57

57

Palacio del Kanrei, Ciudad de Deber, Benjamín

Distrito Militar de Benjamín

Condominio Draconis

28 de diciembre de 3038

Dechan Fraser y Jenette Rand le hicieron una reverencia al Tai-shu Kester Hsiun Chi. El Señor de la Guerra se había dirigido hacia ellos tan pronto como la reunión de estrategia finalizó. El hombre de cabello blanco sonrió con alegría, y su rala barba se agitó al compás de sus palabras.

—Me complace que los dos sirvan en mi Distrito de Galedon.

—No fue nuestra primera elección —gruñó Jenette.

Dechan le dio un codazo por su falta de modales. Ella exhibió una mueca de irritación, pero Tai-shu Chi se rio, desvaneciendo la tensión, y Dechan se dio cuenta de inmediato de que este hombre era diferente del último Señor de la Guerra de Galedon que él conociera.

Tan pronto como dejó de reírse, colocó un cigarrillo entre los dedos de su mano artificial. La blancura del papel contrastó con el color negro del bioplástico de la prótesis cuando lo alzó para que un asistente se lo encendiera. Le dio una profunda calada antes de clavar su astuta mirada en ellos.

—Entonces, aprecio su dedicación al deber. Si no me equivoco, su experiencia previa resultará muy útil. ¿Conoce el distrito?

—Demasiado bien —afirmó Dechan.

—Incluso las experiencias desagradables pueden resultar iluminadoras —expuso Chi, haciéndoles un guiño—. En una ocasión conocí a su coronel Wolf.

—Ya no mantienen ninguna relación con él —le recordó Theodore, acercándose.

El Kanrei parecía un gigante al lado del minúsculo Tai-shu, pero Chi no mostró el menor indicio de intimidación por su rango o por su imponente presencia física. Dechan fue incapaz de discernir si era por la familiaridad que tenía con el Kanrei o por el carácter afable de Chi. El Tai-shu sólo esbozó una sonrisa enigmática, dejando que Dechan se preguntara qué había oído el Señor de la Guerra acerca de las circunstancias de la marcha de Jenette y suya de los Dragones.

—Como les decía —continuó Chi—, conocí al coronel Wolf en la última visita realizada a Luthien. Es un hombre notable, muy competente en su trabajo. He de reconocer que lo admiro profundamente. Lo que sucedió después fue de lo más lamentable.

—Estoy convencido de que al viejo Wolf le halagaría escucharlo —señaló Ninyu cuando él y Fuhito se unieron al grupo—. Theodore-sama, ¿no podrías haberme encontrado un trabajo más útil que ser la niñera de ese pirata y sus compinches en Dieron?

Chi expulsó una gran bocanada de humo, que hizo lagrimear los ojos de todos y cortó la respuesta del Kanrei al obligarlo a toser.

—Sabía que Noketsuna tenía un pasado de lo más inusual, incluso mayor que el de mi simiesco aliado Shotugama, pero al parecer implantó muy bien el orden en su distrito. Desconocía que fuera un pirata. ¿Es verdad, Theodore, que permite que los bárbaros dirijan uno de nuestros distritos más importantes en vez de confinarlos a las filas de las FIS?

—Se muestra impertinente, Tai-shu Chi —dijo Ninyu, con un tono claro de advertencia en la voz y en los tensos músculos de la mandíbula.

—Sin embargo, demuestra que tiene razón con tus malos modales, Ninyu-kun —corroboró Theodore, riéndose entre dientes.

Los otros siguieron el camino del Kanrei, fingiendo que el intercambio había sido gracioso y, así, evitar el conflicto. Dechan encontró esa reacción muy kuritana, aunque notó que la lenta sonrisa aparecida en el rostro de Ninyu no se extendió a sus ojos.

—En lo referente a tu destino, Ninyu-kun —prosiguió—, no hay cambio alguno. Irás a Dieron porque necesito tus conocimientos especiales en aquel frente. Deberás entenderte con el Tai-shu Noketsuna lo mejor que puedas.

Dechan pensó que preferiría ser el tercer pasajero de un Locust con un giróscopo averiado y un actuador de una pierna defectuoso que estar cerca de esos dos. Ninyu había sentido un rechazo instantáneo hacia Michi tan pronto como éste entró en el shitenno de Theodore, y Michi, aunque menos expresivo acerca de sus sentimientos, había experimentado lo mismo. Jenette justificaba la antipatía de su amigo como las secuelas de la furia por los acontecimientos que condujeron a la muerte de su mentor, Minobu Tetsuhara. Dechan no estaba tan seguro. Conocía a Michi desde mucho antes y tenía la fuerte sensación de que existía algo más detrás de la reacción de su amigo.

Parte de esa enemistad se había volcado sobre Jenette y él mismo, ya que estaban conectados con Michi. Ninyu aprovechaba cualquier oportunidad para ridiculizarlos, y no cesaba de recordarle a cualquiera que quisiera escucharle cuáles eran sus orígenes. Toda la situación no ayudaba a mejorar su ya precaria posición en el Condominio. Sin embargo, los años pasaron rápidamente, perdidos en los ejercicios tácticos y de entrenamiento, y Dechan descubrió que le gustaba el trabajo. Enseñar a los nuevos reclutas resultaba fácil, pues se mostraban ansiosos y muchos prometían; su fe en el bushido les proporcionaba una fortaleza sólo vista antes en los Dragones.

Pero a pesar del placer que encontraba en impartir sus conocimientos, esos años fueron muy solitarios. Jenette y él, con la sombra de su asociación con los Dragones de Wolf pendiente sobre sus cabezas, recibieron pocas muestras de simpatía de los a menudo suspicaces kuritanos, y no tenían ningún amigo de verdad. Sabía que sin ella jamás habría aguantado tanto. Salvo con Kowalski, el Tech, Asano y Tetsuhara, se encontraba a gusto con poca gente. Aún le parecía increíble que Fuhito fuera el hermano del viejo Hombre de Hierro en persona. Aunque Theodore se mostraba cordial, jamás consiguió intimar con él, a diferencia de su esposa Tomoe, quien les demostró una gran amabilidad, a pesar de que se la veía muy poco.

Dechan buscó con la vista a Michi entre los oficiales presentes, pero no lo encontró. «Probablemente, ya se haya marchado a Dieron —pensó con amargura—. Ahí termina la idea de pasar un rato con viejos amigos». Desde que lo habían nombrado Tai-shu de Dieron, se había vuelto poco comunicativo, y respondía a sus mensajes con fría brevedad, cuando no los pasaba por alto. Los había abandonado, dejándolos atrapados en su promesa de ayudar a Theodore a proteger su reino, y les había dejado poca elección, salvo cumplirla. Dechan esperó que para entonces ya habrían satisfecho dicha promesa.

La invasión de la alianza Davion-Steiner que Theodore había predicho debía, para bien o mal, haber sucedido, pero incluso el aguzado instinto del Kanrei había quedado anulado por los acontecimientos ocurridos en los últimos años. El establecimiento de la República Libre de Rasalhague había potenciado los sentimientos secesionistas por toda la Esfera Interior. La Liga de Mundos Libres había perdido el poderoso Ducado de Andurien, y Duncan Marik había alcanzado la Capitanía para lanzar una campaña con el fin de recuperarlo. También la isla de Skye amenazó con la separación. En respuesta, Hanse Davion había movilizado tropas para mantener unido a su bisoño imperio por medio de la fuerza, pero las duras medidas adoptadas resultaron ser innecesarias cuando Ryan Steiner logró solucionar la cuestión con un acuerdo pacífico, humillando al Zorro. Muchos integrantes del Condominio esperaron que Davion enviara a esas mismas tropas a atacarlos, pero no fue así.

El Kanrei Theodore aseguró a sus oficiales que Davion todavía no los atacaría, ya que el Zorro esperaría que el Condominio relajara su vigilancia. Disfrutaron de un aplazamiento, pero les advirtió que Hanse Davion vendría con sus láseres escupiendo energía tan pronto considerara que disponía de ventaja.

Ahora ese ataque se cernía sobre el horizonte. La Liga de Mundos Libres se estaba lamiendo las heridas. Thomas Marik había recogido los pedazos dejados tras la muerte de Duncan Marik en la batalla y, con éxito, había reintegrado a Andurien a la Liga. El intento oportunista de Romano Liao de imponerse fue aplastado. Las tropas Steiner convergían en Skye, y varias unidades claves de las Fuerzas Armadas de la Federación de Soles habían desaparecido de sus puestos, tal como hicieran al iniciarse la Cuarta Guerra. El sentimiento davionista crecía cada vez con más fuerza en los mundos del anterior Pulgar de Galtor, mientras que los propios intentos de Kurita de despertar los movimientos nacionalistas en la antigua República Libre de Tikonov resultaron menos exitosos. No pasaría mucho tiempo antes de que Davion atacara.

—Si podemos intimidar a Steiner, seremos capaces de concentrarnos en Davion.

Ese comentario preciso, que encajó con la cadena de pensamientos de Dechan, le devolvió al hilo de la conversación.

—No hables de ellos como componentes aislados —le aconsejó Theodore al joven asistente—. Ahora hay muy pocas cosas que los separen. Las tropas de Steiner están integradas en los Grupos de Combate de las FASF de Davion. Sus oficiales se entrenan juntos, y algunas de las unidades de cada Casa disponen de soldados de la otra Casa. Nos enfrentamos a un solo ejército.

—Es sólo una fachada —se mofó Ninyu—. Es demasiado pronto para que los cambios sean algo más que un simple revestimiento exterior.

—¿Y qué dices de nuestras propias tropas? —preguntó Fuhito—. ¿No es también reciente la lealtad a las nuevas doctrinas militares del Kanrei? ¿No será otra fachada?

—Hasta cierto punto —reconoció Theodore—. Tenemos ciertas rivalidades entre nuestros soldados también entre los oficiales. Sin embargo, nos une la devoción al Condominio. Nuestros enemigos, en su precipitación por unificar sus reinos, son ciegos a la profundidad de las diferencias que separan a sus pueblos Y sus sociedades no comprenden la necesidad del orden y de la fuerza del grupo. Sus líderes ven únicamente lo que desean ver: cooperación y júbilo. Aprovecharemos su ceguera a nuestro favor.

—Como el mensaje que le envió a la arcontesa Katrina Steiner —quiso saber Chi.

Theodore evaluó con la mirada al Tai-shu.

—Sí. Ese uno de los instrumentos de los cuales disponemos.

—Pero dijiste que nuestro enemigo conforma una fuerza combinada —objetó Fuhito—. ¿Por qué te diriges sólo a un líder?

—Para distraerlos. Deseo que piensen que no comprendo su cambio de organización —esbozó una sonrisa socarrona—. Que me subestimen. Mi mensaje potenciará eso.

—Pero ¿cuál es el mensaje? —intervino Dechan.

Theodore titubeó, tal vez porque no deseaba revelar su contenido.

—Simplemente, le advertí a la arcontesa que se mantuviera al margen de cualquier conflicto que surgiera entre el Condominio Draconis y la Federación de Soles. Le señalé que no teníamos ningún interés por luchar ahora con la Mancomunidad, aunque le aseguré que consideraríamos cualquier intervención por su parte como una violación de las convenciones de la guerra civilizada. Le advertí que semejante acto haría que el Condominio dejara de tratar con ella de acuerdo con esas reglas.

—No puede hablar en serio. —La expresión de Jenette fue de aturdimiento e incredulidad.

Dechan se preguntó si la suya era igual. Los kuritanos tenían una reputación infame, que se remontaba a lo largo de los siglos, de haber cometido atrocidades. ¿Estaba el Kanrei preparándose para emular su herencia ancestral? Aunque él y Jenette habían empeñado su palabra en ayudar a Theodore, ya no se sentiría obligado a respetar la promesa si el Kanrei caía en la barbarie.

—Hablo en serio —juró—, como ella bien puede llegar a descubrir y lamentar.