El incendio de Roma
El cónsul romano e historiador Dion Casio, que fue contemporáneo de Suetonio, historiador y biógrafo romano en tiempos de los emperadores Trajano y Adriano, afirmaba en sus escritos históricos que el gran incendio de Roma, acaecido en el año 64 d. C., fue responsabilidad del propio emperador Nerón. Más de 300 hectáreas fueron devastadas por la llamas, casualmente en el lugar preciso de la ciudad donde Nerón pretendía construir un nuevo palacio, complejo que contaría con una enorme estatua que ensalzara su efigie.
El problema que Nerón tenía con su proyecto era que el Senado había rechazado la idea de construir lo que se llamaría Domus Aurea, un palacio grandioso que ocuparía 50 hectáreas y que estaría provisto de todo tipo de lujos. Al ver truncados sus planes, Nerón orquestó dicha operación de falsa bandera y, después del incendio, ante los rumores de que él era el causante de tan gran tragedia, se encargó de ofrecer pruebas falsas al pueblo y consiguió culpabilizar a los cristianos de dicha atrocidad, y con ello justificar plenamente su proyecto, según reza el legado del historiador romano Tácito.