SEPULTURA[818]
LÉMUR [solo].[819]
¿Quién construyó la casa tan mal,
con palas y azaduelas?
LÉMURES [coro].
Para el triste huésped del sayal[820]
es demasiado buena.
LÉMUR [solo].
¿Quién tan pobre adornó esta sala?
¿No hay ni sillas ni mesas?
LÉMURES [coro].
Breve tiempo fueron prestadas
para pagar las deudas.[821]
MEFISTÓFELES.
El cuerpo ahí yace y si quiere escapar el espíritu
raudo le mostraré el contrato con sangre escrito;
lo malo es que actualmente hay muchos medios
de sustraerle las almas al diablo.
Si seguimos la antigua vía, tropezamos;
si vamos por la nueva, no somos bien mirados.
Antiguamente lo hubiera hecho yo solo,
pero ahora tengo que andar buscando ayudantes.
¡Nos va mal en todo cuanto hacemos!
Ni los usos tradicionales, ni el antiguo derecho:
ya no puede confiar uno en nada.
Antes el alma escapaba con el último aliento,
yo la acechaba y, como al ratón más ligero,
¡zas!, le echaba la zarpa y no la soltaba.
Ahora vacila y no quiere abandonar el sombrío lugar,
la repugnante morada del triste cadáver;
los elementos, que se detestan mutuamente,
al final acaban por echarla fuera de modo indigno.
Y por más que yo me atormente horas y días,
la tediosa pregunta es el cuándo, cómo y dónde
la vieja muerte perdió su rápido poder,
y hasta, lo que es más que dudoso, si aún lo tiene.
A menudo ya me relamía viendo los rígidos miembros,
mas sólo era apariencia: se movían, se agitaba de nuevo.
[Hace fantásticos ademanes de mando al modo de un jefe de filas.]
¡Venga, al trabajo! Redoblad vuestro paso, vosotros,
señores del cuerno derecho y señores del cuerno torcido,
de la antigua cepa del diablo, y ya que venís,
traeros con vosotros las fauces del infierno.[822]
Cierto es que el infierno tiene muchas fauces, muchas,
y va engullendo según la clase y dignidad de cada cual,
pero tampoco en este último juego
se tendrá en el futuro tanto miramiento.
[A la izquierda se abre la espantosa boca del infierno.]
Los colmillos están abiertos; de la cavidad de las fauces
brota una furiosa corriente de fuego,
y en medio del vapor hirviente del trasfondo
percibo la ciudad de las llamas en su arder eterno.
La roja llamarada se adelanta hasta chocar con los dientes,
los condenados, confiando salvarse, tratan de avanzar a nado,
pero la hiena colosal los tritura y los muele,
y llenos de miedo recorren de nuevo el camino ardiente.
En los rincones queda aún mucho por descubrir;
¡hay tantos espantos en un espacio tan reducido!
Hacéis muy bien en asustar a los pecadores;
mas ellos lo toman por mentira, engaño y sueño.
[A los diablos gordinflones de cuernos cortos y derechos.]
¡Vamos, bribones barrigudos con carrillos de fuego!
¡Veo que ardéis bien, cebados con azufre del infierno!
¡Con los cogotes como bolas, cortos, sin movimiento!
Acechad aquí abajo a ver si algo brilla como el fósforo:
será el alma menuda, la psique[823] con sus alas,
desplumadla y quedará como un vil gusano pelada.
Primero quiero marcarla con mi sello,
y luego arrojadla al torbellino de fuego.
Prestad atención a las regiones inferiores,
glotones panzudos, que tal es vuestra obligación;
si acaso ella gustó de hacer allí su morada
es algo que nadie sabe de fijo.
En el ombligo se siente como en casa:
tened cuidado, pues por allí se os escapa.
[A los diablos flacuchos de cuernos largos y torcidos.]
Vosotros, bobalicones, espantajos larguiruchos,[824]
tratad de echar mano al aire, ensayad sin descanso.
Con brazos extendidos y blandiendo aceradas garras,
para atrapar a la fugitiva que va por ahí volando.
Seguro que se encuentra mal en su vieja casa
y que el genio quiere subir pronto arriba.
[La gloria, en lo alto y a la derecha.]
CORO CELESTIAL.
Seguid, mensajeros,[825]
familia del cielo,
el plácido vuelo:
perdonad pecados,
al polvo animadlo.
A todos los seres,
mientras voláis leves,
un rastro amistoso
dejad tras vosotros.
MEFISTÓFELES.
Escucho sonidos discordantes, un desagradable ruido
que viene de arriba, junto con una luz muy importuna.
Es toda esa mamarrachada infantil y afeminada[826]
que al gusto de las beatas tanto agrada.[827]
Bien sabéis cómo en horas profundamente impías
maquinamos la destrucción del linaje humano;
pues bien, lo más vergonzoso[828] de cuanto inventamos
resulta que es lo que mejor se acomoda a su devoción.
¡Ved con qué disimulo vienen esos pisaverdes![829]
De este modo ya nos han birlado a más de uno,
haciéndonos la guerra con nuestras propias armas.
Al fin, también son diablos, sólo que disfrazados.[830]
Perder esta partida sería vuestra eterna ignominia.
¡Acercaos a la tumba y manteneos firmes en su borde!
CORO DE ÁNGELES [esparciendo rosas].[831]
Rosas deslumbrantes,
bálsamos fragantes,
que en vuelo ligero
dais vida en secreto,
con ramas aladas,
capullos que estallan,
¡floreced urgentes!
Que haya primavera
de púrpura y verde,[832]
que traiga un paraíso
para aquel que duerme.
MEFISTÓFELES [a los satanes].
¿Os encorváis temblando? ¿Es costumbre en el infierno?
¡Resistid firmes y dejad que sigan esparciendo!
Que cada cual ocupe su lugar.
A lo mejor se creen que con todas esas florecitas
pueden recubrir de nieve a los diablos ardientes.
Todo eso se funde y se arruga con vuestro aliento.
¡Soplad, pues, demonios sopladores![833] ¡Basta, basta!
Con vuestro hálito ya palidece toda la bandada.
¡No tan fuerte! ¡Cerrad vuestras narices y bocazas!
No hay modo: habéis soplado demasiado fuerte.
¡Que nunca sepáis encontrar la justa medida!
Eso ya no sólo se arruga: amarillea, se tuesta, ¡arde!
Ya se acerca volando con fuertes llamas venenosas.
Hacedles frente, estrechad vuestras filas.
¡Se apaga su fuerza! ¡Se esfumó todo valor!
Los diablos han venteado ajenos fuegos lisonjeros.
CORO DE ÁNGELES.
Las flores gloriosas,
las llamas dichosas,
el amor esparcen,
deleite reparten
que al corazón place.
Verdad sin fallo
y el éter claro
da a las falanges
luz sin celajes.
MEFISTÓFELES.
¡Ah, maldición! ¡Oh, vergüenza para esos idiotas!
¡Los satanes van andando de cabeza,
los patanes van rodando sin parar
y se caen de culo en el infierno!
¡Que os aproveche el merecido baño caliente!
Yo, por mi parte, no me muevo del sitio.
[Lucha contra la lluvia de rosas que le rodea.]
¡Fuera, fuegos fatuos! Por muy fuerte que tú brilles
una vez asido no eres más que un repugnante flan viscoso.[834]
¿Qué andas revoloteando? ¡Te quieres marchar de una vez!
Se me pega al cogote como si fuera azufre y pez.
CORO DE ÁNGELES.
Lo que no es propio vuestro,[835]
evitaréis;
lo que os perturba el pecho,
no sufriréis.
Si muy fuerte penetra,
estaremos alerta.
Amor, sólo al que ama
al cielo pasa.
MEFISTÓFELES.
Me arde la cabeza, el corazón, me quema el hígado
un elemento peor que diabólico.
Algo mucho más hiriente que el fuego del infierno.
¡Por eso os lamentáis de modo tan terrible,
desdichados amantes, vosotros que, desdeñados,
con el cuello torcido, acecháis a la mujer amada!
¡También yo! ¿Qué tira de mi cabeza hacia este lado?
¡Si le tengo la guerra declarada a esa región!
Antaño su vista me hería como algo hostil.
¿Me habrá penetrado de parte a parte algo extraño?
Me gusta contemplar a esos muchachitos encantadores.
¿Qué me detiene y me impide proferir imprecaciones?
Y si me dejo fascinar de esta manera,
¿a quién tacharán de necio a partir de ahora?
¡Esos celestes niños, que tanto detesto,
resulta que ahora me parecen amables sin medida!
¡Decidme, bellos niños, quiero saber algo!
¿No sois también del linaje de Lucifer?
Sois tan lindos que, en verdad, querría besaros;
es como si llegarais justo a tiempo.
Me siento tan a gusto con vosotros, tan natural,
como si ya os hubiera visto miles de veces.
¡Tan furtivos y gatunos, resultáis tan deseables!
Cuanto más os miro, más bellos me parecéis.
¡Oh, acercaos, concededme tan sólo una mirada!
ÁNGELES.
Ya venimos, ¿por qué retrocedes?
Ya nos acercamos, así que quédate si puedes.
[Los ángeles, repartidos en círculo, ocupan todo el espacio.]
MEFISTÓFELES [que se ve empujado al proscenio].
Nos tacháis de espíritus del mal
y sois vosotros los verdaderos hechiceros,
pues seducís a hombre y mujer.
¡Maldita sea esta aventura!
¿Así que esto es el elemento del amor?
El cuerpo entero está ardiendo,
apenas siento que se abrasa mi nuca.
Puesto que vais flotando de aquí para allá, bajad pues,
moved los bellos miembros de un modo algo más mundano;
ciertamente la gravedad os sienta de maravilla,
pero también me gustaría veros sonreír alguna vez;
eso sí que sería para mí un eterno encanto,
me refiero al modo en que miran los enamorados:
basta con replegar ligeramente la boca.
Tú, el larguirucho, eres el que más me gusta,
esa cara de fraile no te viste mucho,
así que mírame de manera un poco más pícara.
Y, además, bien podríais ir decentemente desnudos,[836]
ese largo camisón plisado es exageradamente decoroso.
Ahora se vuelven… ¡Puedo verlos por detrás![837]
¡Estos bribones están demasiado apetitosos!
CORO DE ÁNGELES.
Id a lo claro,
llamas amantes;
a los malvados
la verdad salve,
para que luego,
libres de males
allí en el cielo
felices se hallen.
MEFISTÓFELES [tratando de dominarse].
¡Qué me ocurre! Como Job, llaga tras llaga,
cubierto está entero el que siente horror de sí mismo
y a la vez triunfa cuando se mira hasta el fondo,
cuando confía en sí mismo y en su linaje.
Se salvaron las partes nobles del diablo,
el espectro del amor sólo ataca la piel;
ya se extinguieron las odiosas llamas
y, tal como conviene, os maldigo a todos.
CORO DE ÁNGELES.
¡Llamas divinas!
Al que dan fuego,
disfruta en vida
junto a los buenos.
Todos como uno
alzaos con ‘Glorias’;
que un aire puro
el alma absorba.
[Se alzan llevándose la parte inmortal de Fausto.]
MEFISTÓFELES [mirando en derredor suyo].
¿Como ha sido eso? ¿Adónde se han marchado?
¡Tropel de menores de edad! Me habéis sorprendido,
se han alzado volado hacia el cielo con el botín;
¡por eso estaban engolosinados en esta fosa!
me han sustraído un gran tesoro, un tesoro único:
esa alma excelsa se me había dado en prenda
y me la han birlado sin enterarme con gran picardía.
¿A quién podré quejarme ahora?
¿Quién me devolverá el derecho adquirido?
Te ves engañado en tus viejos días,
y te lo has ganado: te va peor que mal.
He actuado vergonzosamente mal,
un esfuerzo enorme, indignamente desperdiciado.
La más vulgar lujuria, un absurdo amorío, han
atrapado al diablo de brea untado.[838]
Y si este viejo astuto experimentado,
de una cosa tan necia y pueril se ha ocupado,
en verdad que no ha sido locura menguada
la que al final de él se ha adueñado.