66
66
Sistema de Breed
Raman PDZ, Marca Draconis,
Federación de Soles
31 de octubre de 3039
El mariscal James Sandoval sacó el arrugado fax del bolsillo. Alisándolo, leyó de nuevo la amarga orden.
«Retirada».
Todas las fuerzas bajo su mando asignadas a la segunda ola recibieron nuevos destinos. Incluso su Primero de Rangers de Robinson debía conducir el ataque para recuperar Breed. La segunda ola se postergaba indefinidamente, y todos sus recursos se dedicarían a hacer frente a la amenaza del contraataque kuritano. ¿Postergada? Lo más posible es que se cancelara. La oportunidad había pasado por delante.
Sólo seis meses atrás atacaron al Condominio, cogiendo a las Serpientes por sorpresa. El avance inicial fue bueno. La falta de apoyo de BattleMechs y de contraataques únicamente lo reafirmaron en su creencia de que los kuritanos no dispusieron de tiempo para reconstruir esas costosas fuerzas. Lo que tenían se hallaba comprometido en Dieron, resistiendo los embates combinados que amenazaban con cortar el lazo del Condominio con Terra.
Todo parecía marchar tan bien…
Entonces, su resistencia se incrementó. A pesar de que las fuerzas de Davion se enfrentaban a ejércitos con pocos Mechs, los kuritanos aguantaban. Los planetas no cayeron en su poder cuando se suponía que debía ser así. El programa de la invasión comenzó a fallar. Incluso ahí, Sandoval no se mostró demasiado preocupado. Puede que las Serpientes no estuvieran preparadas, pero nadie en su sano juicio debía esperar que se entregaran con la misma facilidad que los capelenses durante la última guerra.
En ese momento, tuvieron lugar los asesinatos de los oficiales del frente de Steiner. Ello alborotó todo el empuje lirano. Los avances de Steiner se detuvieron casi al instante. Los malditos cobardes hasta se dejaron echar de Vega. Se extendió el rumor de que Katrina Steiner entró en pánico cuando encontró un gato origami en la Sala Real del Trono en Tharkad. James sacudió la cabeza. Un ejército debía ser más grande que su mando, más fuerte que sus máquinas. Mientras que las tropas de Steiner poseían un montón de equipo pesado, daba la impresión de que apenas albergaban algo de decisión. James se sentía traicionado. Supo que su padre lo sentiría aún más después de todo lo que hizo para fomentar la alianza con esos petimetres liranos.
Jamás esperó que el Alto Mando de Davion también se derrumbara. Sortek debió de sobreestimar la oposición encontrada en An Ting. Era la única explicación para el cese del ataque a Galedon. Estaba convencido de que se equivocaban. Por todo lo visto, las Serpientes debían encontrarse al límite. Ciertamente, estaban a punto de desplomarse a lo largo de todo su frente. Otro embate y caerían.
Entonces, les llegó la noticia de que el tres veces maldito Theodore Kurita preparó un contraataque masivo. Las unidades del Condominio penetraron en el espacio de la Federación de Soles, poniendo en peligro a Robinson. James miró con ojos sombríos los mensajes que abarrotaban la superficie del pequeño escritorio de su cubículo. Se los sabía de memoria. Bases de suministro perdidas. Regimientos aplastados. Planetas del Condominio recuperados por el Dragón. Unidades de las FASF en peligro de verse aisladas. Identificados nuevos grupos de BattleMechs kuritanos. Fuerzas inesperadas invadiendo los mundos Davion.
Todo se estaba viniendo abajo.
La puerta zumbó, y él apretó el interruptor que la abría. Entró sir Michael Hallbrock. Le lanzó una fugaz sonrisa de disculpa.
—Es hora de la reunión, Jimmy.
—Iré en un minuto.
Hallbrock fue a marcharse, pero se detuvo a medio camino.
—Lo has hecho bien, Jimmy. El viejo duque estará orgulloso.
James no se molestó en mirarlo.
—Vamos a darle la espalda a nuestra última oportunidad para aplastar al Condominio. Tienen que encontrarse débiles, demasiado dispersos. Si tan sólo pudiéramos seguir presionándolos.
—Jimmy, ninguna guerra se libró jamás sin que un soldado llevara a la espalda a un político.
Éste suspiró.
—Sir Michael, usted y mi padre me enseñaron historia mientras crecía. Me contaron cómo los guerreros ganaban el día, rescataban a la doncella…, mataban al dragón. Que los MechWarriors siempre lo conseguían cuando todo el mundo ya había perdido la esperanza.
—¿Y te preguntas qué ha salido mal para que no seas el héroe? —James se mordió el labio. Él viejo coronel lo conocía muy bien—. Un buen soldado cumple sus órdenes —añadió con suavidad Hallbrock.
—¿Aunque sepa que son erróneas?
—¿Estás seguro de que lo son? ¿Estás dispuesto a apostar las vidas de millones en que tienes razón sobre la debilidad de los kuritanos? —Después de un momento de pausa. James sacudió la cabeza—. Supongo que Hanse Davion siente lo mismo. —Hallbrock se irguió—. Débiles o no, las Serpientes se han apoderado de Breed y nosotros recibimos órdenes de recuperarlo. Los hombres aguardan, mariscal.
James forzó una sonrisa superficial.
—Adelante. Yo iré en un minuto.
Hallbrock asintió. La puerta siseó despacio al perder de vista al viejo y larguirucho coronel. Se sentó, mirando con hosquedad los papeles de la mesa. Sintió que la frustración iba creciendo hasta que explotó y con el brazo echó al suelo todos los mensajes y los discos de datos.
Vacío de toda emoción, se incorporó despacio y atravesó el desorden en dirección a la salida. Tenía que dirigir una reunión sobre el ataque.