La farsa de la operación Gerónimo
Fueron muchos los esfuerzos puestos en marcha desde 2001 hasta 2011 para capturar a Osama Bin Laden. Todas las operaciones ejecutadas para acabar con el presunto terrorista más buscado de la historia parecían terminar en fracaso. Se recibieron «chivatazos» sobre su posible paradero, pero todos resultaron ser pistas falsas, o bien él se esfumaba antes de ser capturado. Era como si tratasen de atrapar a un fantasma, una sombra mediática que se desmaterializaba constantemente.
El 1 de mayo de 2011 se anunció en todos los medios de comunicación que un grupo de unidades de élite, compuesto por los llamados Seals (acrónimo de SEa, Air y Land: Mar, Aire y Tierra), bajo órdenes del Alto Mando de los Estados Unidos, había capturado muerto a Osama Bin Laden en la ciudad de Abbottabad en Pakistán. La operación fue incluso seguida en directo por el propio presidente Barack Obama, quien, reunido con parte de su staff, vio cómo se tomaba la villa donde supuestamente residía el terrorista saudí. Esta acción dio un impulso a la popularidad del presidente, que estaba decayendo y perdía enteros entre sus seguidores, pues la población consideraba que las múltiples promesas que había efectuado en la campaña electoral no se convertían en hechos.
Misteriosamente, ninguna fotografía de Osama Bin Laden muerto trascendió de aquella operación, como tampoco trascendieron los resultados obtenidos de las pruebas de ADN que, supuestamente, se efectuaron al cadáver. Todo esto, sumado a la destrucción del cuerpo, lanzándolo al mar desde el portaaviones USS Carl Vinson, alegando que formaba parte del rito islámico funerario, sinceramente, es más que sospechoso. Nuevamente, todo nos recordó a una operación de encubrimiento al más puro estilo Hollywood.