Black Money (El dinero negro)

Para ejecutar el proyecto del que acabamos de hablar, hemos visto que el país más poderoso del mundo había creado unas directivas que permitían operaciones secretas sin limitaciones ni explicaciones. Evidentemente, esas operaciones tienen que estar auspiciadas por unos presupuestos elevados que no haya que justificar. Si tratamos de explicar de dónde puede obtener el país más poderoso del mundo recursos económicos para crear un programa paralelo, podemos pensar que esas fuentes de ingresos deben provenir de muy diversos sitios.

Inicialmente, en los años cincuenta, antes de la Administración Kennedy, esos grupos disponían de sus propios presupuestos, pero, evidentemente, el despliegue económico necesario tenía que ser inmenso. Como ya pudo ver el lector, desde nuestro punto de vista, todo el programa Apollo de exploración lunar fue, posiblemente, un fraude. Cuando el presidente Kennedy tomó la decisión de enviar un hombre a la Luna, se hizo una estimación preliminar nada, o muy poco, realista, que estimaba su coste en 7.000 millones de dólares. Posteriormente, poco antes de la muerte de Kennedy, James Webb (segundo director de la NASA) entregó al vicepresidente Johnson un presupuesto revisado que alcanzaba una estimación de 20.000 millones de dólares de principios de los años sesenta. Pero el coste final del programa Apollo llegó a la impresionante cifra de 25.400 millones de dólares. Ahora nos hacemos una pregunta. Si el programa Apollo no fue llevado a cabo y todo fue una puesta en escena, el presupuesto real destinado a dicho programa pudo haber sido la mitad y quizá haberse desviado cerca de 12.000 millones de dólares a ese segundo programa paralelo del que estamos hablando.

Tengamos en cuenta que el llamado proyecto Mars One, con el que se pretende llevar seres humanos a la superficie del planeta Marte, se ha estimado que costará aproximadamente 6.000 millones de dólares del año 2015.

Considerando las tablas inflacionistas desde 1963 hasta el año 2015, en las que se puede ver que lo que se podía comprar con 1 dólar de 1963 hoy en día cuesta 6,5 dólares, llegamos a la conclusión de que el costo final del programa Apollo, a fecha actual, hubiera llegado a ser de 165.000 millones de dólares, con lo cual nos parece muy extraño que el proyecto Mars One, que requiere de una tecnología que ni siquiera conocemos, valga 27,5 veces menos si lo comparamos con el proyecto Apollo; por consiguiente, podemos pensar que hubo desvío de fondos, aunque no lo podamos afirmar por razones obvias.

Pero las agencias de inteligencia siempre se han financiado irregularmente, algo que salió a la luz en la Administración Reagan durante los años 1985 y 1986 con el llamado Escándalo Irangate, en el que la CIA vendió a Irán un total de 47 millones de dólares en armas, dinero gestionado por el teniente coronel Oliver North a través de una red de cuentas en bancos suizos, utilizando el tráfico de drogas como parte de la financiación para dicha operación.

También la Agencia de Inteligencia se vio implicada en el contrabando de opio cuando apoyó al general anticomunista chino Chiang Kai-She, a quien le proporcionó apoyo logístico para pasar opio desde la zona china a Birmania y Tailandia.

Otro caso apareció en 1980 en puntos donde se recibía el tráfico de cocaína vinculado a la CIA, en la última década de los años ochenta, en el que incluso se hablaba de la posible participación de figuras tales como el propio presidente Bill Clinton, George Bush padre y George Bush hijo, los tres presidentes de los Estados Unidos, así como otras importantísimas personalidades. Esto saltó a la luz en el aeropuerto de Mena, Arkansas, donde aterrizaban vuelos secretos de la CIA con cargamentos que procedían del conocido Cartel de Medellín. Posteriormente, la CIA se investigó a sí misma y llegó a la conclusión de que no tenía ningún conocimiento de actividades ilegales que hubieran ocurrido en dicho aeropuerto. Pero si ya nos parece gracioso que alguien se investigue a sí mismo, el que se redacte un informe público para probar la honorabilidad de sus propios actos hace que la imparcialidad de dicho documento deje mucho que desear.

Podríamos hablar de cómo Michael Ruppert, un oficial de la división de narcotráfico, denunció públicamente a John Deutch en Los Ángeles el 15 de noviembre de 1996, alegando que en su experiencia en la lucha antidroga había visto evidencias que vinculaban a la CIA con el narcotráfico, y esto hace 19 años. Tan contundentes eran las evidencias que, al parecer, tenía Ruppert que creó una publicación titulada From the wilderness, en la que exponía la corrupción gubernamental vinculada al narcotráfico y a la CIA.

Existen más casos, como el denunciado por el periodista norteamericano Gary Stephen Webb, muerto prematuramente en 2004 a los 49 años, quien en su obra Dark Alliance hablaba de la vinculación de la CIA con el contrabando de cocaína. En 2004, Webb apareció muerto con dos disparos de bala en la cabeza, lo que la oficina forense juzgó como suicidio. Seguramente el lector se estará preguntando cómo alguien que está destapando una corrupción tan importante es capaz de pegarse dos tiros en la cabeza si, a partir del primero, es muy poca la vitalidad que queda para darse un segundo.

Como vemos, estas pequeñas «fisuras», que nos permiten identificar fuentes de financiación ilegal, quizá nos permitan ver la realidad que se esconde detrás del bloque de hormigón construido alrededor de las agencias de inteligencia. También se da la curiosa circunstancia —y lo digo para que el lector encaje estas cosas como considere apropiado— de que en el momento en que Estados Unidos invade Afganistán, a finales de 2001, el aumento de la producción de opio en dicho país se disparó multiplicándose por cinco, por seis, por siete, por ocho… Y ahora nosotros nos hacemos una pregunta: ¿cómo es posible que, habiendo tomado un país militarmente y habiendo nombrado un presidente prácticamente a dedo, teniendo así el control político, puedan aumentar tantísimo las sustancias ilegales que se cultivan en el país? Nos hacemos otra pregunta más: ¿quién está detrás del narcotráfico mundial? Pensad que se pueden mover cientos de miles de millones de dólares o euros internacionalmente sin que ninguno de los múltiples países por los que pasan esas enormes cantidades de dinero sean conscientes de dichos movimientos. ¿Cómo es posible que los servicios de inteligencia mundiales, que controlan hasta los más mínimos de nuestros movimientos, como ocurre en algunos casos, no perciban esas grandes actividades económicas ilícitas? Es como echar una red al mar en la que se te escapan los peces grandes y solo entran en ella los peces pequeños, algo totalmente contradictorio.

Otro dato muy revelador es el presupuesto norteamericano de armamento, que se cifró en el año 2011 ni más ni menos que en 607.000 millones de dólares solo en Estados Unidos. Parte de esos fondos, por supuesto, dedicados a actividades secretas. Con todos estos datos y algunos más que se nos escapan, el lector quizá deduzca que sí pueden existir presupuestos de dinero negro desviado a un programa espacial paralelo totalmente secreto.

La conspiración reptiliana
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