LA CORTEZA DIVIDIDA

La Tierra es única entre los cuerpos del sistema solar.

Prescindamos del Sol y de los cuatro planetas gigantes -Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno - todos los cuales están constituidos principalmente por los gases hidrógeno y helio.

Aparte de estos mundos gaseosos, todos los cuerpos del sistema solar -planetas, satélites, cometas, asteroides, meteoritos- están constituidos por sustancias heladas, rocosas o metálicas, o por alguna combinación de ellas.

De todos estos cuerpos, la Tierra es el más grande. Es el único lo suficientemente cálido como para tener océanos de agua líquida, pero no tanto como para que los mares hiervan.

Es el único cuerpo con una atmósfera que contiene oxígeno libre.

Desde luego hace mucho tiempo que conocemos las dimensiones de la Tierra, los océanos y el aire. Pero hay otro aspecto en que la Tierra puede ser única y que sólo conocemos desde hace un cuarto de siglo.

Como la Tierra es el más grande de los mundos no gaseosos, tiene una temperatura interior más alta que cualquier otro planeta, y por consiguiente la corteza más delgada. Más aún, debido a la elevada temperatura interior de la Tierra hay allí una gran cantidad de energía que puede comportarse como un potente motor térmico, mucho más que los otros cuerpos más pequeños e interiormente más fríos del sistema solar.

El resultado de ello es que la fina corteza de la Tierra está dividida en media docena de grandes pedazos (y varios más pequeños) llamados «placas». Estas placas se hallan estrechamente unidas, como ensambladas por un hábil carpintero. Por eso reciben el nombre de «placas tectónicas» («tectónica» es un derivado de una palabra griega que significa «carpintero»).

La materia rocosa de debajo de la corteza está lo bastante caliente como para poder moverse en lentos remolinos, y este movimiento empuja las placas en distintos puntos. Algunas placas contiguas son separadas lentamente, dejando una cuenca que se llena de agua, formando poco a poco un océano. El océano Atlántico se formó de esta manera en los últimos 200 millones de años.

Dos placas pueden ser juntadas y arrugadas. De esta manera se formaron las tierras altas y las cordilleras. Los montes del Himalaya y la meseta tibetana se formaron cuando al chocar dos placas empujaron la India al interior de Asia. O una placa puede introducirse debajo de otra, dando origen a profundidades oceánicas. En los límites donde se juntan las placas, hay líneas débiles donde se manifiestan los volcanes y los terremotos. La falla de San Andrés puede ser el más conocido de estos limites. Mucho de lo que sabemos de la Tierra tiene su explicación en estas placas, pero su existencia no fue descubierta hasta principios de los años sesenta.

Los cuerpos más pequeños que la Tierra tienen menos calor en su interior, y por consiguiente sus cortezas son más gruesas. Éstas no se resquebrajan, de manera que constituyen como una placa que ciñe todo el mundo. La Luna, Mercurio y Marte son mundos de una sola placa, y por consiguiente geológicamente muertos, al menos en comparación con la Tierra. Sin embargo, Marte tiene volcanes. Aunque ahora parecen extinguidos, tiempo atrás debieron estar en actividad.

En la Tierra tenemos líneas de volcanes. Al moverse las placas, aparecen nuevos volcanes en nuevos lugares, produciendo consecuencias tales como la cadena de islas volcánicas que constituyen Hawai. En cambio, en Marte, donde no hay movimientos de placas, los volcanes se agrupan y constituyen monstruos mucho más grandes que cualquiera de los que tenemos en la Tierra. (El satélite Io tiene volcanes activos, pero la energía es aportada por el efecto de marea del gigantesco y próximo Júpiter.)

Pero ¿qué decir de Venus? Venus es más pequeño que la Tierra, pero no mucho. Tiene aproximadamente el 81,5 por ciento de la masa de la Tierra. Hasta hace unos diez años la superficie de Venus estaba oculta para nosotros por una eterna capa de nubes. Pero ahora podemos estudiarla gracias al radar, que puede penetrar a través de las nubes.

Las ondas de radar son mucho más largas que las luminosas, por lo que no muestran tan vivamente los detalles: pero los primeros estudios por radar, en 1978, ya mostraron que Venus tenía grandes áreas de tierras altas que se parecían a continentes de la Tierra, y áreas todavía más grandes de tierras bajas que daban la impresión de que podían haber contenido mares en tiempos remotos. Como la temperatura de la superficie de Venus está ahora muy por encima del punto de ebullición del agua, cualquier océano que hubiese habido allí se habría evaporado hace miles de millones de años.

Los rusos (que se han especializado en Venus) han conseguido recientemente fotografías por radar, de mucha mejor calidad. Estas muestran cráteres en Venus que por su aspecto parecen tener de quinientos a mil millones de años de antigüedad. Esto habla en contra de las placas tectónicas, pues los movimientos de éstas en la Tierra cambian continuamente su superficie. El 60 por ciento de la superficie de la Tierra tiene menos de 200 millones de años.

Por otra parte, hay muchos indicios de que puede haber movimientos de placas en Venus. Existen montañas donde pudieron juntarse placas, y grietas donde éstas pudieron separarse. Necesitamos imágenes mejores y estudios más precisos, pero parece que Venus es un caso intermedio. Puede tener placas tectónicas, pero éstas son probablemente mucho menos activas que las nuestras. Por consiguiente, la Tierra también puede considerarse un caso único respecto a las placas.

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