12

Vronski y Ana pasaron todo el verano y parte del invierno en el campo, viviendo como los amos y señores de ese santuario de libertad para sus robots en Vozdvizhenskoe, sin dar ningún paso para obtener el divorcio. Ambos sabían que no podían ir a ninguna parte, pero conforme pasaban más tiempo solos, especialmente en otoño, acompañados únicamente por su pequeño ejército de robots, se daban más cuenta de que no soportaban esta existencia y que tenían que modificarla. Su vida parecía tan idílica que no habrían podido desear nada más. Tenían todo cuanto precisaban: una hija, y sus respectivas ocupaciones. La construcción de las fortificaciones, la progresiva mejora del campamento, que pasó de ser un poblado de tiendas de campaña en medio del bosque a un campamento bien fortificado y protegido, interesaba profundamente a Ana. No sólo insistió en que llevaran a cabo esas mejoras, sino que ella misma planificó y propuso buena parte de ellas.

Pero su pensamiento se centraba principalmente en ella misma: hasta qué punto la amaba Vronski, y hasta qué punto podía ella resarcirle de todo a lo que él había renunciado por ella. Él agradecía su deseo no sólo de complacerle, sino de servirle, el cual se había convertido en el único objeto de la existencia de Ana, pero al mismo tiempo recelaba de las amorosas trampas que ella le tendía para retenerlo. Conforme pasaba el tiempo y él se veía cada vez más apresado en esas trampas, sentía el deseo acuciante no tanto de escapar de ellas, sino de comprobar si constituían un obstáculo para su libertad. De no ser por su creciente anhelo de sentirse libre, de evitar una escena cada vez que abandonaba el campamento para comprobar el estado del componente más alejado del primitivo sistema de alarma de que disponían al principio, o llevarse a uno de los regimientos de viejos robots para pasar una jornada dedicada a maniobras militares, Vronski se habría sentido perfectamente satisfecho con su vida. El papel que había asumido, el de capitán de un regimiento de hombres-máquina, le complacía (aunque, como había confiado a Dolly, habría preferido llevarlo a cabo dentro de la sociedad, no fuera de ella). Ahora, después de pasar seis meses desempeñando ese papel, éste le procuraba cada vez mayor placer. Por lo demás, su gestión de la finca, que cada día le ocupaba y absorbía más, era todo un éxito: no se habían vuelto a producir más ataques de los Ilustres Visitantes contra el campamento, y si los agentes del Ministerio habían descubierto su refugio, no habían intentado derribar sus muros.

A fines de octubre, Antipodal regresó de una rutinaria gira de inspección con una noticia sorprendente. Informando de ella al conde Vronski en la más estricta privacidad, describió su encuentro en el bosque con un hombre bajo, que lucía una barba sucia, sandalias de cáñamo y una harapienta bata de laboratorio. Ese hombre parecía haber surgido de la nada y se había negado en redondo a revelar su nombre u otro dato que pudiera identificarlo. Sólo pidió mantener una charla en privado con el conde Alexéi Kiríllovich Vronski para hablar de lo que denominó una «alianza», aunque no dijo con quién ni con qué propósito. Por último, Antipodal le informó de la hora y el lugar fijados para el encuentro: dentro de una semana, en un pabellón de caza en Kashinski, situado a tres verstas.

Hacía un tiempo otoñal nublado, lo cual resulta muy aburrido en el campo, de modo que, mientras se preparaba para el consabido encuentro, Vronski informó a Ana con gesto adusto y frío de su partida, en unos términos que jamás había empleado con ella. Pero, para su sorpresa, su mujer acogió la información con gran compostura, limitándose a preguntarle cuándo regresaría. Él la miró fijamente, desconcertado ante su compostura. Ella sonrió. Él conocía esa costumbre de replegarse sobre sí misma, y sabía que eso sólo sucedía cuando ella tomaba una decisión sobre algún asunto sin revelarle sus planes. Temía la reacción de Ana, pero estaba tan ansioso de evitar una escena que mantuvo las apariencias, creyendo a medias lo que anhelaba creer: que por fin entraría en razón.

—¿No te aburrirás?

—Espero que no. Androide Karenina y yo estamos tejiendo unos estandartes para nuestro pequeño ejército. No me aburriré.

Se esfuerza en adoptar ese tono, de lo cual me alegro, pensó él, de lo contrario volveríamos a las andadas.

Así, después de inspeccionar por última vez las barreras defensivas, Vronski partió para su cita sin pedir a Ana una explicación sobre su actitud. Era la primera vez desde el comienzo de su relación que se separaba de ella sin una explicación satisfactoria. En cierto sentido, eso le inquietaba, pero por otra parte pensó que era preferible así. Al principio mostrará una actitud vaga, como en esta ocasión, como si me ocultara algo, pero acabará acostumbrándose. En cualquier caso, estoy dispuesto a renunciar a lo que sea por ella, excepto a mi independencia varonil, pensó.

Androide Karenina
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Portadilla.xhtml
Nota_sobre_los_nombres.xhtml
Personajes_principales_en_Androide_Karenina.xhtml
Cita.xhtml
PRIMERA_PARTE__Un_estallido_en_el_cielo.xhtml
1_Cap01.xhtml
1_Cap02.xhtml
1_Cap03.xhtml
1_Cap04.xhtml
1_Cap05.xhtml
1_Cap06.xhtml
1_Cap07.xhtml
1_Cap08.xhtml
1_Cap09.xhtml
1_Cap10.xhtml
1_Cap11.xhtml
1_Cap12.xhtml
1_Cap13.xhtml
1_Cap14.xhtml
1_Cap15.xhtml
1_Cap16.xhtml
1_Cap17.xhtml
1_Cap18.xhtml
1_Cap19.xhtml
1_Cap20.xhtml
1_Cap21.xhtml
1_Cap22.xhtml
1_Cap23.xhtml
1_Cap24.xhtml
SEGUNDA_PARTE__El_viaje_de_los_Shcherbatski_.xhtml
2_Cap01.xhtml
2_Cap02.xhtml
2_Cap03.xhtml
2_Cap04.xhtml
2_Cap05.xhtml
2_Cap06.xhtml
2_Cap07.xhtml
2_Cap08.xhtml
2_Cap09.xhtml
2_Cap10.xhtml
2_Cap11.xhtml
2_Cap12.xhtml
2_Cap13.xhtml
2_Cap14.xhtml
2_Cap15.xhtml
2_Cap16.xhtml
2_Cap17.xhtml
2_Cap18.xhtml
TERCERA_PARTE__Lo_que_se_oculta_dentro_.xhtml
3_Cap01.xhtml
3_Cap02.xhtml
3_Cap03.xhtml
3_Cap04.xhtml
3_Cap05.xhtml
3_Cap06.xhtml
3_Cap07.xhtml
3_Cap08.xhtml
3_Cap09.xhtml
3_Cap10.xhtml
CUARTA_PARTE__Una_pugna_por_el_alma_de_un_hombre_.xhtml
4_Cap01.xhtml
4_Cap02.xhtml
4_Cap03.xhtml
4_Cap04.xhtml
4_Cap05.xhtml
4_Cap06.xhtml
4_Cap07.xhtml
4_Cap08.xhtml
4_Cap09.xhtml
4_Cap10.xhtml
4_Cap11.xhtml
4_Cap12.xhtml
4_Cap13.xhtml
QUINTA_PARTE__La_extra_a_muerte_de_Mijailov_.xhtml
5_Cap01.xhtml
5_Cap02.xhtml
5_Cap03.xhtml
5_Cap04.xhtml
5_Cap05.xhtml
5_Cap06.xhtml
5_Cap07.xhtml
5_Cap08.xhtml
5_Cap09.xhtml
5_Cap10.xhtml
5_Cap11.xhtml
5_Cap12.xhtml
5_Cap13.xhtml
5_Cap14.xhtml
5_Cap15.xhtml
5_Cap16.xhtml
5_Cap17.xhtml
5_Cap18.xhtml
SEXTA_PARTE__La_reina_de_los_viejos_cacharros_.xhtml
6_Cap01.xhtml
6_Cap02.xhtml
6_Cap03.xhtml
6_Cap04.xhtml
6_Cap05.xhtml
6_Cap06.xhtml
6_Cap07.xhtml
6_Cap08.xhtml
6_Cap09.xhtml
6_Cap10.xhtml
6_Cap11.xhtml
6_Cap12.xhtml
6_Cap13.xhtml
6_Cap14.xhtml
6_Cap15.xhtml
SePTIMA_PARTE__El_lugar_vacio_.xhtml
7_Cap01.xhtml
7_Cap02.xhtml
7_Cap03.xhtml
7_Cap04.xhtml
7_Cap05.xhtml
7_Cap06.xhtml
7_Cap07.xhtml
7_Cap08.xhtml
7_Cap09.xhtml
7_Cap10.xhtml
7_Cap11.xhtml
7_Cap12.xhtml
7_Cap13.xhtml
7_Cap14.xhtml
7_Cap15.xhtml
7_Cap16.xhtml
7_Cap17.xhtml
7_Cap18.xhtml
7_Cap19.xhtml
Epilogo__La_nueva_historia_.xhtml
Epilogo__El_antiguo_futuro_.xhtml
Ep_01.xhtml
Ep_02.xhtml
Ep_03.xhtml
Ep_04.xhtml
Ep_05.xhtml
Guia_de_debate_para_los_lectores_de_Androide_Karenina_.xhtml
Agradecimientos.xhtml
notas.xhtml