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Una vez superados ciertos prejuicios de la doctora, ajenos a mi fe católica, proseguí con mis indagaciones.

- En el testimonio de Aisha Cupina, grabado en DVD, no encontré indicios de posesión… Ni siquiera se menciona.

- La grabación se realizó al siguiente día de su ingreso. Y la entrevista tenía un carácter retrospectivo -dijo la doctora, aclarándome el baile de fechas-. A la semana de realizarse esa grabación, surgieron los primeros síntomas que se fueron agravando hasta hoy.

- Doctora… Perdóneme, si insisto. -Necesitaba rizar el rizo y atar todos los cabos sueltos respecto a una cuestión muy simple y sencilla pero determinante-. ¿Por qué Aisha Cupina ingresó voluntariamente en su hospital?

- Ella comentó que no se encontraba bien. Física y anímicamente, sentía un malestar generalizado.

- Pero, ¿cómo lo describió ella?

- Dijo que se encontraba en un estado de excitación permanente, que había tenido varios ataques de nervios. Y esos dolores de cabeza que ya le comenté antes… Tenía fuertes palpitaciones y una temperatura corporal elevada, casi febril. También dijo que había sufrido varios desvanecimientos, y que había perdido el sentido durante varias horas.

Siempre se encontraba mareada, con un dolor de estómago constante. -¿Qué os dijo ella de esos dolores de estómago?

- Que le provocaban unas náuseas que le hacían vomitar frecuentemente. -¿Os comentó si tenía la sensación de que algo muy doloroso le había invadido el estómago?

- Sí, fue así como lo describió. Se sentía invadida por un parásito que le pinchaba una y otra vez en el estómago.

- Doctora, ¿qué provocó que aceptarais el internamiento voluntario de Aisha Cupina?

- Su mal estado psicológico. Y, sobre todo, su aparente deterioro fisiológico. -¿Había sufrido visiones de algún tipo?

- Veía colores y formas tanto en la oscuridad de la noche como a plena luz del día.

Con la vista nublada, tenía unas visiones que se acompañaban de extrañas voces que parecían hablarle desde el interior de su propio cuerpo.

- Entiendo…

La doctora cogió un dosier del cual sacó un folio imprimido.

- Según me comentó la psiquiatra Adela Quilis, que fue quien la atendió en su consulta antes del ingreso hospitalario, Aisha Cupina le dijo textualmente: Siempre he sido una mujer cargada de futuro, pero siento que algo dentro de mí está aniquilándome y convirtiéndome en la mujer más triste del mundo . -Controló su gesto emocionado-. Aisha Cupina no comprendía qué eran aquellas sensaciones. No aceptaba aquel dolor irracional. Porque había sobrevivido a la más objetiva e incuestionable catástrofe humana en la guerra de Bosnia y Herzegovina: las violaciones masivas y sistemáticas.

- Terrible, sin duda alguna.

- Padre, rehizo su vida gracias a lo que ella misma llamaba Europa bonita.

- El milagroso optimismo extremo de los sobrevivientes -agregué.

Cogí la taza de café para darle un sorbo, pero ya era demasiado tarde. Se había enfriado. La dejé sobre la mesa, apartada.

- Esas sensaciones que le comentó Aisha Cupina a la psiquiatra, fueron una voz de alarma, anticipándose al sufrimiento que ahora mismo padece.

Europa bonita
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