UNA SOCIEDAD PURITANA E INFORMAL
EN las vacaciones de agosto del año 1991 viajé al estado norteamericano de Vermont invitado por el Middlebury College, para pronunciar algunas conferencias. Me acompañaban mis hijos Alfonso y Alma, que a sus once y siete años soportarían mi actividad docente a cambio de un paso por Orlando, donde disfrutaron hasta la extenuación. Verlos tan contentos me hizo feliz.
Volamos hasta Nueva York y de allí a Boston, donde tomamos un pequeño avión de la Northwest Airlines que nos llevó a Burlington, en el estado de Vermont. Al aterrizar comprobamos que faltaban todas las maletas. Con una gran serenidad dijeron que era habitual; como el avión era pequeño las maletas viajaban casi siempre en otro vuelo. Pero ¿cuándo llegarían? No sabían, en un vuelo que no fuese muy cargado. Resignados nos desplazamos en automóvil a Middlebury, al recinto de la universidad. Nos acomodamos en Hadley House, una bonita casa de madera, donación de un conocido actor de Hollywood. Las donaciones a la universidad son moneda común en Estados Unidos, y práctica desconocida en Europa. A las tres de la madrugada oímos unos fuertes golpes en la puerta. Eran las maletas que el servicio del aeropuerto entregaba directamente en nuestro domicilio temporal. ¡A las tres de la noche!
Al amanecer pudimos apreciar el entorno en el que estaba situada la casa, el límite mismo de un espléndido campo de golf. La vista panorámica era un espectáculo hermosísimo. Vermont es el lugar preferido de artistas e intelectuales por su paisaje y su tranquilidad. Hay más de un estado según sea la estación en la que se visite, en invierno la nieve lo cubre todo, en verano la feracidad de la flora ofrece una visión grandiosa, en otoño el dorado de los arces convierte el paisaje en un suave fuego melancólico.
En Middlebury College, durante el verano funcionan distintas escuelas de lengua y cultura. En la escuela española un cuadro de profesores españoles y latinoamericanos, bajo la dirección del inteligente y amistoso Frank Casas, se esfuerza en enseñar castellano y ofrecer recitales de nuestra poesía, obras de teatro y un sinnúmero de actividades para ayudar a entender la lengua y la cultura españolas. Ellos están orgullosos de contar con las huellas de la estancia de intelectuales españoles exiliados tras la guerra como Pedro Salinas y Fernando de los Ríos. También permaneció una temporada en Vermont Federico García Lorca, mientras escribía Poeta en Nueva York.
Me habían solicitado una conferencia sobre Antonio Machado que pronuncié en el Warner Hemicycle, seguida de un coloquio en el que los alumnos mostraban su curiosidad por la poesía del sevillano y sobre todo reflejaban su emoción por el espíritu que transmitían sus poemas.
Además de reunirme con el rector, los profesores, los alumnos y con el diputado del Congreso Bernie Sanders, un inteligente y sencillo granjero con botas de montar y sombrero de cowboy, tenía que cumplir mi compromiso de hablarles de política. La conferencia se titulaba «El socialismo del futuro y el futuro del socialismo» y había de celebrarse hacia las ocho de la tarde, al finalizar las clases. Durante la mañana el director me advirtió que pensaban acudir los estudiantes de todas las escuelas, por lo que no tenían otra solución que utilizar la iglesia para albergar al número de alumnos que se preveía. Me sorprendió la informalidad de pronunciar una conferencia sobre socialismo en el interior de una iglesia, la Mead Chapel, pero no había terminado mi estupefacción. Al llegar al recinto busqué con la mirada la mesa o atril desde el que debía dirigirme al público que llenaba los bancos del templo. No lo hallé. Me indicaron que subiese al púlpito. Y heme aquí hablando desde un púlpito eclesial precisamente de socialismo. Me emocionó la conjunción de la prédica social y política con el ritual propio del sermón religioso. Era una prueba fehaciente del pragmatismo de la sociedad norteamericana, de cultura teocrática pero dispuesta a utilizar los escenarios sagrados en la búsqueda de la información. ¿Puritanos? Sí, pero informales, naturales, espontáneos, francos, llanos, lo que demuestra una gran confianza en ellos mismos.