DIAMANTES DEL ESPACIO

Los científicos han encontrado pequeñas cantidades de distintas sustancias en los meteoritos y ya no esperan sorpresas. Sin embargo, no hace mucho, un grupo de químicos que trabajaban bajo la dirección de Edward Anders, de la Universidad de Chicago, se sorprendieron enormemente al encontrar diamantes en meteoritos.

Desde luego esto no quiere decir que se hiciesen inmediatamente ricos porque los diamantes que encontraron eran de tamaño microscópico. Había dos tipos de diamantes. Unos tan pequeños que si se hubiesen colocado 250 000 de ellos uno al lado de otro, habrían formado una línea de un par de centímetros de longitud. Y éstos eran los mayores. Los del otro tipo eran tan diminutos que se habrían necesitado 10 millones, puestos de lado, para abarcar un par de centímetros. Sin embargo, los químicos estaban entusiasmados. Unos diamantes meteóricos, por pequeños que sean, representan una riqueza de otra clase: un caudal de conocimiento.

El sistema solar, incluidos el Sol y todos los planetas, se condensó de una vasta nube de polvo y gas hace una eternidad. En el proceso, la mayor parte del material se calentó muchísimo y sufrió considerables cambios. Es difícil decir, en vista de la composición del Sol o de la Tierra, cómo era la nube original.

Pero los cuerpos pequeños sufrieron menos cambios que los grandes. Por tanto, los pequeños meteoritos que vuelan en el espacio interplanetario pueden decirnos más que cualquier cuerpo más grande sobre los orígenes del sistema solar. De hecho, gracias al estudio de meteoritos pudimos saber la edad del sistema solar: 4600 millones de años.

Pero incluso la nube de polvo de la que nació el sistema solar tenia una historia propia. No existió sin cambios a lo largo de toda la existencia del universo. En su origen la nube se componía enteramente de hidrógeno y helio, los dos átomos más simples. Sin embargo, las estrellas forman átomos más complicados y los envían al espacio en «vientos estelares».

(Nuestro propio Sol tiene un «viento solar».) Las estrellas rojas gigantes, enormes y bastante inestables, son mucho más activas a este respecto. Como resultado de ello, las nubes de gas interestelares están contaminadas con átomos más pesados.

A veces hay estrellas que estallan como supernovas, y entonces son lanzadas al espacio grandes cantidades de átomos complejos, y las nubes de gas se contaminan todavía más.

La nube de la que se formó el sistema solar estaba fuertemente contaminada de esta manera, pues nuestra Tierra y nuestros propios cuerpos se componen en gran parte de átomos complejos que tuvieron su origen no en la nube de polvo sino en las estrellas contaminadoras. (Como dicen a veces los astrónomos, somos «materia estelar».)

Al condensarse el material de la nube de polvo para formar el sistema solar, ocurrieron tantos cambios, incluso en la formación de cuerpos pequeños como los meteoritos, que no podemos decir gran cosa sobre la naturaleza de la contaminación de aquella nube. Sin embargo se creyó que sólo una sustancia podía haber soportado aquellos cambios y darnos algunas claves sobre los detalles de la contaminación. Esa sustancia es el diamante.

Uno de los elementos que se forman en grandes cantidades en el interior de las estrellas es el carbono. Los átomos de carbono suelen juntarse ligeramente en forma de grafito. Por lo visto, los vientos y las explosiones estelares hacen que algunos grafitos se agrupen y compriman en diamantes, que es la sustancia más dura que conocemos.

Pero los diamantes diminutos de los meteoritos no son de carbono puro. Dentro de su estructura hay burbujas aún más diminutas que contienen gases. Al parecer estos gases son de la época de la nube original, y han sido resguardados de los cambios durante milenios por el diamante donde están encerrados.

En las estrellas rojas gigantes, la formación de los átomos más complejos se realiza lentamente, con la adición, una a una, de diminutas partículas llamadas «neutrones». Esto significa que los átomos que se forman en definitiva tienden a contener relativamente pocos neutrones. Por otra parte, cuando explota una estrella, todos los cambios atómicos tienen lugar rápidamente. Los neutrones son introducidos a la fuerza en los átomos a un ritmo enorme, y por esto los átomos que se forman tienden a contener un número relativamente grande de neutrones.

Resulta que los dos tipos de diamante que se encuentran en los meteoritos tuvieron orígenes diferentes. Ambas clases de diamante contienen burbujas diminutas del raro gas xenón, pero en el caso de los diamantes más grandes el xenón es sobre todo del tipo conocido como xenón 130. Cada átomo de este tipo contiene setenta y seis neutrones. En el caso de los diamantes más pequeños, el xenón que contienen es la mayoría de las veces de un tipo conocido como xenón 136, en cada uno de cuyos átomos se encuentran ochenta y dos neutrones.

Parecería por tanto que los diamantes más grandes proceden de los vientos estelares de gigantes rojas, y los más pequeños de la explosión de supernovas.

Esto nos dice algo sobre la naturaleza de la contaminación de la nube primigenia y parece indudable que ulteriores estudios nos darán más información. Sería importante saber por qué las estrellas forman diamantes en vez de grafito, que es más fácil de formar. A fin de cuentas, nada menos que una milésima parte de todo el carbono del espacio podría estar en forma de diamantes. ¿Cuál sería la razón de esto?

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