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Ciudad Deber, Benjamín

Distrito Militar de Benjamín

Condominio Draconis

8 de octubre de 3030

Desde su punto de privilegio al otro lado de la calle bulliciosa, Dechan Fraser observaba a los tres hombres andar con jovial camaradería. Oculto bajo el techo de un puesto de espaguetis, aguardó hasta que doblaron por una calle lateral. Mientras dejaba el taburete y se encaminaba rápidamente hacia la esquina, le hizo una señal con la gorra a Jenette Rand. Una mirada a su alrededor le confirmó que los objetivos continuaban la marcha sin haberse percatado de su presencia. Suspiró aliviado al ver el carril vacío de tráfico inocente. A su espalda, un repentino estrépito atrajo la atención de la multitud que había en la calle.

Dobló sigilosamente la esquina justo en el momento en que el trío se paraba ante una puerta desnuda que había empotrada en una vieja estructura de ferrocemento. Mientras titubeaban, intentando confirmar la dirección apenas legible en la pared, una figura con un traje blindado salió del ensombrecido costado del callejón en el lateral del edificio. Unos débiles rayos de sol resplandecieron sobre el enorme cañón del arma que empuñaba.

Los tres reaccionaron con rapidez. El más alto, que ya se había puesto en movimiento antes de que el asesino atravesara el callejón, se hizo a un lado. El tipo bajo y corpulento, que estaba en la retaguardia, metió la mano en el abrigo con la clara intención de sacar su arma. El tercero, un pelirrojo, se plantó delante del primero. Apenas se le vio el brazo cuando arrojó algo y gritó:

—¡El Cazador de Recompensas!

Cualquier otra palabra fue ahogada por el ensordecedor disparo del Crowdbuster del hombre.

Los tres kuritanos vestidos de negro se desplomaron sobre el pavimento lleno de basura.

Dechan se les acercó y rápidamente les quitó las armas. Espadas y pistolas se juntaron en un montón irregular. El otro sacó un cuchillo negro de su uniforme de salto antes de unirse a su socio en el cacheo de los cuerpos. Dechan pensaba que era muy probable que el arma estuviera envenenada.

Completó la inspección del pelirrojo.

—Este no tiene los papeles.

Su socio asintió con un gesto de cabeza, concentrado en hacer girar el fornido cuerpo del kuritano. Dechan se ocupó del tipo alto, esperando que la distracción de Jenette mantuviera a la multitud fuera del callejón el tiempo suficiente hasta que se hubieran ido.

—Panati. —El tono del hombre sonó monótono y definitivo, convirtiendo el nombre en una sentencia de muerte—. Esta vez no escaparás.

Dechan alzó la vista sobresaltado. Parecía imposible que por fin hubieran abatido a una presa tanto tiempo buscada. Su socio parecía reticente a entrar en acción. «Muy bien, amigo mío —aprobó en silencio—. Disfruta de tu buena suerte». Volvió a concentrarse en su tarea. La sorpresa por el descubrimiento de su compañero se tornó en temor cuando reconoció al hombre que estaba registrando.

—¡Por la Unidad! —Se incorporó, soltando el brazo del kuritano. Cuando la mano del hombre caído golpeo el pavimento, un gemido escapó de sus labios. Dechan retrocedió dos pasos y tropezó con la armadura de su amigo, que se hallaba contemplando al que había identificado como Panati—. Olvida a tu asesino. ¡Hemos cogido a Theodore Kurita!

El otro lo apartó y se acercó para confirmar la identificación.

—¡Vaya suerte! —exclamó Dechan—. Tenemos en nuestras manos al hijo de Takashi. Ahora ya puedes vengarte de Kurita.

—No.

Se mostró perplejo por la respuesta monosilábica.

—Pensé que creías que toda la familia era responsable de los actos de un solo miembro.

—Es verdad que el grupo es responsable de las acciones de un miembro individual.

—Entonces, podemos matarlo y acabar de una vez. Una vida kuritana para satisfacer tu venganza. No tendremos que arriesgar el cuello tratando de matar al Coordinador.

—No es así de sencillo. Esto es una venganza. Únicamente los individuos responsables son los objetivos.

Un gemido procedente del sujeto de su conversación los hizo callar. Bajó la pistola para cubrir a Theodore mientras se incorporaba atontado. Dechan avanzó para sujetar al aturdido kuritano.

—Debió de esquivar la mayor parte de la carga gracias al pelirrojo.

—Eres escoria, Cazador de Recompensas —graznó Theodore—. Un asesino. No tienes ningún derecho a la venganza.

—No es mi deseo matarte, príncipe Theodore. El hombre llamado Panati debe morir, me entregues o no los papeles.

—No tengo ni idea de lo que estás hablando. Si matas a Panati —san, serás perseguido como el perro que sin duda eres.

—Poseo el derecho de la venganza para matarlo —insistió.

—No. ¡Eres una basura! ¡Un asesino de alquiler!

El hombre armado permaneció inmóvil durante un momento. Luego, apartó la mano izquierda del arma y la introdujo debajo del casco. Dechan reconoció el sonido de los sellos del traje al abrirse. Con un suave movimiento, se lo quitó y, al soltarlo, cayó con un ruido metálico sobre el pavimento.

Dechan notó la sorpresa de Theodore cuando vio la cara de su socio. Ya no mostraba las tersas facciones de su juventud. Una cicatriz le recorría la mejilla izquierda y le llegaba hasta el ojo, donde desaparecía bajo su cabello negro, ahora pegado al cráneo debido al sudor. El ojo había sido destruido por la terrible herida. El lechoso blanco del iris mostraba un marcado contraste con el marrón profundo del otro.

—Soy Michi Noketsuna —anunció—. Casi todo mi pasado carece de importancia. Durante años serví bajo el mando de Minobu Tetsuhara como oficial de su plana mayor. Fue atrapado en una situación de la que no había escapatoria, y yo lo acompañé en el seppuku que se vio obligado a cometer por su honor. El oprobio de unos hombres lo llevaron a ese fin, y juré que pagarían por ello.

»Perseguí al Señor de la Guerra Samsonov, quien lo había traicionado en Misery. También quería perseguir a los agentes que prepararon los sucesos que desembocaron en aquella última felonía.

»Lamentablemente, el principal instigador de la innecesaria muerte de mi señor, Jerry Akuma, murió en An Ting. Sin embargo, dos hombres le ayudaron a realizar sus planes: Quinn y Panati, asesinos que mutilaron y habrían matado a mi señor en su intención de culpar como traidores a los Dragones de Wolf. El hombre que te mantiene inmóvil tuvo el honor de causar las muertes de Akuma y Quinn; sin embargo, Panati se me había escapado hasta ahora. Fue él quien colocó la bomba que mutiló a Tetsuhara-sama, y exijo su muerte.

Michi calló, y el silencio se prolongó lo suficiente como para que Dechan se preguntara si su socio había decidido ocultar el nombre de su última presa. Entonces, aspiró una profunda bocanada de aire y continuó:

—Mi venganza tiene otro objetivo más: Takashi Kurita. Él fue quien preparó el plan para desacreditar a los Dragones. Fue él quien le ordenó a Tetsuhara-sama que comandara las fuerzas asignadas a destruir a los Dragones. Sabía que mi señor se había hecho amigo de Jaime Wolf, y que el hecho de verse obligado a enfrentarse a él en el campo de batalla sería intolerable. Si hubiera ganado aquella amarga lucha en Misery y matado a su amigo tal como su deber lo requería, se habría visto avergonzado. Tetsuhara-sama sabía que Jaime Wolf y sus Dragones eran inocentes de los asquerosos crímenes que les imputaban. No había ningún honor en destruir a un amigo, a un hombre al que consideraba más que a un hermano. Aun así, obedeció sus órdenes lo mejor que pudo.

»No necesito contar el castigo para un samurái que desobedece a su señor. Sin importar cómo podría haber terminado la batalla de Misery, Tetsuhara-sama se vio enfrentado al seppuku como la única salida honorable.

—Te pido disculpas —dijo Theodore—. Tienes motivos para la venganza. Panati es tuyo.

Michi inclinó la cabeza; luego, se acercó al asesino, que estaba sin sentido. Ladeó la muñeca y, tras extraer una hoja de acero de su chaleco, la abrió con un sonido suave. Se arrodilló al lado de Panati y murmuró:

—La muerte que te doy es demasiado buena para el asesino cobarde que eres. No sufrirás dolor alguno por lo que has causado.

Colocó el filo del cuchillo contra el blando tejido de su cuello. La hoja vaciló sólo un instante antes de cortar el cartílago que había entre las dos vértebras cervicales. La cabeza de Panati se liberó de su cuerpo y la sangre manó en un chorro, manchando el cadáver y el suelo. Michi agitó la muñeca, limpiando el lustroso acero. El arma retornó con un siseo a su funda oculta.

Dechan, absorto en la acción de su socio, quedó sorprendido por el repentino movimiento de Theodore. Casi en el instante en que sintió las manos del kuritano sobre él, estaba volando por el aire. Theodore alargó el brazo al montón de armas y cogió la que se encontraba arriba, una katana. Sacó la espada con un silbido de la hoja. Michi giró en redondo, y el cañón de su Crowdbuster se alzó para cubrir al armado Theodore.

—No te muevas, Noketsuna. He de oponerme a ti.

Dechan se puso de pie con la pistola en la mano.

Reacio a disparar por detrás de Michi, aguardó a que su socio hiciera un movimiento.

—¿Crees que Takashi Kurita es inocente? —preguntó éste al desafiante Theodore.

—No lo sé. Pero he de enfrentarme a ti por mi propio honor y por el bienestar del Condominio. No puedo permitir que quedes en libertad para atacar al Coordinador.

—No dispones ni de una oportunidad contra mi arma —explicó con calma—. Podría destrozarte de un solo disparo y luego marcharme.

—He de intentar detenerte si insistes en continuar con tu venganza en este momento. Si te vas y me dejas con vida, te perseguiré.

Michi clavó la mirada en la del hombre más alto. Ninguno se movió durante un largo minuto. Dechan experimentó un escalofrío. Odiaba cuando los malditos Dracas se ponían místicos.

Michi bajó el arma y la guardó en la funda, que colgaba de su hombro izquierdo. Luego se inclinó en una reverencia, rígida y ceremoniosa.

—Saludo tu decisión.

Theodore cambió la espada de mano. Soltó la derecha y dejó que la izquierda cayera al costado. La espada descansó con soltura en su mano, apuntando hacia el cielo. Le devolvió la inclinación de cabeza.

—El Condominio no puede perder al Coordinador en este momento —insistió.

—Contendré mi venganza si logras probar que Takashi Kurita es inocente —ofreció Michi.

—Ahora mismo es imposible. He de atender otro asunto más importante: la supervivencia del Condominio Draconis.

—Debe sobrevivir —acordó Michi—. Dame un día para cumplir una obligación y te ayudaré en tu empresa.

Theodore asintió en el acto.

—Será un honor, Noketsuna-san.

Dechan se rascó la cabeza, confundido por el repentino cambio de la situación.