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En aquel instante miraban el firmamento del mar.
- La mayor parte del cuerpo humano es agua -le susurró Marta en el oído.
Soltaron unas risas. Se abrazaron todavía más fuerte, encubriendo lo que estaba a punto de solidificarse. Esperaron que la pasión desbordada volviera a su cauce.
Eran muy discretos, pero no evitaron besarse apasionadamente durante un largo rato.
Tras los besos, Marta reclinó la cabeza en el hombro de Miguel. Cerraron los ojos, disfrutando de un momento tan íntimo, en silencio, abrazados, recibiendo el calor mutuo.
Agotaron los últimos minutos antes de dirigirse a la T1 del Aeropuerto de Barcelona.
Me inquietó aquel discurso narrativo entre Marta y Miguel. Repusieron el telefilme porque la audiencia y la cadena de televisión lo consideraron oportuno, luego existía un discurso desfavorable en torno a las relaciones de pareja. Un discurso zafio y simple.
Caricaturesco. Muy poco productivo. Estuvieron retransmitiendo un culebrón en forma de telefilme. Y yo me lo tragué casi de principio a fin, porque no hubo rastro del documental.
Marta y Miguel seguían abrazados bajo un bello cielo azul de media tarde. Y la levedad del mar Mediterráneo como telón de fondo. La orilla en calma, sin oleaje. El tiempo se había detenido en aquel preciso instante…
Hubo un cambio de ubicación de las escenas. El impacto visual, fundiendo la imagen del mar Mediterráneo sobre la Terminal 1 del Aeropuerto de Barcelona, fue concluyente. Eran unos fotogramas muy acertados y poéticos. Aquel diseño espectacular de Ricardo Bofill se prestaba a ello.
En la misma zona de embarque del aeropuerto, Marta adoptó una postura coqueta y sugerente. Era su manera de despedirse. Y la respuesta de Miguel no se hizo esperar.
Deseaban inundarse de besos.
El vuelo con destino a Miami tiene su salida prevista a las 18:45, anunciaron por megafonía.
Él aproximó una de sus manos al rostro suave y delicado de Marta. El contacto con su piel le transmitió todo aquello que precedía a los besos. Él observó sus labios, sin carmín, con una tonalidad natural que parecía provocarle el deseo de besarlos a placer. Así lo había demostrado en todas las escenas del telefilme.
- Te amo -le dijo él. Dicho por la persona que Marta amaba, era como un tratado de amor incondicional.
Ella fue más consciente que nunca del tono varonil de su voz, de su mirada alegre, del lenguaje de su cuerpo, de sus gestos firmes y seguros.
Se aproximaron tanto que debieron de respirar el uno del otro. Cerraron los ojos.
Ella perfiló con su lengua las comisuras de los labios de Miguel… Comenzaron a besarse de una forma lenta, prolongada y sensual, concentrados en el contacto inicial.
Empezaron rozándose los labios, pero luego Marta tomó la iniciativa. Deslizó su lengua dentro de la boca de Miguel, metiéndosela bien honda. Ella profundizó en su boca, mientras acariciaba con los dedos su sombra de barba que tanto le excitaba.
Una confesión franciscana me advertía: En algunas cosas he caído por mi grave culpa, porque no guardé la regla que prometí al Señor .
Marta y Miguel saborearon las cálidas y húmedas pieles de sus bocas, deseando que aquellos besos no acabasen nunca.
Los pasajeros del vuelo de Iberia 6123 con destino a Miami deben dirigirse a la puerta de embarque…, sonó como ultimátum.
Se despidieron con una ráfaga de besos.
No pronunciaron ni una sola palabra. Con ojos acuosos se abrazaron. Sus separaciones empezaban a ser agobiantes. Era una cuestión de poco tiempo el hecho de que reconsiderasen sus idas y venidas alrededor del mundo.