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La psiquiatra pasó por alto los pormenores más escabrosos de las violaciones que sufrió y presenció Aisha durante su cautiverio.
Entre la documentación que me remitió Su Ilustrísimo y Reverendísimo Señor don Vicent Varela, firmada por la directora de la Unidad de Psiquiatría Avanzada, había un informe forense de la UNPROFOR con treinta y dos folios que detallaba el estado físico y psicológico en que se encontraba Aisha el día que la liberaron y hospitalizaron.
El número de serie del informe, 472/1994/UN/318/SP, protegía la identidad de Aisha Cupina.
A pesar del lenguaje técnico del informe, con una compleja terminología médica, uno podía concluir que Aisha sufrió de un modo terrorífico.
Sin dejar de escuchar al testimonio de Aisha, ojeé aquel informe. Tenía subrayado con un rotulador rosa ciertos detalles: Trastorno por estrés postraumático. Insomnio.
Ansiedad. Lesiones en la zona genital. Incontinencia fecal. Dificultades para sentarse y andar.
Aisha se recuperó poco a poco de los daños físicos y psicológicos que le habían provocado las violaciones sistemáticas. Afortunadamente no perdió su capacidad reproductiva. Sin embargo, miles de mujeres musulmanas apresadas en aquellos moteles y campos de violación quedaron estériles. Sus cuerpos no soportaron ciertas salvajadas sexuales.
Seguí con la vista puesta en las frases subrayadas:
Desgarro vaginal; perforación de los fondos de los sacos vaginales; restos de semen alojados en la vagina de la víctima; la víctima ha sido penetrada, al menos, por cinco individuos diferentes en las últimas veinticuatro horas, según los análisis del ADN.
Presencia de semen en la ropa y en la piel. Desgarros vaginales producidos por maniobras masturbatorias del agresor o los agresores, por introducción de cuerpos extraños como barras o porras metálicas. Signos de haberse producido un sangrado abundante, que los análisis de sangre confirman. Signos de haber sufrido varias hemorragias genitales y rectales. Fractura del tabique recto-vaginal. Desgarros en la región anal; perforación anal con infección.
Suspiré y tragué saliva.
Sentí una pena profunda por Aisha. Aquello desmoronaba el ánimo de cualquier persona en su sano juicio.
Hematomas por todo el cuerpo; los brazos, las muñecas, las rodillas y otras partes del cuerpo presentan manifestaciones de violencia por parte de sus agresores. La fuerte resistencia ofrecida por la víctima ha provocado graves excoriaciones en los muslos; los agresores abrieron las piernas de la víctima de una manera violenta. Infecciones en algunas heridas abiertas. Lesiones en la boca y en el cuello; signos de estrangulamiento.
Equimosis en senos, pezones, cara, nariz, abdomen y otras partes del cuerpo.
Enfermedades e infecciones de transmisión sexual contraídas por las violaciones: gonorrea, herpes genital y vaginosis bacteriana.
Hice varias anotaciones en mi libreta: violación extrema, sadismo, salvajismo…
Los soldados serbios insultaban, amenazaban, golpeaban y violaban. Y al día siguiente: vuelta a empezar con los insultos, las amenazas, los golpes y las violaciones. El mismo Horror durante semanas. La soledad envilecedora del encierro más amargo, sin auxilio. En una atmósfera viciada de fanatismo y crueldad extrema. -¿Crees que eran hombres corrientes y normales? -indagó la psiquiatra. Y guardó silencio, permitiendo que su paciente siguiera el hilo de su testimonio.
Vi, en la mirada de Aisha, la fuerte impresión que le causaba la inoportuna pregunta.
Dejé aquel informe sobre la mesa, y seguí el testimonio de Aisha en la pantalla del televisor.