UN MAPA DEMASIADO BUENO PARA SER VERDAD

A principios de los años sesenta se descubrió algo que fue llamado mapa de Vinland. Parecía un mapa del Atlántico Norte dibujado a base de los descubrimientos escandinavos realizados entre los años 800 y 1100 d. de C. Probablemente es anterior a la era de las grandes exploraciones que empezó en 1400.

A la derecha del mapa aparece la costa europea occidental, incluidas unas muy reconocibles Gran Bretaña e Irlanda, junto con Francia, España y, en lo alto, Escandinavia. En mitad del Atlántico, al oeste de Francia y España, hay un grupo de islas que probablemente representan las Azores.

Además, en el Atlántico Norte, al oeste de Escandinavia, aparecen primero Islandia y después Groenlandia. Pero lo más interesante es que al oeste de Groenlandia está dibujada una isla grande que debe representar la parte de América del Norte explorada por los vikingos y a la que éstos llamaron «Vinland». Vinland muestra dos grandes ensenadas: la situada más al norte termina en un mar interior y parece representar la bahía de Hudson, mientras que la de más al sur representa probablemente el golfo de San Lorenzo.

Este mapa no afecta realmente a nuestras nociones sobre el descubrimiento de América del Norte. El verdadero descubrimiento de los continentes americanos lo realizaron hace más de 25 000 años, en plena era glacial, cazadores siberianos que siguieron a las manadas de mamuts hasta el interior de lo que actualmente es Alaska. Indudablemente nunca conoceremos los detalles de esta expansión trascendental de la actividad humana.

Este mapa tampoco afecta a nuestras ideas sobre la importancia de la obra de Cristóbal Colón. Los viajes de Colón no sólo llegaron a los continentes americanos sino que condujeron a su colonización por los europeos y a su entrada en la gran corriente de la historia humana. En comparación con esto, los anteriores descubrimientos de los vikingos no tuvieron consecuencias y fueron sólo una nota a pie de página en la Historia. El descubrimiento efectivo fue el de Colón.

Sin embargo, el mapa de Vinland nos dio una imagen mucho mejor de cuantas se tenían hasta entonces sobre el alcance de los descubrimientos de los vikingos.

Pero la cuestión era saber si el mapa era auténtico… o una falsificación.

En 1974, unos químicos extrajeron diminutas partículas de tinta del mapa y las sometieron a un cuidadoso análisis.

Detectaron la presencia de óxido de titanio. Éste es un componente absolutamente normal de la tinta, pero sólo de la tinta moderna. A finales de la Edad Media y principios de la Moderna era desconocido y no se empleaba. Basándose en los resultados de aquel análisis, el mapa de Vinland fue declarado falso y los eruditos dejaron de tenerlo en cuenta.

No obstante, en 1987 el mapa fue sometido a análisis con métodos más modernos, entre ellos el bombardeo con protones en un haz muy estrecho. Los protones serían absorbidos y dispersados de maneras diferentes por diferentes elementos.

Empleando este método, los investigadores no encontraron titanio, por lo que se puso en duda la anterior conclusión.

La ausencia de titanio no demuestra por sí sola que el mapa sea auténtico, porque éste pudo ser falsificado con tinta que no contuviese titanio. Tampoco serviría de mucho someter el mapa a métodos como el de datación mediante el carbono 14 para establecer su antigüedad. Esto sólo nos daría la edad del pergamino. Podría ser muy bien que el pergamino fuese antiguo y que el dibujo se hubiese realizado en el siglo XX.

Pero ¿por qué habrían de ser tan escépticos los eruditos? Si no hay una prueba concluyente de que la tinta es moderna, ¿por qué no suponer que un geógrafo escandinavo recogió entre el año 1100 y el 1400 los informes de los capitanes vikingos y dibujó el mapa basándose en sus descripciones?

Lo malo es que el dibujo de Groenlandia, tal como aparece en el mapa de Vinland, es demasiado bueno. En el año 982, el vikingo Eric el Rojo descubrió Groenlandia y se establecieron colonias vikingas en la costa sudoeste. Estas colonias sobrevivieron a duras penas hasta cerca del 1400, y después Groenlandia fue olvidada hasta que en 1578 fue redescubierta por el explorador inglés Martin Frobisher en 1578. Esta vez tampoco se conoció más que la punta meridional.

Las costas del norte de Groenlandia no se exploraron hasta finales del siglo XIX. En 1892, el explorador americano Robert E. Peary (que después fue el primero en llegar al Polo Norte) exploró las costas más septentrionales y estableció que Groenlandia era una isla. Esto se llevó a cabo con extraordinarias dificultades.

Y sin embargo en el mapa de Vinland, presumiblemente dibujado al menos cinco siglos antes de Peary, Groenlandia aparece como una isla, y no sólo esto sino como una isla de forma bastante correcta. Incluso la península de Hayes, en el extremo nordeste (donde se encuentra ahora la base aérea de Thule) está representada con razonable exactitud.

Los eruditos modernos están seguros de que los marinos vikingos, por muy diestros que fuesen, no podían circunnavegar Groenlandia con los barcos que tenían, en medio del hielo polar y sometidos a los rigores del clima. Ni hubiesen podido determinar las latitudes polares, aunque hubiesen conseguido hacer aquello.

Dicho en otras palabras, con independencia de la tinta, del pergamino y de todo lo demás, Groenlandia parece demasiado bien dibujada como para que el mapa de Vinland sea auténtico.

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