Solo la verdad te libera
Por consiguiente, y llegados a este punto, vemos cómo todo ser viviente que habita nuestro amado planeta disfruta o sufre, se alegra o deprime, y siente de una forma que, pese a ser distinta de la humana en su expresión, no por esto es menos intensa. De ese modo, podemos comprender que, aunque decidamos ser vegetarianos para evitar el sufrimiento animal, estamos creando otro sufrimiento en el reino vegetal.
El ciclo de la vida y la muerte es, sencillamente, inexorable, y si decidimos saltarnos este proceso, es la muerte por inanición la que nos alcanza, ya que incluso a aquellos que piensan que podemos saltarnos el reino animal y vegetal para sobrevivir, y producir sintéticamente nuestros alimentos con el reino mineral, debo decirles que en el mundo de los minerales también existen odios, empatías, reacciones y repulsiones, como si, de una forma muy simple, los minerales tuviesen también su propia inteligencia.
¿Con ello justifico a los reptilianos y su afán por mantenernos como rebaño en esta granja que llamamos planeta Tierra?
Reflexionemos sobre nuestro comportamiento con los seres inferiores: los utilizamos como alimento, como mascotas, como diversión, como mano de obra en duras tareas, como adorno o, sencillamente, como abrigo… ¿Podemos culpar a una especie superior por tratarnos de la misma manera?
Prefiero no ahondar en la respuesta y que sea el lector el que se forme su propia opinión al respecto. Puedo asegurar que esos reptilianos también serán objeto de esclavitud por entes superiores que quizá ni ellos mismos perciban plenamente.
Por consiguiente, ¿debemos odiarlos? Mi respuesta es simple: no los odie, pero tampoco los ame; sencillamente, ignórelos, no defienda su sistema. Tampoco sienta desprecio hacia ellos porque eso ensombrecerá su espíritu y no conseguirá eludirlos.
Mantenga una vida más espiritual y discipline sus emociones, no se deje llevar por ellas, ya que eso alejará a los depredadores de usted.
Recuerdo perfectamente las palabras de Carlos Castaneda en los años sesenta cuando su maestro chamán, Don Juan Matus, un viejo sabio mesoamericano, le confirmaba la existencia de los que denominaba «predadores», entes que cohabitaban entre nosotros secretamente y que se alimentaban de las energías que producían las emociones.
Don Juan le repetía insistentemente que para eludir y alejar a esos «espíritus» invisibles había que cortar su alimento, algo que solo era posible cuando se mantenía una vida en la que se dominaban las emociones disciplinándolas.
Igual que hay personas que no parecen mostrar emociones frente a las alegrías o las malas noticias, hay personas que las muestran de forma abierta frente a los eventos felices o los acontecimientos que el infortunio nos regala.
Mi consejo es que aprendas a disciplinarte y estudies de manera autodidacta el sendero espiritual, eso te hará mucho más humano y serás notablemente menos apetecible a los ojos de los que denomino «reptilianos», que, como sombras en la noche, nos controlan y dominan desde este plano y desde otras dimensiones.
El conocimiento es dolor, pero vivir en la ignorancia no elude el mal, al igual que el ratón no elude a la comadreja al esconderse en la madriguera.
Solo rememorando el viejo axioma comprenderemos cómo afrontar nuestras vidas, y ese axioma no es otro que este: la verdad os hará libres.
Disfrutad del conocimiento y vivid libres.