TESTIGO DE MI MUERTE
DE Paraguay me llegó una carta del embajador de España en Asunción. Con ella adjuntaba la misiva de condolencia que habían enviado a la embajada los responsables del Movimiento Popular Tekojoja, que apoyaba al obispo Fernando Lugo para las elecciones presidenciales del país.
La carta rezaba así:
La muerte de Don Alfonso Guerra, dirigente histórico del socialismo español y amigo militante de la causa paraguaya contra la dictadura del régimen stronista y por la democratización de nuestro país, nos causa una enorme y profunda tristeza.
En nuestra visita de este año con Fernando Lugo a los compatriotas paraguayos/as en España, hemos compartido con Don Alfonso la gran esperanza de lo que nuestro pueblo hoy día está forjando por un cambio real que se aproxima y del cual se mostró partícipe entusiasta por mejores días para el Paraguay.
En nombre del Movimiento Popular Tekojoja reciba el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) nuestra manifestación de solidaridad en esta circunstancia ante la pérdida de una de sus figuras políticas más ilustres y también aún más el pueblo español y que seguro estamos compartiendo con los demás pueblos latinoamericanos que siempre han tenido como referente señero a Don Alfonso Guerra.
La familia del que en paz descanse Alfonso Guerra, los del Partido Socialista Obrero y el pueblo español acepten estos sentimientos comunes de hondo pesar, como también de compromiso por seguir las huellas de uno de los dirigentes más notables del siglo XX en España y de Iberoamérica.
El embajador añadía la necrológica publicada en los periódicos de Paraguay.
Don ALFONSO GUERRA (Q.E.P.D.)
Falleció el 22 de noviembre en su tierra, España. Su vida dedicó a la política y al servicio de la gente, a través del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). EL MOVIMIENTO POPULAR TEKOJOJA manifiesta su solidaridad a los familiares, integrantes del PSOE y al pueblo español, ante la pérdida de una de sus figuras políticas más ilustres. Don ALFONSO GUERRA ha sido un gran defensor de la democracia. Se solidarizó con el pueblo paraguayo durante el bárbaro régimen stronista y apoyó fervientemente la democratización de nuestro País. En los últimos tiempos, seguía con agrado y entusiasmo el proceso de cambio que se anuncia en el Paraguay. Nos sentimos comprometidos en seguir las huellas de uno de los dirigentes más notables del siglo XX en España y de Iberoamérica.
FERNANDO LUGO, ANÍBAL CARRILLO, AGRIPINO SILVA
Al día siguiente, 25 de noviembre de 2007, el periódico aclaraba el desaguisado. El titular decía: «Fernando Lugo mató a Alfonso Guerra».
Mediante un aviso fúnebre publicado en la edición de ayer en el diario ABC color, el candidato presidencial y ex obispo de San Pedro, Fernando Lugo, participó ayer a la ciudadanía paraguaya el fallecimiento de don Alfonso Guerra, ex presidente del Gobierno español y destacado político del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
El anuncio mortuorio, redactado a nombre del Movimiento Popular Tekojoja, llevaba además de la firma de Lugo, la del médico y político Aníbal Carrillo Iramain y la de Agripino Silva.
El aviso fúnebre fue reforzado en la mañana de ayer por un extenso comunicado del movimiento Tekojoja titulado «Ha muerto uno de los artífices de la España moderna: Alfonso Guerra: El esplendor del socialismo pragmático».
Todo el homenaje, sin embargo, fue en vano. Don Alfonso Guerra no murió.
Sigue vivo a sus 67 años y continúa presidiendo la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados de España. El fallecido es un homónimo paraguayo, Alfonso Guerra Rodas, ex dirigente de partidos de izquierda del Paraguay.
El embajador Miguel Ángel Cortizo rubricaba su carta con unas palabras entre chanza y afecto:
Espero que a pesar de ser sevillano no seas supersticioso y quieras incluir las referencias documentales de esta anécdota en el álbum de cosas curiosas.
Por lo demás me alegro mucho de que sigas muy vivo y puedas, además de continuar haciendo muchas otras cosas, seguir leyendo con buena salud, y sobre todo buen humor, las necrológicas que te puedan hacer.
Puedo al menos decir que, como Miguel de Mañara, si no contemplé mi entierro sí leí mi esquela mortuoria y las condolencias por mi muerte. Si a alguien alegró la noticia de mi deceso, queda invitado a bailar una pavana en homenaje a la vida que aún sigue latiendo en mi cuerpo.