EL PEQUEÑO PULSAR

El 18 de enero de 1989, los astrónomos detectaron al fin algo que habían estado buscando durante dos años.

Dos años antes se había visto explotar una estrella en la Gran Nube de Magallanes, que se convirtió en la supernova 1987 A. En teoría, parte de ella hubiese debido contraerse y convertirse en una estrella de neutrones. Podría haber sido un cuerpo pequeño, de unos veinticinco kilómetros de diámetro, pero que habría tenido una masa parecida a la de nuestro Sol.

Giraría muy rápidamente y se podría detectar, porque emitiría rayos de luz y otras radiaciones en pulsaciones, una por cada rotación. Por esta razón, a la estrella de neutrones se la llama también «estrella pulsante» y abreviadamente «pulsar».

Los púlsares fueron descubiertos en 1969, y el primero que se estudió giraba sobre su eje en un segundo y un tercio o sea a razón de tres cuartos de giro por segundo. Una velocidad asombrosa. La Tierra gira en veinticuatro horas y, considerando que tiene un diámetro de 12 800 kilómetros, un punto de su ecuador se mueve aproximadamente a la velocidad de unos 1650 kilómetros por hora, o sea casi medio kilómetro por segundo.

Júpiter, que tiene 140 000 kilómetros de diámetro, gira en 9,9 horas, de modo que un punto de su ecuador se mueve a una velocidad de unos 11,8 kilómetros por segundo. Si la Tierra girase a esta velocidad, lanzaría materia ecuatorial al espacio, pero Júpiter tiene una atracción gravitatoria más intensa.

Sin embargo, el primer pulsar descubierto giraba tan rápidamente que a pesar de su pequeño tamaño un punto de su ecuador se movía a un poco más de sesenta y cuatro kilómetros por segundo.

Los astrónomos decidieron rápidamente que la rotación de un pulsar debía disminuir gradualmente con el tiempo. Por consiguiente, un pulsar joven debía girar más rápidamente que uno más viejo. El pulsar más joven que conocíamos (antes de 1989) era uno de la Nebulosa de Cáncer, que tiene sólo novecientos años. Y se da el caso de que gira a razón de treinta vueltas por segundo, o sea unas cuarenta veces más deprisa que el viejo pulsar que fue el primero en ser descubierto. Un punto en el ecuador del pulsar de Cáncer se movería a unos dos mil quinientos kilómetros por segundo. Sólo la enorme atracción gravitatoria de un pulsar (tal vez veinticinco mil millones de veces mayor que la de la Tierra) podría mantener unido un objeto con una tal velocidad de rotación.

Pero en 1982 los astrónomos descubrieron un pulsar que giraba a razón de 642 vueltas por segundo, y era viejo. Daba una vuelta sobre su eje en poco más de una milésima de segundo. Un punto de su ecuador debía moverse a una velocidad de 51 000 kilómetros por segundo, o sea un cuarto de la velocidad de la luz. Fueron descubiertos otros púlsares igualmente rápidos, que por lo general se encontraban cerca de otra estrella. Estos púlsares recogían material de la estrella próxima que hacía que aumentasen su velocidad, y a veces que absorbiesen por entero la estrella compañera.

Pero ¿a qué velocidad gira un pulsar recién formado? En cuanto apareció la supernova 1987 A, los astrónomos confiaron en poder ver un pulsar recién nacido. Desgraciadamente, los restos de las regiones exteriores de la enorme explosión ocultaban el centro donde debía estar el pulsar. Sólo ahora se ha disipado ligeramente la niebla y ha sido posible detectar las pulsaciones, y resulta que se generan con un ritmo de 1969 veces por segundo. El pequeño pulsar gira en la mitad de una milésima de segundo. Esto es más del doble de lo que habían predicho los astrónomos más audaces.

Un pulsar que gira 1969 veces sobre su eje por segundo tiene un punto en el ecuador que se mueve a una velocidad de 160 000 kilómetros por segundo, o sea a más de la mitad de la velocidad de la luz. Esto es asombroso, porque incluso el campo gravitatorio enormemente intenso de un pulsar a duras penas puede mantener unido lo que está girando a tal velocidad.

Y esto no es lo más asombroso del descubrimiento. También se vio que el brillo del pulsar fluctúa un tanto en un período de ocho horas. Esto significa probablemente que tiene un objeto compañero con tal vez una milésima de su propia masa, es decir, con la masa de Júpiter. Los dos giran, uno alrededor del otro, describiendo una revolución cada ocho horas.

Sin embargo, el pulsar y su planeta están tan cerca el uno del otro que uno se pregunta cómo pudo sobrevivir el planeta a la explosión. En realidad está tan cerca del pulsar que antes de la explosión debía hallarse dentro de las capas exteriores de la estrella.

Una posible explicación fue que hace dos años, cuando se formó el pulsar y era como un niño recién nacido, giraba aún a más de 1969 veces por segundo y no se mantuvo unido. Un pequeño fragmento debió salir despedido, llevándose consigo parte de la energía con que giraba el pulsar. Entonces, lo que quedó de éste giró más lentamente y pudo mantenerse unido.

El rápido giro suscita también preguntas sobre como puede ser tan brillante el pulsar, sobre lo fuerte que debe ser su campo magnético, etc. Pero los astrónomos sólo pudieron observarlo durante poco tiempo, antes de que las nubes que lo rodeaban se espesaran de nuevo. Los astrónomos aún están esperando ocasiones para poder observar más claramente las propiedades del pulsar. Tal vez se aclaren entonces algunos enigmas, o se hagan todavía más desconcertantes.

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