El efecto Backster

Pero, desgraciadamente, la inexorable estructura del universo hace que aquellos vegetarianos que intentan evitar causar dolor lo hagan de igual manera, ya que las plantas y el reino vegetal, en general, también sufren enormemente cuando se cercena la vida en ellos.

Fue el especialista en interrogatorios de la CIA Grover Cleveland Backster, más conocido como Cleve, quien en la década de 1960, después de un agotador día de trabajo y al regresar al hotel donde estaba de paso, tras sentarse a descansar y relajarse, pensó: «¿Qué ocurriría si colocase los sensores de la máquina de la verdad a una planta?».

En su habitación había un ficus con unas gruesas hojas, a las que colocó los sensores del galvanómetro que habitualmente utilizaba en los interrogatorios. Cuando puso la máquina en marcha, se dio cuenta de que no marcaba nada significativo, era como si la planta no generase ninguna forma de sentimiento.

Acto seguido, el Sr. Backster sacó un cigarrillo y, en el preciso instante en que encendió el fósforo, el galvanómetro comenzó a registrar nerviosamente una serie de emociones que la planta generaba; Backster apagó el fósforo y el galvanómetro dejó de registrar «sensaciones» de la planta.

Se dio cuenta de que el reino vegetal reaccionaba al entorno y comenzó una serie de investigaciones sorprendentes, con las que descubrió que las plantas no solo tienen sensaciones, sino que también disponen de una peculiar forma de inteligencia, ya que incluso cuando Backster ordenaba a alguien que acercase un fósforo a la planta, pero sin llegar a tocarla, la planta no percibía la amenaza porque, de alguna manera, sabía que no iba a ser quemada, era capaz de entender las intenciones del «atacante».

Backster descubrió que en casos de asesinato, cuando el culpable de haber asesinado a la persona que cuidaba de ciertas plantas pasaba cerca de ellas, las plantas reconocían al sujeto que había matado a aquel que tanto cariño y alimento les había dado, generando una vibración que recogía perfectamente la llamada «máquina de la verdad».

La conspiración reptiliana
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