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Montañas Strike de Deber, Benjamín
Distrito Militar de Benjamín
Condominio Draconis
8 de octubre de 3030
Dechan Fraser dirigió una mirada a la hoguera que ardía cerca de la Nave de Descenso, donde la tripulación y los Techs estaban terminando de comer. Por las risas y ocasionales conversaciones que oía, supuso que pronto se pondrían a practicar su acostumbrado juego de dados. Se volvió para contemplar su plato casi intacto.
Los cuatro BattleMechs que componían la fuerza de ataque del Cazador de Recompensas mantenían su vigilia silenciosa, distribuidos en un triángulo irregular. En un vértice se hallaba el Orion con franjas de tigre de Vic Travers. En el segundo, los dos Mechs más pequeños se encontraban juntos: el Dervish de Jenette Rand y su propio Sbadow Hawk, cuya oscura pintura azul se fundía con la noche. La más alta de las cuatro máquinas, el Marauder verde brillante del Cazador, conformaba el último punto. Entre sus altas piernas de ave ardía el fuego proyectando su intensa luz sobre sus caras. Del otro lado, Michi Noketsuna cenaba y el casco descansaba a sus pies.
—Regresaste tarde al campamento. ¿Has estado planeando nuestro próximo movimiento? —le preguntó.
Con cuidado, Michi depositó el plato sobre el tronco caído que le servía de asiento.
—No haremos nada. Me iré solo.
—¿Qué? —sentada al lado de Dechan, Jenette se mostró incrédula.
—Amigos míos, no mantenéis ninguna causa común con el Condominio Draconis. De hecho, vuestros amigos y familias luchan contra el Dragón. Sin embargo, yo sigo siendo leal a mi hogar. En este asunto, mi venganza con el Coordinador carece de importancia. Aunque Takashi ha perdido mi lealtad hacia su persona por un comportamiento deshonroso, me es imposible dejar que sus faltas y fracasos me vuelvan contra el Condominio.
»A primera hora de esta mañana, conversé de nuevo con el príncipe Theodore y lo que me contó acerca de los peligros a los que se enfrenta el Condominio me hizo sentir escalofríos. No cree que su padre sea responsable de la muerte de Minobu-sama, pero en este momento no dispone de prueba alguna. Es un hombre sincero y honrado cuyo único objetivo por el momento es salvar al Dragón de una situación desesperada. En cuanto el Condominio esté a salvo, se encargará personalmente de que se haga justicia.
»En este momento corre un grave peligro, y todo verdadero samurái debe ir en su ayuda. —Se detuvo un instante, y alzó la vista a las estrellas—. Tal vez sea un ronin, en el sentido de que no tengo señor, pero sigo siendo un servidor leal del Dragón. Cuando esté en apuros, yo saldré en su defensa. He de hacer a un lado la venganza hasta que el reino se encuentre a salvo. Cuando llegue ese día, mataré a Takashi Kurita con mis propias manos.
Dechan escuchó en silencio las palabras de Michi, tratando de comprender la complicada jerarquía de lealtades que gobernaban la vida de su amigo. Aunque él nunca había deseado verse enredado en la intrincada telaraña de fidelidades que obligaban a un kuritano, tenía sus propios sentimientos respecto a la lealtad. Con los Dragones de Wolf todo era más sencillo. Un hombre se limitaba a ayudar a sus amigos.
Después de todo lo que hemos pasado juntos, ¿esperas que te dejemos entrar en la madriguera del Dragón solo? ¿Quién te protegerá la espalda?
—No puedo pedíroslo. El asunto se ha complicado. El príncipe Theodore me ha informado que el Coordinador jamás pensó visitar este planeta. Por lo tanto, los papeles que, supuestamente, detallaban su itinerario nunca existieron. Creo que quienquiera que actuara a espaldas de nuestro informante, ahora muerto, nos dirigió de forma deliberada hacia el Príncipe. Quizás esa persona conocía mi verdadera identidad y esperaba que matase a cualquier Kurita apenas lo viera. Tal vez no. En cualquier caso, el villano sabía que mi objetivo era el Coordinador.
ȃsta no es vuestra causa.
—Tampoco era mi causa en el Mundo de Milligan —insistió Dechan—. Ya te dije que me quedaría hasta que todo acabara. No te desharás de mí con tanta facilidad.
—Tampoco de mí —afirmó Jenette. Dechan le mostró a su dama el orgullo que sentía con una sonrisa. Ella le cogió la mano y la apretó ligeramente—. Sabemos cuidarnos.
—Me honráis más allá de lo que merezco, amigos míos —replicó Michi con una inclinación de cabeza.
Dechan se sintió incómodo; la formalidad nunca había sido de su agrado. Para ocultarlo, se volvió hacia Travers.
—¿Y tú, Vic?
Michi y Jenette miraron con caras expectantes a su cuarto compañero. Este tragó saliva y se frotó las manos en los muslos con gesto nervioso. El encrespado vello negro de sus brazos contrastaba con su piel pálida, y se confundía con la grasa que manchaba su mono.
—No es aquello por lo que firmé.
—Lo entiendo —repuso Michi con rostro impasible.
Sin embargo, Dechan frunció el entrecejo y la expresión de desilusión de Jenette fue un calco de la suya. Un silencio tenso cayó sobre el grupo, que volvió a concentrarse en la cena.
Cuando Michi arrojó el plato al interior del caldero y se puso de pie, Travers también se incorporó. Parecía incómodo, avergonzado.
—Ah… antes de irnos —dijo, sacando un papel arrugado del bolsillo. Un alfiler con la cabeza lacada mantenía las hojas juntas—. Tengo un nombre y una dirección que daros. Os ayudará.
—¿Yakuza? —Travers asintió. Michi alzó la mano en un gesto de negativa—. Poseo mis propios contactos.
—No con este grupo. Los necesitaréis —insistió, extendiendo el regalo.
Dechan no lo creyó. Los contactos de Vic con el mundo criminal les habían sido de utilidad en el pasado, pero ahora Michi estaba metido en política. Además, nunca le había gustado verse involucrado con ese tipo de gente. Siempre terminaba sintiéndose sucio.
Michi hizo de pronto un gesto brusco y aceptó la carta que le ofrecía.
—Domo arigato.
«¡Por la Unidad!», exclamó mentalmente Dechan. ¿Qué le pasaba al muchacho?
—Yo también tengo un regalo para ti —le dijo Michi a Travers, señalando el Níarauder verde brillante—. Por favor, cógelo. No podré usarlo allí a donde voy.
—Me es imposible —protestó el otro, sacudiendo con énfasis la cabeza—. Es el Mech del Cazador de Recompensas, y ése eres tú.
—Ya no. He llevado el traje blindado mientras me fue de utilidad. Me permitió entrar de nuevo a salvo en el Condominio. Al lugar al que pienso ir ahora, la identidad será más que nada un estorbo —explicó Michi. Recogió el casco y se lo pasó—. Ahora tú eres el Cazador de Recompensas.
»Acepta el Mech. Que Cellini pilote el Orion. Te dejo la Nave de Descenso, el traje blindado y la mitad de nuestros fondos. Necesitaré algo de dinero reunido. —Abrió un compartimiento que había en el costado de la plancha pectoral que llevaba puesta. Del interior oscuro extrajo un libro muy usado. El solidógrafo de la tapa se hallaba arañado y rayado. De los laterales abiertos sobresalían unos papeles, la mayoría manchados y amarillentos por los años de uso, y unas láminas de plástico de varios colores, unidos por un cordón de color sangre reseca. Le arrojó el fajo a Travers—. También la tradición es tuya.
Éste cogió el libro y se lo llevó a la frente, inclinándose ante Michi y sorprendiendo a Dechan con esa muestra de formalidad.
Michi se volvió hacia Dechan y Jenette.
—Si aún deseáis acompañarme, hemos de partir de inmediato.