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Miguel está a punto de regresar, y quiero ayudarle a preparar el desayuno, dijo la voz en off de Marta.
Estaba pegado a la pantalla del televisor. Aquella mujer, mostraba su desnudez en el telefilme con total despreocupación. Sin interferir en mi voto de castidad, fui consciente de que jamás había visto nada igual en la televisión. Era una imagen muy potente. La perfección natural de su cuerpo, en aquella escena frente a los ventanales, me recordó más de un óleo sobre tela como Una ciudad por la mañana de Edward Hopper o Desnudo contra la luz de Pierre Bonnard. La intención artística del cuerpo de Marta era evidente, al menos para mis ojos. Su perfección divina, finalmente, se compartía con el espectador como El nacimiento de Venus de William Bouguereau.
Al instante dije en voz alta unas palabras de san Francisco de Asís:
- Podía comer de todo árbol del paraíso, porque no cometió pecado mientras no contravino la obediencia .
Observé el cuerpo desnudo de Marta con absoluta honestidad. Pero sus movimientos pintaron en mi mente el óleo Lilith de John Collier. Aquello me provocó un sano estupor.
Estemos todos muy alerta y mantengamos puros todos nuestros miembros , concluyó hacía siglos el santo que estaba hermanado conmigo en cuerpo y alma.