¿POR QUÉ SON LAS COSAS COMO SON?

En noviembre de 1988 se celebró una importante reunión científica para tratar de un tema que los científicos han estado discutiendo durante años: el principio antrópico.

«Antrópico» es una palabra derivada del griego y que significa «concerniente al hombre». El principio antrópico trata de sostener que los seres humanos, como observadores, son necesarios para la existencia misma del universo.

Podría parecer que lo cierto es lo contrario. Estamos en un pequeño planeta de una estrella corriente, perdida en una galaxia que contiene cientos de miles de millones de estrellas, y con más estrellas en un centenar de miles de millones de otras galaxias. ¿Por qué es tan incomprensiblemente enorme un universo, sólo para nosotros? La respuesta es que cuanto más pequeño es el universo menos tiempo tarda en expandirse y después en contraerse hasta dejar de existir. El universo debe ser tan grande como es para que nosotros tengamos tiempo a evolucionar.

Además, las leyes de la naturaleza están hechas de manera que puedan formarse los átomos. Si estas leyes fuesen ligeramente diferentes, la formación de átomos sería imposible. Lo acaecido después del big bang parece que permitió la formación de estrellas y galaxias como tales. Ligeras diferencias lo habrían hecho imposible. Si no hubiesen sido posibles los átomos, las estrellas y las galaxias, tampoco lo habríamos sido nosotros.

Incluso un ligero cambio en la órbita de la Tierra o en la masa del Sol habría hecho la Tierra inhabitable. Y aún siendo habitable, pequeños cambios químicos -por ejemplo si el agua no se dilatase al convertirse en hielo, o si los átomos de carbono no consiguiesen engancharse entre ellos- habrían hecho imposible la vida.

La teoría de los cuantos hace también que parezca que somos indispensables. Según esta teoría, hay condiciones en las cuales es imposible saber lo que está haciendo un electrón hasta que es realmente observado. Cuando el electrón no es observado, es imposible determinar, ni siquiera teóricamente, lo que está haciendo. Algunos científicos interpretan esto en el sentido de que el universo no puede existir sin observadores.

Según esta teoría, un universo debe tener observadores, y debe tenerlos desde el principio hasta el fin. Pero incluso los más simples seres humanos no evolucionaron hasta que el universo tuvo 15 000 millones de años. ¿Podían ser los dinosaurios calificados de observadores? La propia Tierra no se formó hasta que el universo tuvo una edad de 10 000 millones de años. ¿Significa esto que hay otras formas de vida en otros planetas que hicieron la observación? ¿O quiere decir que el universo fue creado por Dios sólo en beneficio de los seres humanos, y que Dios es el observador universal por toda la eternidad? Este postulado podría parecer necesario según el «principio antrópico fuerte».

Pero la mayoría de los científicos prefieren un «principio antrópico débil». Para comprender lo que esto significa, consideremos la siguiente pregunta: ¿Por qué tienen nuestras orejas la forma y la posición que tienen? La respuesta podría ser que son así para que las gafas se acoplen a ellas. En tal caso, las orejas tienen que existir y estar donde están, y es la existencia de las gafas lo que lo determina.

Pero en realidad es al revés. Las gafas se hicieron de manera que se adaptasen a las orejas. Si éstas estuviesen situadas en otro sitio o no existiesen, las gafas habrían sido hechas de una manera diferente.

Del mismo modo, puede haber un número sumamente grande de universos, cada uno de ellos con una serie de leyes naturales diferentes. Tal vez en todos estos innumerables universos, menos en uno, las leyes naturales no permiten que exista vida. Las leyes de la naturaleza sólo permiten que haya vida en uno de ellos.

Este universo sería el nuestro, y nosotros habríamos evolucionado en él, maravillándonos después de lo exactamente adecuado que es para nosotros. Pero en realidad esto no tiene nada que ver con nosotros. Si encontramos perfecto nuestro universo es sólo porque es el único en el que podíamos existir.

Tal vez en otros universos donde no podía existir la vida (tal como la conocemos) pudieron prevalecer otras clases de vida y otros tipos de fenómenos inconcebibles. Y cada una de estas vidas o fenómenos, si tuviesen la facultad de hacerlo, se preguntarían por qué son sus universos tan adecuados para ellos.

¿Cómo podemos saber si este principio antrópico débil es correcto? A fin de cuentas, nuestro propio universo es el único que podemos observar. Un científico italiano, E. W. Sciama, ha formulado una sugerencia.

Si hay un número indeterminado de universos, puede haber muchos que sean lo bastante perfectos como para permitir que exista en ellos nuestra clase de vida. El nuestro sería sólo uno más, y tal vez no el más perfecto.

Si supiésemos más sobre nuestro universo, podríamos hacer mediciones más precisas que las que hemos hecho hasta ahora, y si pudiésemos aprender más sobre la vida y sus requisitos, tal vez podríamos ver que nuestro universo no es nada perfecto. Incluso podríamos diseñar (mentalmente) un universo que fuese más adecuado que el nuestro, modificando la forma precisa de su ley natural o el valor preciso de aquella constante.

Si nuestro universo fuese un poco imperfecto, sería más probable que hubiese una pequeña serie de universos adecuados para nosotros. Esto haría que el principio antrópico débil pareciese un poco más probable y sería un argumento contra el fuerte.

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