18

18

Palacio de la Unidad, Ciudad Imperial, Luthien

Distrito Militar de Pesht

Condominio Draconis

1 de diciembre de 3026

Los dos hombres protegidos con armaduras daban vueltas en círculo con cautela, las armas empuñadas. Cada uno buscaba una abertura en la defensa de su oponente. De repente, el más alto abandonó toda lentitud y se lanzó hacia adelante, con la punta del arma dirigida hacia el cuello del otro. Su objetivo se apartó un poco a la izquierda, dejando en el punto de impacto sólo vacío. Un sonido agudo y crepitante llenó el aire cuando el shinai de su adversario dio en el do del hombre más alto.

—Un buen golpe —alabó Takashi Kurita, retrocediendo para saludar a su contrincante con su propia espada de bambú. Quitándose un guante que sujetó bajo el brazo, alzó la mano y se sacó por encima de la cabeza el men, máscara de esgrima y protección del cuello al mismo tiempo—. Es agradable probar tu shinai contra el mío una vez más, viejo amigo.

—Sí que lo es —acordó Subhash Indrahar, despojándose también de la máscara—. Con más práctica, puede que mejores tu embate de men.

—¿Mejorarlo? —cuestionó con suspicacia Takashi—. Eres incapaz de desviarlo cuando me concentro.

Subhash inclinó la cabeza, sonriendo todo el tiempo.

—Pero no siempre lo haces.

Notó que el Coordinador analizaba el segundo significado de sus palabras. De vez en cuando, como ahora, le parecía útil hablar con frases cuyo doble sentido eran una delicada censura que lo incitaba a mejorar el cumplimiento de su deber. Casi era un juego entre ellos.

—Y la de hoy es la sesión de estrategia, ¿verdad?

—Es como tú dices, Tono. Sin embargo, estabas distraído. ¿Otra vez Theodore?

—Es mi preocupación constante —concedió Takashi—. Ha pasado más de un año con la basura de la Legión de Vega. Uno pensaría que prefiere a esos rufianes que a los cortesanos de Luthien.

—Le has dado pocas posibilidades de llegar a conocer la corte.

—No es segura. Hay demasiadas intrigas, demasiados villanos sin escrúpulos que podrían tratar de convencerlo para que se uniera a sus planes traicioneros tal como sucedió en Rasalhague.

—Ya ha dejado de ser un niño, amigo mío —se atrevió a decir Subhash—. Necesita aprender a sobrevivir en ella.

—Primero debe deshacerse de sus fantasías de batalla —estalló Takashi con repentina vehemencia—. Los únicos mensajes que recibo de él son planes descabellados para conquistar la Mancomunidad de Lira y educadas negativas a tomar en consideración a cualquier mujer que le sugiero como esposa. Los informes de Marfik dicen que está contento con esa farsa de estar al mando de soldados, contento de jugar con su concubina. Después de todos estos años, sigue sin comprender las exigencias del reino.

—Ciertamente, son enormes. Tono —dijo Subhash con tono conciliador.

Poco más podía hacer. Takashi aún se negaba a aceptar que Theodore nunca sería el hombre que él deseaba. Por supuesto que se lo podía guiar, pero no con sus tácticas de fuerza. La terquedad del Coordinador era en sí misma una amenaza para la continuidad del gobierno de la Casa Kurita, y, por lo tanto, para el Condominio Draconis. No obstante, Subhash sabía que si se le oponía abiertamente, sólo conseguiría debilitar su posición y que le resultara más difícil defender el Condominio.

Éste vivía un peligro cada vez mayor. Necesitaba la entera atención de su Coordinador, y Subhash pretendía que nada lo impidiera.

—¿Has leído mis informes, Tono? —preguntó, quitándose la armadura.

—Sí. Esta mañana —respondió Takashi, haciendo lo mismo con su do—. ¿Estás seguro de que esa aventura de Davion ha terminado?

—Eso parecería.

En los últimos tres meses, se habían producido movimientos masivos de tropas a lo largo de la frontera de Davion. Diez regimientos de BattleMechs y cien unidades convencionales habían estado involucrados en algo llamado Operación Galahad. No terminó siendo el comienzo de una guerra, tal como Subhash había temido. Sólo unas fuerzas menores de ataque habían cruzado al espacio del Condominio. La Casa Davion había realizado grandes gastos «con el fin de demostrar la preparación de la Federación de Soles para repeler a unos invasores hostiles». Sabía que el príncipe Hanse Davion, a quien muchos llamaban el Zorro, debía albergar algo más en su mente, pero, de momento, sus agentes de las FIS no habían descubierto nada.

Takashi finalizó de colocar la armadura en el soporte y se encaminó hacia las duchas. Subhash lo siguió, dispuesto a dejar que fuera él quien determinara el siguiente paso de la conversación. No volvió a hablar hasta que se hubieron quitado el sudor del ejercicio y comenzado a vestirse.

—Tu evaluación de nuestros aliados es desoladora.

—No informo de fuerzas cuando no existe ninguna. Si el príncipe Davion inicia una guerra, no deberíamos esperar mucho de nuestros aliados de Kapteyn.

Los dos sabían que la carencia de aliados confiables era una debilidad. Un hombre de visión ya no podía pasar por alto la alianza cada vez más fuerte entre la Federación de Soles y la Mancomunidad de Lira, sus peores enemigos. Cualquier gobernante en sus cabales temería tal combinación.

—Hemos de fortalecernos si el Zorro determina que vamos a ser su presa —dijo Takashi.

—Nuestra fuerza aumenta. El experimento con la Ryuken ha demostrado su valía. Recomiendo una expansión.

—Parece razonable —concedió.

Sabía que el Coordinador no tomaría una decisión final hasta después de haber consultado con los Señores de la Guerra, pero daba la impresión de estar inclinado a dar el paso.

—La Ryuken y la Genyosha serán muy importantes si no conseguimos retener a los Dragones de Wolf.

—Sí, los Dragones. Tu informe no era muy específico. ¿Cuál es la situación real allí?

—Nuestros planes están en movimiento, Tono. Su deuda aumenta día a día, y nos preparamos ante la eventualidad de que no caigan en la trama del «almacén de la compañía». Allí donde los Dragones se nieguen a suministrarnos material por medio del soborno, me he encargado de que los manufacturemos nosotros. Hemos sido muy afortunados al encontrar a una Natasha Kerensky convincente.

Takashi asintió con solemnidad mientras se enfundaba su sencillo traje de salto de soldado, que solía usar en las ocasiones militares.

—No quiero que los Dragones dejen el Condominio —aseveró con firmeza.

—Les transmitiré tus deseos a nuestros agentes, Tono.

—Entretanto, hemos de atender las cuestiones más inmediatas de la estrategia del reino para el año próximo.

—Así es, Tono —acordó Subhash, satisfecho de que, por el momento, Takashi hubiera olvidado las desavenencias con su hijo. Ahora el Coordinador aplicaría su gran astucia a los problemas importantes—. Los Señores de la Guerra te esperan.

—Entonces, pongámonos a trabajar.

Subhash se sintió satisfecho por la resolución que notó en la voz de Takashi. Su trabajo había tenido éxito. Mientras se encaminaban hacia el edificio principal del palacio, dijo:

—Permite que te preceda yo, Tono. Será mejor si el Coordinador no da la impresión de favorecer a las FIS por encima de los Señores de la Guerra llegando en compañía de su director.

—Como siempre, amigo mío, tienes razón. Indrahar inclinó la cabeza y continuó hacia la corte, complacido de que Takashi estuviera bien preparado para reunirse con su concejo.