MÁS PRUEBAS DE VOLADORES CON PLUMAS

Los fósiles más valiosos son los que representan formas intermedias entre dos grupos bien establecidos de organismos. Tales fósiles tienden a mostrar el curso de la evolución.

Un afloramiento de piedra caliza en Cuenca, España, reveló lo que parece ser otro ejemplar a primeros de 1988. Es de un pájaro que podría tener 125 millones de años de antigüedad.

Para muchas personas, una de las principales dificultades de la teoría evolucionista es la cuestión de cómo puede evolucionar una criatura compleja. Las aves, por ejemplo, tienen plumas, pico, músculos especiales para mover las alas, huesos ligeros y huecos, y otras muchas características, todas ellas esenciales para volar y para ser un pájaro.

¿Cómo podía todo esto desarrollarse de manera que produjese un ave, que es un organismo en pleno funcionamiento?

¿Podemos esperar que un pájaro empiece a desarrollar un ala rudimentaria que no le sirve para volar? ¿Por qué habría de desarrollarse un «ala parcial»? Y si tratamos de imaginarnos un ave, con todo el equipo para volar, derivada de un lagarto que no puede volar, ¿cómo pudo producirse de repente todo aquel desarrollo?

La respuesta podría ser que aquel desarrollo se hizo por partes, pero que el valor de cada desarrollo al empezar no es necesariamente el mismo que cuando está plenamente terminado.

Consideremos por ejemplo el archaeopteryx, que es el primer organismo vivo que conocemos al que podemos dar el nombre de ave, y que apareció hace unos 150 millones de años. La única razón de que se le considere ave es que tenía plumas, las cuales actualmente sólo las tienen las aves.

Pero aparte de las plumas, es un lagarto. Tiene cabeza de lagarto, con dientes en las mandíbulas, una cola larga, etc. Las plumas bordean las partes de delante y la cola, pero es muy dudoso que el archaeopteryx pudiese volar, en el sentido moderno. Los pájaros de hoy en día tienen todos ellos una quilla en el esternón, a la que se sujetan poderosos músculos para volar; pero el archaeopteryx sólo tenía una quilla pequeña.

En este caso, ¿por qué tenía el archaeopteryx que desarrollar plumas? Una posibilidad es que éstas fuesen una trampa para cazar insectos. El archaeopteryx podía correr sobre las patas traseras (como hacen actualmente algunos lagartos) y extender las de delante para atrapar insectos. Las plumas aumentarían el alcance de las patas de delante y envolverían a los insectos.

Pero las plumas le servirían también de paracaídas. Si el archaeopteryx saltaba, se mantendría un poco más en el aire, porque las plumas ofrecerían más superficie. Si trepaba a un árbol y saltaba, las plumas le permitirían alcanzar una distancia mayor. Esto podía serle muy útil pues cuanto más alto y más largo fuese el salto, más probabilidades tendría de escapar de un predador que tratase de comérselo.

Podría ser muy bien que esta capacidad de saltar más alto y más lejos fuese tan útil que cualquier cambio casual, que la aumentase, incrementaría también las probabilidades de supervivencia del archaeopteryx y le permitiría tener más prole que heredase la característica.

Poco a poco mejoraría el vuelo y se desarrollarían también otras características: una quilla un poco mejor a la que pudiesen sujetarse músculos más vigorosos; unos huesos algo más ligeros; un cuerpo más compacto; una cola más corta, etc.

Esta opinión parece confirmada por el descubrimiento en España de restos óseos de otra criatura con plumas. Tiene tal vez 25 millones de años menos que el archaeopteryx, de modo que hubo tiempo sobrado de desarrollar rasgos adicionales de ave.

Este nuevo resto fosilizado es de un organismo más pequeño que el archaeopteryx. Si éste tenía el tamaño de un cuervo, el nuevo fósil tenía el de un petirrojo. (Cuanto más pequeño es un organismo, más fácil le resulta volar.)

El nuevo fósil no se ha diferenciado enteramente de sus antepasados lagartos. Las patas de atrás y el hueso de la pelvis son muy primitivos y más parecidos a los del lagarto que a los de los modernos pájaros.

Sin embargo, el fósil tiene en el hombro un hueso llamado «coracoides». En los pájaros modernos, este hueso ayuda a convertir el tirón de un músculo en un poderoso golpe de ala.

La mera presencia de este coracoides es una buena prueba de que el fósil es de un ave capaz de volar.

Más aún, al final de su columna vertebral hay un hueso llamado «pigóstilo», que las aves modernas tienen en la base de la cola. Esto significa que el fósil tenía una cola de ave en vez de una cola de lagarto. La cola del ave tiene plumas que sirven de freno cuando va a aterrizar; una prueba más de que el pájaro fósil podía volar.

Desgraciadamente no se encontró el cráneo, por lo que no podemos saber si se parecía al de las aves modernas, ni qué clase de pico podía tener, si es que lo tenía. Es posible sin embargo que ulteriores excavaciones revelen fósiles similares que puedan contestar a más preguntas. Por ahora hemos descubierto el primer pájaro que era capaz de volar realmente y a través de él hemos aprendido más sobre el desarrollo de las aves.

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