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Sede Militar de Draconis, Pauchung, Xinyang

Distrito Militar de Benjamín

Condominio Draconis

18 de junio de 3031

La sala cavernosa estaba llena con cinco filas de masivos ovoides de doce metros y sus monturas cardánicas. Los técnicos se movían entre ellos, comprobando conexiones y monitorizando los niveles de refrigeración. Iban con cuidado con el fin de no tocar los armazones internos, para evitar que una mano o un dedo quedara atrapado y fuera arrancado por un repentino cambio de orientación en el interior de la estructura esquelética. También tenían cuidado de no quemarse en las cavidades que brillaban anaranjadas debido al calor de los simuladores en funcionamiento.

Desde su puesto en la cabina de control, Dechan Fraser, los observaba con satisfacción. No envidiaba a los Techs que había allí abajo, ya que no disponían de la ventaja de la calefacción que lo mantenía cálido. A pesar del aliento helado y de los dedos entumecidos, lo estaban haciendo bien. Llevaban dos horas de ejercicios, y aún no se había producido ningún fallo en el equipo. Giró la silla para quedar de frente al tablero y comprobó las lecturas. Todo marchaba bien.

Frente a la pequeña cabina, el jefe Kowalski dirigía a su equipo de supervisores y no dejaba de repasar la sintonía del sistema de la computadora que controlaba el funcionamiento de los simuladores. A su lado se hallaba Tomoe Sakade y el Tai-sa Narimasa Asano, de los Genyosha, cuyas tropas eran las que estaban haciendo las pruebas del día.

—Problema tres —anunció Tomoe—. Iniciar a mi señal.

Dechan se inclinó sobre el teclado e introdujo la andanada de artillería principal cuando ella se lo indicó. En un edificio cercano, las formas de los simuladores habían cobrado vida, sacudiéndose y traqueteando en sus pistones y rotando en sus soportes giratorios a medida que personificaban un batallón blindado preparándose para atacar. Los soldados que había dentro de los simuladores lo experimentarían como una verdadera carga en la batalla. Pasados cinco minutos, Dechan quedó complacido por la destreza táctica que mostraban los Genyosha contra los oponentes de la computadora.

—Tus nuevos MechWarriors Genyosha han mostrado una notable mejoría, Tai-sa Asano —alabó.

—Solamente se trata de simuladores, Tai-i Fraser —comentó éste, con la arrugada cara inexpresiva bajo una mata de pelo blanco—. Es muy distinto cuando uno se encuentra en un verdadero BattleMech.

—No disponemos de los aparatos verdaderos para entrenar a los guerreros —se lamentó Tomoe—. Y aunque los tuviéramos, no podríamos permitirnos el lujo de dirigir unos juegos de guerra para que ellos practiquen.

—Entonces, es estupendo que fueras capaz de adquirir estos tanques de simulación —concluyó Dechan.

—Y es una pena que no estén unificados —se quejó Kowalski cuando atravesó la habitación para colocar un montón de discos de computadora delante de Tomoe—. El ordenador tiene serias dificultades al tratar de mantener los parámetros equilibrados entre los diferentes modelos, por no hablar de los distintos fabricantes.

—Es usted quien tiene dificultades, ¿verdad, señor Kowalski?

—Es lo mismo —Tomoe se rio entre dientes—. Kowalski-kun es mitad computadora, o eso afirmaban los otros Techs de la legión. Solían decir que su madre era una MultiMac 2700.

Kowalski frunció el ceño, irritado.

—Es una broma de mal gusto, Sho-sa Sakade.

—Tienes razón, Kowalski-kun —repuso ella, compungida—. Pido disculpas.

—Aceptadas.

—Pero ¿tiene en realidad problemas? —insistió Dechan.

—¿Cómo no iba a ser así? —Se pasó la mano derecha por el pelo corto, dejándolo todavía más desaliñado—. Soy un mortal, miserablemente poco instruido en estos días de perditécnica. Hay tantas cosas que desconocemos de lo que hemos perdido, que me siento a la deriva en especificaciones y programas.

»Los equipos técnicos de los programas de reconstrucción me prestan toda la ayuda que pueden, pero sus miembros tienen tanto exceso de trabajo como yo, y los recursos jamás parecen bastar. Hay demasiados programas, y nosotros poseemos poco conocimiento. Hay tantas cosas que el Kanrei desea que se desarrollen al mismo tiempo… tecnología de combate, trabajo de comunicaciones, agricultura. Tardamos semanas o meses en desarrollar una investigación que un científico de la Liga Estelar sencillamente habría tecleado en su ordenador. Yo soy un Tech. ¿Qué puedo saber acerca del arroz?

»Soy un científico hasta donde alguien pueda serlo en «tos días, pero me es imposible conocer todo, o ser todo. El Kanrei me puso a cargo de la investigación, pero no soy un burócrata. Mi lugar está en un laboratorio. No obstante, podría medir el progreso de algunos de los proyectos si no nos moviéramos tanto. No he permanecido el tiempo suficiente en ningún lugar para hacer algo de forma adecuada.

—Pronto lo solucionaremos —le prometió Tomoe—. Este sistema de entrenamiento ha de ser completamente operativo. Necesitamos llevarnos los tanques de simulación con nosotros cuando el mando de entrenamiento se marche de aquí.

—Otro traslado. —Kowalski suspiró; luego, señaló el montón de discos—. Por lo menos, este proyecto ya está acabado. Los discos te permitirán manejar el sistema con una interferencia mínima de los Techs de las unidades que van a ser entrenadas. Por favor, guárdalos lejos de las manos curiosas de algún MechWarrior que crea que domina las cuestiones técnicas. El equipo ha trabajo muy duro en ellos para que los estropee un mono bienintencionado.

Kowalski tenía más cosas que decir, pero Asano lo interrumpió.

—Problemas abajo.

Señaló a dos figuras que corrían entre las últimas filas de tanques. Uno era un hombre negro con uniforme de MechWarrior kuritano. La chaqueta de batalla al estilo de infantería que llevaba encima ondeaba suelta a medida que atravesaba la planta baja. Había sido adoptada por los Ryuken y la Legión de Vega, imitando la de Theodore, e indicaba que el corredor pertenecía a uno de esos regimientos. La otra figura era una mujer cuyas ropas eran una colección variada de restos de uniformes. Tenía el pelo recogido en una trenza compacta que rebotaba contra su espalda mientras corría. Dechan la reconoció al instante. Su presencia también lo ayudó a identificar al kuritano que iba con ella.

—Son el Sho-sa Tetsuhara y Jenette Rand —anunció.

—¿No se suponía que debían estar en la sede de ComStar supervisando el primer envío de piezas? —preguntó Asano.

La tensión creció en la cabina de control mientras esperaban que subieran la escalera. Dechan se imaginó una gran diversidad de desastres, desde que ComStar renegara del acuerdo hasta que se hubiera reanudado la guerra. Una mirada a la cara de Tomoe le recordó que había otra clase de noticia que Fuhito creería necesario transmitir en persona. Tal vez le hubiera sucedido algo a Theodore.

Entraron tambaleantes con la puerta que Asano les abrió. Dechan cogió a Jenette por los hombros con el fin de enderezarla, y ella le rodeó la cintura con un brazo. Por lo cansados que estaban, debían de haber recorrido todo el trayecto desde el campo de aterrizaje a la carrera. Mientras recuperaban el aliento, Dechan miró de reojo a Tomoe. La mujer había controlado sus emociones y escondido su preocupación detrás de una máscara de tranquilidad.

—¡Sho-sa Tetsuhara, informa! —ordenó.

Fuhito lo intentó, sin conseguirlo. Cerró la boca y tragó saliva para controlar el diafragma. Antes de hablar, sacó la lengua para humedecerse los labios.

—El Coordinador ha ordenado la disolución de los regimientos de entrenamiento. Nos dispersarán por todo el Condominio.

—¿El mando ha sido disuelto? —preguntó Tomoe.

Sacudió la cabeza.

Dechan se sintió aliviado. Miró a Tomoe y le sonrió; ella le devolvió el gesto. Fuhito frunció el ceño ante la reacción obtenida con sus palabras. Asano parecía tan perplejo como él.

—Todo marcha de acuerdo con los planes de Theodore —les explicó Tomoe—. Esperaba que sucediera tarde o temprano, en cuanto su padre se diera cuenta de que teníamos un cuerpo fuerte de soldados leales a nuestro alrededor. La dispersión permitirá que extendamos el programa mucho mas rápido.

—Así se explica tu exigencia de que las tropas se adiestraran a sí mismas en cuanto una lanza hubiera dominado un problema —comentó Asano.

—Exacto —dijo Dechan—. Queremos instruir a los otros regimientos de los SACD con nuestras tácticas. El mando de entrenamiento no podría llegar a todos, de modo que enviamos la mejor alternativa: soldados instruidos y leales. Tan pronto como lo consiga sin llamar una atención especial, Theodore se encargará de que nuestros hombres entrenados sean ascendidos. Aquí hemos estado adiestrando a sargentos, no a soldados rasos. Sabemos que nos es imposible llegar a cada hombre, pero, por lo menos, conseguiremos que los comandantes de lanza y los oficiales conozcan nuestro programa.

—Pero con los batallones divididos, el príncipe Theodore carecerá de una fuerza poderosa preparada —objetó Fuhito.

—No permanecerán separados para siempre —le aseguró Tomoe.

So ka —acordó Asano, asintiendo—. Nuestro príncipe Theodore desarrolla un juego mucho más complejo.