La zona oscura

Hemos hablado sobre el gobierno en la sombra y los enormes presupuestos para poder efectuar ese programa paralelo. Pero, evidentemente, hace falta una ubicación donde construir todas esas infraestructuras sin que nadie pueda tener acceso visual a lo que allí está sucediendo. Desde luego, esas zonas existen, y una de ellas es la llamada Área 51.

La Fuerza Aérea de los Estados Unidos comenzó a utilizar en 1941 la base de Groom Lake, conocida como Indian Springs. Por aquel entonces, estaba compuesta por dos largas pistas de aterrizaje para las prácticas de los bombarderos. En el año 1955 ya era utilizada por los servicios de inteligencia en programas como, por ejemplo, el proyecto Aquatone, el programa Oxcart y el programa Tagboard, todos ellos proyectos para el desarrollo de ingenios secretos de alta tecnología vinculados a las Fuerzas Aéreas.

La zona en cuestión es tan secreta que incluso los mapas topográficos que ofrecía el Servicio Geológico de los Estados Unidos solamente mostraban en ella la mina abandonada de Groom. Asimismo, con contadas excepciones, como un expediente de la CIA que en 1967 hacía referencia a esa misteriosa área, son muy pocas las referencias existentes en los documentos oficiales sobre el Área 51. La zona es tan reservada que, en enero del año 2006, el historiador espacial Dwain Day publicó un artículo titulado «Los astronautas y el Área 51: el incidente Skylab», donde cuenta que, en los años setenta, los astronautas residentes en el laboratorio espacial tenían totalmente prohibido fotografiar dicha área. Lo cierto es que en la actualidad, y gracias al programa Google Earth, podemos ver lo que hay en la zona, pero muy posiblemente lo más interesante se encuentre bajo tierra, debido a que los soviéticos en los años sesenta disponían de sus propios satélites espía, lo que obligó a construir todas las instalaciones bajo tierra para evitar que la zona fuese escaneada por el enemigo.

En los comienzos, el Área 51 estaba formada por una superficie rectangular de 10 kilómetros de ancho por 16 de largo. En la actualidad, y según las últimas ampliaciones, ocupa una inmensa extensión de terreno que tiene 37 kilómetros de ancho por 40 kilómetros de largo; el espacio aéreo y las comunicaciones por tierra están totalmente restringidos y se utiliza la más alta tecnología para detectar cualquier forma de intrusión.

Como vemos, es posiblemente el área más secreta del mundo. Sus instalaciones tecnológicas, según varios testigos, se encuentran a gran profundidad y sus accesos exteriores están perfectamente camuflados para evitar su identificación y ubicación. Han sido muchos los testigos que han tenido la oportunidad de ver fenómenos inusuales observados sobre el Área 51, como múltiples avistamientos de ovnis que efectuaban vuelos imposibles a gran velocidad, incluso con giros a 90°, algo imposible para la tecnología aeronáutica convencional.

Existen múltiples teorías, sacadas a la luz por diversas fuentes, que relacionaban esta área con civilizaciones no humanas, e incluso se llegó a decir que dentro de sus instalaciones se efectuaron reuniones conjuntas con extraterrestres; pero ese no es el tema que nos trae aquí. Lo cierto es que de sus instalaciones han salido los artefactos voladores más punteros que en estos momentos surcan los cielos, como por ejemplo el último modelo de Caza F-22. Como vemos, existe una zona en el mundo en la cual se puede estar utilizando tecnología que va 100 años por delante de nuestros sistemas tradicionales de propulsión. Podríamos hablarles de otras ubicaciones en el mundo, como por ejemplo Australia, Alaska u otros sitios donde, presuntamente, existen instalaciones secretas de alta tecnología.

Son muchos los informes llevados a cabo sobre la existencia de bases subterráneas. Ya en los años cuarenta, el aparato alemán descubrió que la única forma de producir y desarrollar armamento, sin que fuera detectado y destruido por el enemigo, era ubicándolo en instalaciones subterráneas situadas al noreste de Alemania, como Peenemünde, donde en el año 1942 se desarrollaron túneles de viento supersónicos preparados para diseñar una aerodinámica perfecta sobre aviones que pudiesen alcanzar ni más ni menos que Match 4.4, cuatro veces la velocidad del sonido; y se produjeron los primeros misiles balísticos V-2, bajo el mando del ingeniero alemán Hans Kammler, quien fue encargado de diseñar, aparte de instalaciones militares subterráneas, campos de exterminio, cámaras de gas y crematorios.

Por consiguiente, podemos afirmar que el número de instalaciones subterráneas secretas desde la Segunda Guerra Mundial ha aumentado de manera dramática, según informes de geólogos, como el de Phill Schneider, fallecido en extrañas circunstancias, quién afirmó que la vasta red de instalaciones subterráneas que existen, solo en Estados Unidos, es en la actualidad inmensa; e incluso postulaban la posible existencia de túneles que las interconectarían, salvando miles de kilómetros de distancia, por los que circularían a gran profundidad trenes supersónicos en los que se desplazaría el personal autorizado.

La conspiración reptiliana
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