CAPITULO LXVI

Naturalmente Frank leyó la noticia, pero estaba tan ocupado con sus negocios, que no le prestó mucha atención. Aquel invierno y la primavera siguiente, hasta que estalló la guerra de Corea, constituyeron el período más feliz y más infeliz a la vez de la vida de Frank. Feliz por su trabajo, por sus salidas con el pequeño Walter y por sus paseos nocturnos. Infeliz por sus relaciones con Agnes con la que en público tenía que vivir en constante fingimiento.

En sus paseos nocturnos llegó a ver una vez en paños menores a la mujer de Clark Hibbard y eso le produjo una terrible excitación. Cuando regresó a su casa, la acostumbrada oleada de pánico se apoderó de él. Se dijo que tendría que dominarse o de lo contrario aquello acabaría mal.

Se daba cuenta de que su necesidad de pasear y fisgonear por las noches estaba relacionada en cierto modo con Agnes. Incluso llegó a espiarla a ella, de una manera infantil y ridícula.

Por otra parte, el trabajo de los grandes almacenes recién inaugurados le tenía cogido casi todo el tiempo. Además la joyería iba tomando cada vez mayor incremento, haciendo más y más dinero en manos de Al Lowe, que ya no necesitaba ninguna ayuda. Durante la primavera, tan pronto como mejoró el tiempo, el griego y el suegro de Clark empezaron a planear la construcción del parador»restaurante junto a los grandes almacenes, aumentando de aquella manera el trabajo y los beneficios de Frank.

Durante el invierno estuvo madurando el proyecto de construir una nueva vivienda para él y Agnes, esperando interesar así a su esposa.

A Agnes le gustó la idea y comenzó a tratar ella misma con los arquitectos. Pero aquello no llegó a cambiar el ambiente familiar. Luego cuando la guerra de Corea estalló en junio, los planes sobre la casa quedaron abandonados, y Agnes se dedicó casi exclusivamente a seguir las noticias por televisión.

Frank solía volver a casa cansado mortalmente, después de un día de trabajo afanoso en su oficina, y Agnes le recibía siempre con una mirada acusadora. Así es que a él no le quedaba más remedio que emborracharse casi todas las noches y pensar amargamente sobre el fracaso que era su matrimonio y que tendría que soportar durante todo el resto de su vida.

¿ Cómo iba a importarle a él la guerra de Corea si su situación era peor que guerra alguna?