LA FUERZA QUE PUEDE TRAGARSE UNA ESTRELLA

La fuerza de la gravedad es la que mantiene junto al universo. Cada fragmento de materia, por pequeño o grande que sea, ejerce una atracción gravitatoria. Cuanto más grande es el fragmento, más masa tiene y más intensa es la atracción.

Y si la masa está concentrada en un volumen más pequeño, la atracción se hace todavía más intensa. Con el fin de escapar a la atracción gravitatoria de un cuerpo grande, un cuerpo pequeño debe alejarse de aquél a una velocidad mayor que la llamada «velocidad de escape». Cuanto más intensa es la atracción gravitatoria, mayor es la velocidad necesaria para escapar.

La fuerza de atracción gravitatoria es ilimitada, pero la velocidad tiene un límite.

Nada puede moverse más deprisa que la velocidad de la luz, que es de aproximadamente 299 792 kilómetros por segundo. Si un objeto es lo bastante masivo y la masa está lo bastante concentrada, ni siquiera la luz puede propagarse con la velocidad necesaria para escapar. Por consiguiente, nada puede hacerlo.

Un objeto masivo y concentrado, del que nada puede escapar, es como un agujero infinitamente profundo en el espacio.

Cualquier cosa puede caer en él, pero nada puede escapar de él.

Como ni siquiera la luz puede hacerlo, es completamente negro, y esto explica por qué se le llama «agujero negro».

Los astrónomos creen que existen agujeros negros; pero ¿cómo pueden detectar algo que es totalmente negro y no emite absolutamente nada de luz? Bueno, supongamos que el agujero negro está situado cerca de una cantidad de materia; supongamos por ejemplo que él y una estrella ordinaria giran uno alrededor del otro. Si la estrella está lo bastante cerca del agujero negro, alguna parte de su materia puede ser atraída a la vecindad de aquél.

Esta materia gira alrededor del agujero negro como haría un planeta, acercándose lentamente en espiral, hasta que poco a poco cae dentro de aquél. Sabemos por experimentos realizados en la Tierra que la materia que gira de aquella manera en un campo gravitatorio emite energía. La energía emitida por la materia que gira alrededor de un agujero negro es enorme y surge en forma de un flujo de rayos X. Podemos considerar esto (si queremos ser dramáticos) como el grito de la materia moribunda.

Hay lugares en el cielo donde los astrónomos encuentran fuentes de rayos X que parecen ser invisibles. Cuando los rayos X tienen ciertas características, parece razonable suponer que corresponden a un agujero negro que está tragando materia. Afortunadamente, no hay ninguno cerca de nosotros.

Incluso el más próximo debe estar al menos a una distancia de 5000 años luz, millones de veces más lejos de nosotros que el lejano Plutón.

Cuando un agujero negro engulle materia, se hace más grande. Naturalmente este crecimiento se produce con mucha más facilidad cuando hay mucha materia en las cercanías del agujero negro, susceptible de que éste la engulla. Los astrónomos encuentran actividad de rayos X, por ejemplo, en el centro de los cúmulos globulares, que son grupos apretados de cientos de miles de estrellas. Hay varios cientos de estos cúmulos en nuestra galaxia.

Las galaxias están constituidas por miles de millones de estrellas, a veces billones, y los grupos de estrellas, en el centro de las galaxias, son mucho más numerosos y están más apretados que en los enjambres globulares. Y ciertamente los astrónomos encuentran que los centros de muchas galaxias son «activos», produciendo flujos de rayos X y de otras radiaciones. Sospechan que allí tienen que hallarse los agujeros negros más grandes.

Hay algunas galaxias cuyos centros son particularmente activos. Son las llamadas galaxias Seyfert, por el nombre del astrónomo que primero describió una de ellas. Las galaxias Seyfert deben contener agujeros negros realmente monstruosos, con masas iguales a las de millones o incluso decenas de millones de estrellas ordinarias.

Cuanto más grande es un agujero negro, mayor es la masa que puede engullir.

Parece por tanto que un agujero negro que sea lo bastante grande se puede tragar de golpe toda una estrella. Esto puede ocurrir, por ejemplo, en los agujeros negros del centro de las galaxias Seyfert.

Dos astrónomos de la Universidad Estatal de Ohio han estado observando una galaxia Seyfert llamada NGC 5548, que se cree que tiene en su centro un agujero negro con una masa igual a la de 30 millones de estrellas. Recientemente detectaron en él un súbito estallido de radiación. Por las dimensiones y la naturaleza de la radiación, sospechan que aquello fue debido a que el agujero negro atrajo una estrella de un tamaño equivalente al de cuatro quintos del de nuestro Sol, y se la tragó entera.

¿Corre peligro nuestro Sol de acabar de esta manera? En realidad, no. El agujero negro más próximo que podría ser capaz de engullirlo está en el centro de nuestra galaxia, y se encuentra a una distancia de 30 000 años luz. Nuestro Sol y sus planetas giran alrededor de aquel centro y nunca estarán mucho más cerca de él de lo que están ahora.

Desde luego, mucho antes de que nos acercásemos lo bastante para ser engullidos por un agujero negro, los flujos de rayos X y otras radiaciones procedentes de la materia que cae continuamente dentro de él harían imposible la vida en la Tierra. Afortunadamente no es probable ni siquiera el menor acercamiento.

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