, porque la huída hubiese sido hacia ninguna parte…
Recordé aquella vieja historia de una Europa bonita… de una joven muy bella que recogía flores con sus amigas en un prado próximo a la costa… Hacía ya tres mil doscientos años que ocurrió aquel suceso tan brutal y salvaje. La hermosura de Europa provocó un deseo irrefrenable en el déspota y pendenciero Zeus, quien se transformó en un toro blanco, cuyo atractivo encandiló a Europa. El desenlace fue dramático y terrorífico.
Cuando el toro blanco consiguió que la ingenua y dulce joven se subiera a su lomo, se adentró velozmente en las aguas del mar. Aquel maldito toro blanco raptó a Europa por mero capricho, y una vez que llegaron a tierra firme en Creta, Zeus volvió a transformarse, pero aquella vez su infamia se encarnó en un águila voraz. Así, Zeus aprovechó sus garras y su pico para desgarrar y martirizar a su víctima. Zeus violó salvajemente a Europa bonita, gritándole y amenazándole para que no se escapara. Aquella era la auténtica naturaleza de Zeus, un ser perverso y mal llamado héroe, quien destruyó la libertad de Europa. Mientras tanto, al otro lado del mar, los hermanos de Europa no sabían que había ocurrido realmente. Europa, al igual que Aisha, sucumbió a la ferocidad y los golpes de Zeus. Y el resto de aquella historia mitológica fue cantado día tras día en Grecia…
- Ya hemos llegado, padre-dijo el taxista.
Entre los goterones de la ventanilla y la lluvia que envolvía el vehículo, y con muchísima imaginación, me hice a la idea de que había llegado al hospital. Pero, en realidad, no se veía absolutamente nada de la fachada del edificio.