Irina Korschunow
Yo también quiero ir a la piscina
Me llamo Susana y vivo en una ciudad grande. Hace un año que Sabina y yo hemos empezado a ir a la escuela. Sabina es mi amiga. Vivimos en la misma casa. En la escuela nos sentábamos juntas. Ahora no voy a la escuela. Estoy en el hospital, porque me ha atropellado un coche.
En realidad no puedo comprender cómo me ha sucedido. Nosotras éramos muy precavidas y hemos mirado siempre al cruzar. —Con disco rojo te detienes, con disco verde pasar puedes—. Este verso me lo enseñó mi madre hace tiempo. Sabina y yo lo hemos recitado en voz alta cada vez que estábamos ante un semáforo. Siempre hemos salido de casa con tiempo suficiente, porque queríamos mirar los escaparates. Nos habíamos imaginado un juego, que era de la siguiente forma:
Cada escaparate era de una de nosotras dos y las cosas que estaban dentro nos las vendíamos. Sabina tenía el escaparate de la tienda de cosas para el hogar, de la de zapatos y de la papelería. Yo tenía la librería, la droguería y la tienda de ropa. A veces, con el juego, nos olvidábamos de que íbamos a la escuela y entonces teníamos que correr. Pero nunca hemos cruzado la calle con el disco en rojo.
La semana en que sucedió el accidente, teníamos mucha prisa. Por suerte el disco del primer cruce estaba en verde y también en el segundo. Solo teníamos que cruzar la calle por el paso de peatones.
—Las ocho menos cinco —dijo Sabina—, creo que aún llegamos a tiempo, vamos, corre. —Y corríamos a paso gimnástico. Yo tropecé con una señora. Ésta dejó caer su bolso y empezó a regañarnos. Pero yo no podía detenerme.
No se veía ningún coche cerca del paso de peatones. Al otro lado está la escuela. Yo pensaba en nuestro maestro, el señor Herrmann, que suele enfadarse cuando alguno llega tarde. Quería llegar a tiempo y corrí mientras cruzaba el paso de peatones. Ya no sé más. Vi algo negro y sentí un empujón. Luego he despertado en el hospital. Tenía las piernas escayoladas, las caderas también y me duele todo.
Llevo ya tres meses aquí. Sabina viene a verme a menudo. Me cuenta cosas de la escuela y de lo que hace después. Es verano y ella va con frecuencia a la piscina.
Siempre me pongo triste cuando Sabina me cuenta que estuvo allí. A mí también me gustaría mucho ir a nadar.