El WTC 7
Volviéndonos a centrar en el 11-S, hubo un edificio que no recibió ningún impacto de avión, concretamente el llamado edificio WTC 7 y, sin embargo, también se desplomó, como lo hacen los edificios que son derrumbados por demoliciones controladas. Lo más extraño de este asunto fueron las declaraciones de un oficial de policía que aseguró que Larry Silverstein, propietario del edificio WTC 7, había telefoneado a su compañía de seguros para solicitar la autorización para demoler el edificio con la coordinación con los bomberos. Las demoliciones controladas requieren semanas de preparativos, explosivos especiales y conocimientos de ingeniería estructural para realizar complejos cálculos; por lo tanto, es imposible que todo esto pudiera efectuarse en tan corto espacio de tiempo. ¿No sería que los explosivos estaban ya en el lugar de la explosión? Otro dato sospechoso fue la orden de retirar inmediatamente los escombros tras su demolición, argumentando la búsqueda de personas entre sus restos, pero nadie recuerda que ese edificio ya había sido completamente evacuado antes de derrumbarse29.
También se intentó ocultar el hecho de que ese edificio estaba arrendado en su mayor parte por organismos federales como la Securities & Exchange Commission, que poseía ni más ni menos que unos 10.000 metros de oficinas. Dicho organismo se dedicaba a investigar fraudes fiscales y aquel día perdió «casualmente» la documentación de miles de casos, como la del gigante WorldCom, Enron, y un total de 70.000 millones de dólares presuntamente defraudados por compañías eléctricas californianas.
En el desaparecido WTC 7 también se encontraban las oficinas del Servicio Secreto norteamericano, de aproximadamente unos 8.000 metros cuadrados; las oficinas de la CIA y las del IRS Regional Council, organismo federal encargado de la recaudación fiscal y del cumplimiento de las leyes tributarias, de unos 8.400 metros cuadrados; y, como guinda del pastel, en aquel edificio tenía su sede la Oficina para el Control de Emergencias de la Ciudad de Nueva York, y sus instalaciones ocupaban más de 4.200 metros cuadrados. Como vemos, la «providencia» salvó muchos intereses y destruyó incómodas pruebas de investigaciones en curso. En serio, ¿cree usted que todo esto puede ser casual? Como decía un gracioso personaje televisivo: «¡No se vayan todavía! ¡Aún hay más!».
Se da la sospechosa circunstancia de que Marvin Bush, hermano del por entonces presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, y su primo Wirt Dexter Walker III eran los directores de la empresa encargada de la seguridad en las Torres Gemelas. Quizá ahora entendamos el show del presidente en aquel colegio, durante el cual, a pesar de su cara de inocencia, parecía tener muchos ases en la manga.