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Palacio de la Unidad,

Ciudad Imperial, Luthien

Distrito Militar de Pesht

Condominio Draconis

14 de marzo de 3034

Subhash Indrahar estudió a Hassid Ricol cuando entró en la habitación. Parecía cansado, agotado por las ordalías de los últimos años. Sus fuerzas y dominios habían sufrido mucho durante la reciente contienda, ahora conocida como la Cuarta Guerra de Sucesión. Su propio ejército había luchado bien en los contraataques del Condominio contra los invasores, pero había sido incapaz de detener a las fuerzas de Steiner. Sin embargo, su presencia en el improvisado concejo de Señores de la Guerra no se debía al éxito limitado en el campo de batalla. Normalmente, no se invitaría a un noble civil a semejante reunión, pero el Kanrei Kurita, su instigador, lo había llamado.

Sólo había tres Tai-shu, o Señores de la Guerra, presentes: Cherenkoff, Shotugama y Chi. Se hallaban ausentes Sorenson, de Rasalhague, y Marcus Kurita. Éste había aducido falta de tiempo para llegar a Luthien, ya que estaba ocupado con la revista de unidades estacionadas en la frontera de la Periferia. Los monitores de las FIS localizaron el origen de su mensaje: Alshain, un mundo alejado de la Periferia y ni siquiera perteneciente a su Distrito de Pesht. Subhash aún desconocía sus motivos, pero sabía que era muy probable que se tratara de una nueva intriga para hacerse con el trono del Coordinador. Alshain se encontraba en el Distrito de Rasalhague. Tal vez su trama también involucraba al otro Señor de la Guerra ausente.

No tuvo tiempo para analizar la posibilidad, ya que en ese instante el Coordinador entró en la estancia. Takashi llamó al orden a la reunión, y apenas llegó cojeando a su sillón le indicó a su hijo que comenzara. Theodore reconoció el gesto brusco con una reverencia educada.

Obayo, caballeros. El Coordinador desea que vayamos directamente a la cuestión que nos ha reunido, y estoy de acuerdo. Nuestro invitado no ha sido garantizado para el Cuarto Negro, pero el director Indrahar ha certificado esta sala como segura. Pueden hablar con entera libertad. Ayer, Haakon Magnusson se declaró a sí mismo príncipe de la República Libre de Rasalhague, y reclamó el gobierno de la mayor parte del Distrito —afirmó con calma—. A pesar de la importancia de estas noticias, no es la causa por la que hoy nos hemos reunido. Tengo…

Takashi se incorporó de su asiento, el rostro contorsionado por la furia. El sillón cayó con estruendo al suelo, dejando marcas en el lustroso e intrincado parqué.

—¡No se tolerará la rebelión! —gritó, con ojos desorbitados.

—Aplastaremos a los ingratos —acordó Vasily Cherenkoff—. Dad la orden. Tono, y mis Regulares de Dieron aniquilarán a los perros traidores.

Theodore alzó la voz para cortar la bravata de Cherenkoff, aunque en ella no había ira.

—Las negociaciones sobre el Distrito de Rasalhague ya se han iniciado.

—Sorenson no lo permitirá —declaró Takashi, abatiendo el puño sobre la mesa— ¡Es leal al Condominio! ¡Es leal a mí!

—Está muerto —le informó Ricol.

Este cerró la boca.

—Se interpuso en el camino del Dragón —observó Theodore.

Subhash analizó la declaración. El Kanrei había informado a las FIS acerca de sus planes con respecto a Rasalhague, pero no se había hablado nada de matanzas. Ni siquiera Ninyu lo había mencionado, y él era el candidato más viable para llevar a cabo el trabajo. He aquí un ángulo nuevo e interesante sobre el niño guiado por él a través de la infancia. El Theodore que tan bien conocía jamás consideraría el asesinato como una herramienta política. «¿Qué otras sorpresas tiene deparadas para hoy?», se preguntó.

—Cada uno de ustedes encontrará nuevos archivos de datos en sus ordenadores —continuó Theodore con voz pausada—. Incluyen el próximo reconocimiento oficial de ComStar del nuevo estado de la República Libre de Rasalhague y una serie de condiciones acordadas por los gobernantes de ese Estado. Coordinador, vuestro archivo también incluye el texto del reconocimiento oficial de la República por parte del Condominio. Necesita vuestra firma.

Takashi alzó la cabeza con indignación.

«Lo has empujado por la dirección equivocada, Theodore, demostrando que aún careces del buen sentido para manejar las situaciones políticas delicadas». Subhash ya sabía que Takashi era difícil de conducir en sus mejores días. Su entrada en el cuarto debió de haber sido una pista de que se hallaba en uno de sus momentos inestables. Por lo menos, no se trataba de un acontecimiento público. Eran los más problemáticos de disimular.

—¡No lo firmaré! —exclamó, poniendo en blanco la pantalla que tenía ante sí. Theodore no prestó atención a sus palabras.

—Muchos de ustedes quizá crean que estas noticias representan un duro golpe para el Condominio. No es así. Diría que estamos amputando el miembro para salvar el cuerpo.

—Harás que nos degollemos —acusó Takashi—. ¡Tus planes no fructificarán!

Abandonó furioso la sala, pasando al lado de los sorprendidos guardias, que intentaron ponerse firmes.

Subhash se dio cuenta de que esperaba que los otros miembros del concejo lo siguieran. «Es un deseo poco razonable, Takashi, viejo amigo», reflexionó.

El resto del concejo permaneció en sus asientos. Los Señores de la Guerra se mostraban incómodos por su reacción y reacios a abandonar la reunión convocada por Theodore. Estaban inseguros de a cuál de los dos poderes del Condominio podían permitirse el lujo de ofender. Ansioso por hallar una respuesta, Cherenkoíf cuestionó a Ricol sobre los acontecimientos acaecidos en Rasalhague. Con sus típicos modales insultantes, dio a entender que el duque había huido de sus responsabilidades. Éste se negó a morder el anzuelo del Tai-shu, pero respondió a las preguntas con toda la educación y distanciamiento de que fue capaz. En el extremo de la mesa, Shotugama y Chi conversaban en susurros con nerviosismo. Subhash observó la tranquila espera de Theodore. En el momento que él mismo habría elegido, hizo sonar su reloj anillo sobre la dura madera de la mesa, atrayendo la atención de los Señores de la Guerra.

—Con la RLR, hemos creado un Estado amortiguador, uno que, prácticamente, nos aislará del enemigo Steiner. Este nuevo Estado es demasiado débil para resistir por sus propios medios, por lo tanto, debemos ofrecerle nuestro apoyo si ha de servir a nuestros fines. Creo que estarán de acuerdo conmigo en que no deseamos que se repita la farsa de la República Libre de Tikonov, donde el perrito faldero del Zorro, Sortek, convocó unas elecciones para que la Federación de Soles pudiera apropiarse del antiguo Estado de Capela.

»Rasalhague recibirá nuestro apoyo como una entidad independiente. Aunque la RLR será autónoma, estará muy endeudada con el Condominio. No perderemos toda nuestra influencia en la región.

»Con este sacrificio, también ganaremos. Los agresores Davion-Steiner se verán obligados a abandonar su fachada pacifista si desean dominar a nuestro nuevo vecino. Toda la Esfera Interior, y la mayor parte de su propio pueblo, verán que los discursos de paz de Davion y Steiner son otra de las mentiras con la que sus amos les alimentan.

—Habéis traicionado a vuestro señor y padre, cachorro desagradecido —rugió Cherenkoff mientras ponía de pie su enorme cuerpo—. No me quedaré mientras escupís palabras que vejan a mi amado Condominio. Ningún oficial decente lo haría. —Con ojos despectivos miró a Shotugama y a Chi—. No lo toleraré. Reclamaré lo que habéis regalado aunque tenga que hacerlo solo.

Con andar pesado, salió de la sala, chocando en su camino con uno de los guardias. Theodore estaba impasible. Se aclaró la garganta y continuó explicando sus planes.

—No vamos a entregar todos los mundos. Unos veinte seguirán bajo nuestro control. Al permitirle a Rasalhague su independencia, hemos obligado a Steiner a demostrar la veracidad de sus supuestos objetivos pacíficos. La mayoría de los planetas que nos arrebataron en la reciente guerra serán reclamados por el nuevo Estado. Deberán entregarlos o, de lo contrario, tendrán que abandonar su postura de que cada Estado debería ser libre para determinar su propio destino. En este momento, nos es imposible controlar esos sistemas conquistados. Con este arreglo, por lo menos podemos negárselos al enemigo.

»Los mundos que permanezcan bajo nuestro control serán reorganizados para formar un nuevo distrito llamado Alshain. Estará compuesto por los restos de nuestro Distrito de Rasalhague y por diez planetas de la Prefectura de Buckminster, y será dividido en tres prefecturas bautizadas de acuerdo con sus capitales: Buckminster, Garstadt y Rubigen.

»Caballeros, deseo su consejo para saber a quién he de nombrar como Tai-shu del nuevo distrito. Ya se ha establecido que el gobernador será el duque Ricol. Fue desposeído de sus dominios en la invasión de Steiner. A pesar de ello, su lealtad hacia el Dragón es fuerte. Así se mostrará diligente. Creo que actuará de forma admirable.

Subhash notó el nerviosismo de Ricol. El duque jugueteaba con el cilindro metálico de un núcleo de computadora colocado sobre la mesa. Se lo veía claramente insatisfecho con la situación, un hombre atrapado en la obligación de desprenderse de su ventaja. Conocía las ambiciones que había albergado Ricol. Para él, debía tratarse de un curso de acción bastante desagradable De acuerdo con la actitud del duque, anticipó la siguiente declaración de Theodore.

—El duque Ricol nos ha traído el núcleo de una biblioteca de la Liga Estelar. Se trata de una valiosa adición al arsenal del Dragón. Una inspección preliminar de su contenido ha hecho que la plana de nuestros consejeros científicos creyera que nos ayudaría a progresar en años en los esfuerzos de reconstrucción y rearme. Se han marcado sectores referentes a la tecnología agrícola y militar para un estudio rápido e intensivo.

Indrahar sabía que la biblioteca podía resultar un gran empuje para el Condominio. Seguro que se trataba de aquella recuperada por el famoso mercenario Grayson Carlyle y su Legión de la Muerte Gris de las instalaciones que había de la Liga Estelar en Helm. Desde aquel entonces, habían intentado distribuir copias del núcleo por toda la Esfera Interior, con la notable excepción del Condominio Draconis. Sus esfuerzos se toparon con unos curiosos impedimentos, como si alguna organización poderosa estuviera tratando de suprimir la información allí contenida. Sospechaba que ComStar se hallaba detrás del asunto, aunque no comprendía por qué. Los agentes introducidos en su organización habían fracasado en adquirir el suficiente rango para informarle de lo que se hablaba entre la jerarquía superior de ComStar.

Ricol se había encontrado con Carlyle en Helm en el 3028. Con toda seguridad, debió de ser allí donde obtuvo una copia. Un hombre verdaderamente leal la habría entregado apenas la hubiera tenido en su posesión, pero el duque había esperado seis años. Ahora se la ofrecía al Condominio, en un intento por recuperar la gracia del Dragón. Ciertamente, era un hombre al que había que vigilar de cerca.

Theodore siguió alabando a Ricol mientras Subhash pensaba detenidamente en la curiosa historia del núcleo. El director de las FIS no dudó ni un instante de que Theodore era consciente de lo que el comportamiento de Ricol enseñaba de su carácter. El Kanrei concluyó su disertación y cambió a un nuevo tema.

—Ahora quiero discutir nuestra posición militar. Por favor, tómense unos minutos para estudiar el resumen que mi plana mayor ha preparado.

Tecleó algo en su ordenador. Mientras los otros miembros del concejo centraban su atención en los datos que transfería a sus pantallas, Subhash receló del tiempo que el Kanrei se tomaba ante su computadora, así que decidió activar su programa espía.

Unas ventanas se abrieron en la pantalla de Indrahar, revelando unas versiones en miniatura de las propias pantallas del Coordinador y del Kanrei. Cada una mostraba una copia del documento de reconocimiento. Mientras observaba, apareció el código para la firma del Coordinador, y la pantalla de éste mostró la autorización para activar la orden de transmisión.

Una rápida introducción de comandos rastreó el destino del documento: la instalación GHP de ComStar. Saldría en la trasmisión del mediodía.

Eres intrépido, Theodore. Y muy confiado.

Se quitó las gafas antiguas y se frotó el puente de la nariz. Subrepticiamente, siguió observando al Kanrei. Parecía relajado, a la espera de que los Señores de la Guerra dirigieran la información que les había suministrado.

Será mejor que vayas con cuidado, muchacho. Mi cariño hacia ti decrece a medida que tu independencia aumenta. Peor aún, le prestas demasiada atención a los aficionados pilarinos.

»Caminas en la cuerda floja. ¿Es que no comprendes que ahora que tienes un heredero legal ya no eres indispensable? Ve con cuidado, Kanrei, ya que no permitiré que pongas en peligro al Condominio.

El Dragón sobrevivirá».