Hans Baumann
Los músicos de los tejados de Butzelbach

El trompetista Sopla Chatarra vivía en Butzelbach. Tocaba la trompeta en la orquesta del balneario y además daba clases de trompeta. Sus cuatro mejores discípulos eran dos gatas, Claudia y Klara, y dos gatos, Gaspar y Cornelius.

El señor Sopla Chatarra había mandado hacer para ellos unas trompetas especiales con las que tocaban de noche en los tejados… El trompetista estaba orgulloso de los cuatro. La gente de Butzelbach, sin embargo, se quejaba, y también los clientes del balneario.

La policía requirió a Sopla Chatarra para que quitara las trompetas a los gatos y, como se negó, fue despedido de la orquesta del balneario. A los gatos, esto les pareció injusto.

—Así que es por las trompetas ¿no? —preguntó Cornelius, que era el más espabilado.

—Dicen que las trompetas hacen mucho ruido —aclaró el señor Chatarra.

—Se me ocurre algo —apuntó Cornelius y cuchicheó al oído del trompetista.

—Caramba, se van a enterar —dijo éste. Una semana más tarde hubo otro concierto en los tejados, en el que todos tocaban el mismo instrumento. ¿Oboe, trompeta, clarinete? No. ¿Flauta, saxofón, fagot? Tampoco.

Hicieron más ruido que toda una orquesta de viento. ¡Y tocaron a propósito de una manera espantosa! Era un estruendo diabólico, para saltar por los aires.

Naturalmente vino la policía y los bomberos también.

Éstos tendieron la escalera grande y subieron al tejado donde estaban sentados los gatos. Los músicos, con sus instrumentos, bajaron por la escalera a la calle. Formaron delante de la gente y enseñaron los instrumentos. Eran tubos de escape desmontados de coches viejos, de todos los modelos.

—Pedimos perdón —dijo Cornelius delante de toda la multitud que se había congregado—. Sólo queríamos imitar una vez el estruendo que vosotros hacéis siempre. Además —continuó Cornelius—, rogamos al director de la orquesta del balneario que anule el despido del señor Sopla Chatarra.

—Concedido —dijo el director. Precisamente en el tejado de su casa habían dado el concierto los gatos—. Pero, por favor, en el futuro espero que los conciertos sólo sean con trompetas.

—De acuerdo —concluyó Cornelius en nombre de los cuatro.