MÁS ALLÁ DEL MÁS ALLÁ

En el otoño último, el Voyager 2 pasó por delante de Neptuno después de un viaje de doce años, y ahora se dirige mucho más allá. Lleva una grabación en la que se explican cosas de la Tierra e incluyen vistas y sonidos de nuestro planeta. Esto ha asustado a algunos, que piensan que estamos dando nuestra dirección a criaturas de otros mundos que podrían venir a conquistarnos.

Los que piensan de este modo no comprenden las dimensiones del universo ni las probabilidades de que el Voyager 2 sea encontrado por alguien.

El Voyager 2 tardó doce años en ir de la Tierra a Neptuno, y ahora va más allá. ¿Adónde irá en lo sucesivo? ¿Qué mundos alcanzará? El Voyager 2 está navegando, sometido a la fuerza decreciente del campo gravitatorio del Sol (al alejarse de éste) y de los cada vez más débiles efectos de los campos gravitatorios de diferentes estrellas. Podemos emplear estos efectos de gravitación para intentar saber exactamente adonde irá el Voyager 2.

Conocemos todas las estrellas más próximas y probablemente el Voyager 2 no chocará con ninguna de ellas. Desde luego puede haber cuerpos oscuros de los que no tengamos conocimiento, o un planeta errante, o un asteroide con los que podría chocar, pero las probabilidades son tan ínfimas que es inútil pensar siquiera en ello.

El Sol emite un «viento solar», un flujo de partículas cargadas, en todas direcciones. El flujo se hace cada vez más débil al alejarse del Sol, hasta que se desvanece en el espacio interestelar. El Voyager 2 pasará más allá del alcance del viento solar en el año 2012.

En el año 8571 (casi dentro de 6600 años), estará a 0,42 años luz del Sol. Esto representa unos 4 billones de kilómetros. Pero incluso la estrella más próxima está diez veces más lejos. Entonces el Voyager 2 hará su máxima aproximación a la estrella Barnard, que ahora está a 5,9 años luz de nosotros (56 billones de kilómetros). El Voyager 2 sólo estará a 4,03 años luz de ellas (38 billones de kilómetros). Después de pasar cerca de ella, si podemos llamarlo así, continuará su viaje.

En el año 20 319, el Voyager 2 se encontrará a una distancia de 1 año luz del Sol (9,4 billones de kilómetros) y hará su mayor acercamiento a Próxima Centauri, que es la estrella más cercana a nosotros. Próxima Centauri dista de nosotros 4,3 años luz (40 billones de kilómetros), pero desde luego el Voyager 2 no va en su dirección. Se está moviendo hacia un lado, y cuando se acerque más estará a 3,21 años luz (30 billones de kilómetros).

Sólo 310 años más tarde hará su máxima aproximación a Alfa Centauri, una estrella doble situada sólo un poco más lejos que Próxima Centauri. Esta máxima aproximación será a 3,47 años luz (32 billones de kilómetros).

Deben ustedes comprender que el Voyager 2 todavía está lo bastante cerca del Sol como para que siga girando lentamente a su alrededor en respuesta a su atracción gravitatoria.

Aún está dentro del sistema solar. Mucho más allá del planeta más lejano que conocemos, Plutón, puede haber uno o dos planetas más, aunque tan lejanos que no tenemos señales de ellos. Pero estamos casi seguros de que allá fuera hay 100 000 millones o más de pequeños cuerpos helados, es decir, de cometas. Es la llamada nube de Oort, por el nombre del astrónomo que primero expuso la teoría de que estaba allí.

El Voyager 2 entrará en la nube de Oort aproximadamente en el año 26 262 y continuará moviéndose a través de ella durante unos 2400 años. Podría parecerles que si el Voyager 2 pasa por una región que contiene cien mil millones de cuerpos helados, de al menos 19 kilómetros de diámetro cada uno, forzosamente tiene que chocar con uno de ellos y resultar destruido.

Pero no es así. El volumen de la nube de Oort es tan enorme que incluso con 100 000 millones de cuerpos moviéndose lentamente dentro de ella la probabilidad de que choque con uno de ellos es prácticamente nula. Hacia el año 28 635, el Voyager 2 saldrá de la nube de Oort y se encontrará en el espacio interestelar.

Después de un millón de años de viaje, el Voyager 2 estará a unos 50 años luz del Sol (que a distancias estelares es como si aún estuviese en nuestro patio trasero). En todo ese tiempo la estrella a la que se habrá aproximado más será la Próxima Centauri, de la que habrá estado sólo a 3,21 años luz. En un millón de años nunca se acercará a una estrella más de 30 billones de kilómetros, y la probabilidad de que un cuerpo extraño se interponga en el camino de esta pequeña y silenciosa sonda, en las profundidades del espacio entre las estrellas es realmente demasiado pequeña para que tenga que preocuparnos.

Pero en este caso, ¿por qué enviamos un mensaje si no hay virtualmente posibilidad alguna de que sea recogido?

Recuerden que un millón de años es un tiempo corto en la historia del universo. El universo se ha mantenido durante 15 000 veces un millón de años, y seguramente continuará existiendo. Algún día, indudablemente mucho después de que nosotros hayamos desaparecido (pues las probabilidades de que la humanidad subsista incluso un solo millón de años son francamente muy escasas), alguien puede encontrar aquel mensaje.

Pero ¿a quién le importa esto si hará tanto tiempo que habremos desaparecido? Bueno, piénsenlo un poco. ¿Queremos desaparecer sin dejar rastro? ¿No estamos un poco orgullosos de la especie humana? Seguramente nos gustaría que otras inteligencias supieran que estuvimos una vez aquí, y lo que conseguimos hacer.

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