La prueba definitiva: el efecto Cherenkov
El soviético Pavel Alekseyevich Cherenkov fue, posiblemente, el físico más notable, aunque desconocido, después de la muerte de Einstein. Él y su equipo de trabajo, compuesto por Tamm e Ilya Frank, recibieron en 1958 el Premio Nobel. Pavel descubrió el llamado «efecto Cherenkov». En 1934, cuando trabajaba bajo el mando de Serguéi Ivánovich Vavílov, otro prominente físico, Cherenkov observó la emisión de luz azul en una botella de agua sometida a bombardeo radiactivo. Este fenómeno se asoció a las partículas atómicas cargadas que se mueven a velocidades mayores a las de la luz y que generan también rayos gamma. Este hallazgo resultó ser de gran importancia en el posterior trabajo experimental de la física nuclear.
Cherenkov fue, además, el padre de los nuevos aceleradores de partículas, tecnología desarrollada, en parte, por él y sobre la que está construido el gran acelerador de partículas suizo del CERN. Según sus investigaciones, cuando un artefacto nuclear es detonado, genera rayos gamma que aceleran las partículas atómicas, y se produce una luz azul visible que ha venido a denominarse «efecto Cherenkov». Lo que poca gente conoce es que esta radiación fue claramente visible en el accidente de la central nuclear de Chernóbil, sucedido en 1986. El ingeniero jefe mecánico del reactor número 4 recuerda que, en el momento en que escapaba, pudo ver saltar por los aires la tapa de 2.000 toneladas que cubría el reactor, debido a la presión de vapor generada. Cuando se dio la vuelta, la vio volar y pudo apreciar una potentísima luz azul. Él la describió como un láser que surgía de la zona donde estaba el reactor: estaba observando el efecto Cherenkov producido por los rayos gamma en su espectro visible.
Se da la circunstancia de que el enorme agujero en el que cayeron las Torres Gemelas parece ser que empezó a emanar una misteriosa luz azulada a medida que iban retirando los escombros. Era el efecto Cherenkov, que se hacía mucho más evidente al anochecer.
Evidentemente, y para evitar preguntas sospechosas se tomó una inesperada decisión con la que los conspiradores pudieron camuflar tamaña evidencia. ¿Se acuerdan de aquellos enormes 44 focos azules que se pusieron donde se encontraban las Torres Gemelas, alegando que con ellas homenajeaban a los fallecidos? Ese «espectáculo» luminoso fue llamado Tributo de Luz. Se trataba de dos enormes columnas azules que estuvieron desde el 11 de marzo al 11 de abril de 2002, fecha esta última en la que llegaron al núcleo desde donde se estaba emitiendo la radiación Cherenkov. Los focos eran astutamente encendidos al atardecer y apagados al amanecer. Cuando, finalmente, se retiraron los escombros y se tapó el foso, las luces fueron retiradas y llevadas a un almacén en Las Vegas. Así encubrieron una irrefutable prueba de que allí se había producido una explosión nuclear.
Es posible que incluso hoy en día esa fosa siga generando calor.