LA NUBE INVISIBLE

Hay una parte del sistema solar que nadie ha visto jamás, pero que casi todos los astrónomos están seguros de que existe. En Julio de 1987, tres astrónomos soviéticos presentaron argumentos en el sentido de que la porción invisible es mucho más grande e importante de lo que se suponía.

Su teoría empezaba por los cometas. Siempre hay cometas que surcan el sistema planetario. ¿De dónde vienen?

En 1950, un astrónomo holandés, Jan Hendrik Oort, sugirió que más allá del planeta conocido más lejano hay una vasta nube de pequeños cuerpos helados. Sostenía que cada uno de ellos gira lentamente alrededor del Sol en una órbita que tarda millones de años en completarse, y que en total puede haber miles de millones de estos objetos.

De vez en cuando, algo -una colisión con otro pedazo de materia helada o el «tirón» gravitatorio de un astro próximo- hace que uno de los objetos helados reduzca su velocidad y caiga en dirección al Sol. Pasa entre los planetas y al acercarse al Sol su hielo se evapora y el polvo que contenía sale de la superficie y forma un vapor alrededor del objeto. Este vapor es empujado hacia atrás por el viento solar formando una larga cola, y el objeto se convierte en lo que llamamos «cometa».

Pasa alrededor del Sol y se dirige de nuevo a la lejana nube.

Pero de vez en cuando uno de estos cometas es atraído por la fuerza de la gravedad de un planeta, como el cometa Halley, y entonces permanece entre los planetas para siempre.

Se convierte en un «cometa de periodo corto», volviendo a las cercanías del Sol a intervalos de pocos años o decenios.

¿Qué dimensiones tiene esta «nube de Oort» de cometas lejanos? Para calcularlo debemos tener alguna idea de lo grande que es un cometa típico. Durante el reciente acercamiento del Halley, se enviaron sondas para que pasaran cerca de él y tomaran ciertas medidas. Resultó que el cometa Halley era considerablemente mayor de lo que se suponía. Es un cuerpo irregular, pero su diámetro medio es de unos 12 kilómetros y contiene unos 224 kilómetros cúbicos de hielo. Esto representa unos 30 000 millones de toneladas de hielo: un témpano de gran tamaño.

Los astrónomos soviéticos presentaron argumentos para suponer que el Halley es un cometa típico y que la nube de Oort está constituida por objetos de 30 000 millones de toneladas de peso, por término medio.

Cálculos recientes sugieren que la parte más gruesa de la nube de Oort está a una distancia de 3,2 a 6,4 billones de kilómetros del Sol, es decir, de mil a dos mil veces más lejos que el más distante planeta conocido, y ésta es la razón de que los objetos no puedan ser vistos. Están demasiado lejos. Los cálculos más recientes sobre el número de cometas que pueden existir en esta nube es aproximadamente de dos billones (2 000 000 000 000)

Si hay tantos objetos, cada uno de ellos con una masa igual a la del cometa Halley, la masa total de la nube de Oort es aproximadamente cien veces mayor que la de la Tierra. Esto significa que la masa total es semejante a la de Saturno, el segundo planeta más grande. Esto representa unas dimensiones mil veces mayores que las que habían sido previamente calculadas, que convierten a la nube en una porción del sistema solar mucho más importante de lo que se presumía.

Y hay algo más. Cada cuerpo del sistema solar gira alrededor de su eje, y cada uno de ellos, a excepción del propio Sol, gira alrededor de éste. Todo este giro de un objeto sobre sí mismo y alrededor de otros se mide como «momento angular», una propiedad importante de todos los objetos, desde las estrellas hasta los electrones. Hay dos factores que determinan lo grande que debería ser el movimiento angular: la masa del objeto y la distancia de éste al centro alrededor del cual gira.

El Sol tiene una masa mil veces mayor que todos los planetas juntos y otros cuerpos que giran a su alrededor, de manera que se podría pensar que concentra casi todo el momento angular del sistema solar. Sin embargo, el Sol sólo gira alrededor de sí mismo. Sus diversas partes no están muy lejos de su centro; sólo a unos 700 000 kilómetros como máximo.

Los planetas, aunque mucho más ligeros que el Sol, se mueven en grandes órbitas que los colocan a cientos de millones de kilómetros de aquél. La distancia compensa sobradamente la ligereza de los planetas. Resultado de ello es que el Sol tiene sólo el 2 por ciento del momento angular del sistema solar. Los planetas tienen el 98 por ciento restante.

De hecho, aunque Júpiter es el planeta más grande, con una masa de sólo una milésima de la del Sol, tiene un momento angular aproximadamente treinta veces mayor.

Pero ¿qué decir de los cometas, que individualmente son pequeños pero que giran a una distancia de billones de kilómetros del Sol? Los astrónomos soviéticos calculan que los cometas tienen un momento angular diez veces mayor que el de todo el resto del sistema solar junto. Esto significa que el 90 por ciento del momento angular está en los cometas; el 9,8 por ciento en los planetas, y el 0,2 por ciento en el Sol. Si esto es así, tendremos que revisar nuestras nociones sobre los orígenes del sistema solar.

Desde hace cuarenta años, los científicos han resuelto la manera en que el momento angular se transfirió del Sol a los pequeños planetas cuando se formó el sistema solar. No fue tarea fácil, y si tienen que averiguar cómo se transfirió todo aquel momento angular a la lejana nube de Oort, la cosa será aún mucho más difícil.

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