GALERÍA OSCURA
[Fausto, Mefistófeles]
MEFISTÓFELES.
¿Para qué me traes a estos sombríos corredores?[353]
¿Acaso no hay dentro placer bastante
en medio del denso y colorido tumulto de la corte,
y no hay ocasión para bromas y engaños?
FAUSTO.
No me vengas con ésas; ya en otros tiempos
gastaste todo eso como las suelas del zapato.
Pero ahora todo tu ir y venir afanado
es sólo para no cumplirme la palabra.
Sólo que a mí no me dejan en paz para que lo haga:
el senescal y el chambelán me acosan,
el emperador lo desea y tiene que ocurrir ya:
quiere ver con sus ojos a Paris y a Helena;[354]
al modelo de todos los hombres y mujeres
quiere contemplarlo en figuras claras y patentes.
¡Rápido, a la obra! ¡No puedo romper mi palabra!
MEFISTÓFELES.
Fue una insensatez prometer a la ligera.
FAUSTO. Y tú, compañero, no has reparado
hasta dónde nos llevan tus artes;
primero le hemos hecho rico
y ahora nos toca divertirle.
MEFISTÓFELES.
Te debes creer que eso se logra en seguida;
aquí toca subir escalones mucho más empinados,
te estás metiendo en regiones completamente extrañas,
y al final con más fraudes contraerás nuevas deudas;
te crees que es tan fácil invocar a Helena
como a los fantasmas de papel de las guldas;[355]
en cuestión de farsas de brujas, tramas de espectros
o enanos con paperas[356] estoy presto a tus órdenes;
pero las queridas del diablo, sin querer despreciarlas,
no pueden pasar por heroínas.
FAUSTO.
¡Ya salimos con la vieja canción!
Contigo está uno siempre en la incertidumbre.
Eres el padre de todos los obstáculos,
para cada recurso quieres recompensa nueva.
Yo sé que, con mascullar un poco, ya está hecho,
en un santiamén haces que se aparezcan.
MEFISTÓFELES.
Las gentes paganas no tienen que ver conmigo,[357]
porque ya habitan en su propio infierno;
sin embargo, hay un remedio.
FAUSTO.¡Habla! ¡Y sin más dilación!
MEFISTÓFELES.
A disgusto revelo un secreto tan alto.
Reinan solemnes unas diosas en su soledad;
en torno a ellas ningún espacio, y menos aún tiempo;
hablar de ellas es cosa apurada.
¡Son las madres!
FAUSTO [asustado]. ¡Las madres![358]
MEFISTÓFELES. ¿Te estremeces?
FAUSTO. ¡Las madres! ¡Madres! ¡Suena tan extraño!
MEFISTÓFELES.
Y lo es. Son diosas desconocidas por vosotros,
mortales, y por nosotros nombradas a disgusto.
Por su morada tendrás que ahondar en lo más profundo;
tú mismo tienes la culpa de que las precisemos.
FAUSTO.
¿Y dónde está el camino?
MEFISTÓFELES. ¡Nada de camino a lo nunca hollado
y que no debe hollarse; camino a lo no reclamado
y que no debe reclamarse! ¿Estás dispuesto?
No hay cerraduras ni cerrojos que descorrer;
estarás rodeado de soledades.
¿Tienes idea de lo que es el vacío y la soledad?
FAUSTO.
Creí que te ahorrarías todas esas frases;
esto huele a cocina de bruja,
a una época pasada hace tiempo.
¿No tuve yo que frecuentar el mundo?
¿Aprender el vacío y enseñar vacío?
Si hablaba razonablemente, tal como estimaba,
la contradicción el doble de estrepitosa sonaba,
y ante tan adversos golpes me vi obligado
a huir a la soledad y la selvática espesura,
y por no vivir completamente solo y abandonado,
finalmente hasta tuve que entregarme al diablo.
MEFISTÓFELES.
Y si el océano hubieras atravesado a nado,
si lo ilimitado allí hubieras contemplado,
habrías visto venir a ti ola tras ola,
aun cuando miedo tuvieras de irte al fondo.
Habrías visto algo. Habrías visto en el mar
verde y serenado cruzar a los delfines;
verías pasar las nubes, sol, luna y estrellas…
nada verás en esa eterna y vacía lejanía,
no oirás los pasos que des,
nada firme hallarás donde poder reposar.[359]
FAUSTO.
Hablas como el primero de todos los mistagogos[360]
que jamás hayan engañado a un honrado neófito.
Pero es al revés. Me envías al vacío
a fin de que allí acreciente tanto arte como fuerza;
me tratas así para que, como el famoso gato,[361]
yo te saque las castañas del fuego.
¡Pues, adelante! Vamos a investigarlo.
En tu Nada yo espero hallar el Todo.
MEFISTÓFELES.
Te felicito antes de que te separes de mí,
y ya veo que conoces al diablo;
anda, toma esta llave.[362]
FAUSTO. ¡Esa cosa tan chica!
MEFISTÓFELES.
Primero cógela antes de despreciarla.
FAUSTO.
¡Crece en mi mano! ¡Brilla y echa relámpagos!
MEFISTÓFELES.
¿Te das cuenta ahora de lo que vale eso que tienes?
La llave venteará cuál es el lugar adecuado,
y si la sigues, te llevará hasta las Madres.
FAUSTO [con un escalofrío].
¡Hasta las Madres! ¡Lo oigo y es como si me golpeara un rayo!
¿Qué tiene esa palabra, que no puedo oírla?
MEFISTÓFELES.
¿Tan limitado eres que una palabra nueva te perturba?
¿Es que sólo quieres oír lo que siempre has oído?
Que nada te turbe, suene como suene, pues
ha tiempo que estás habituado a los prodigios.
FAUSTO.
¡Pero si yo no busco mi salvación en quedarme parado!
El estremecimiento es de la humanidad el mejor lote;
por caro que el mundo le haga pagar el sentimiento,
sólo conmovido siente hondamente el hombre lo grandioso.
MEFISTÓFELES.
¡Entonces, baja al fondo! ¡Lo mismo podría decir: sube!
Tanto da. Rehuye cuanto tuvo existencia
y ve a los reinos de las imágenes puras.[363]
¡Deléitate en lo que hace tiempo ya no existe;
como nubes en hilera se enrosca un remolino;
blande tu llave y tenías apartadas del cuerpo!
FAUSTO [entusiasmado].
¡Bien! ¡Asiéndola con firmeza siento nuevas fuerzas,
el pecho se dilata en pos de la gran empresa!
MEFISTÓFELES.
Un trípode[364] en llamas te hará saber finalmente
que alcanzaste el fondo más profundo de todo lo profundo.
Gracias a su resplandor verás a las madres,
sentadas algunas, otras de pie o caminando,
según les parece. Formación, transformación,
eterno pasatiempo de la mente eterna.
Rodeadas de imágenes de todas las criaturas
ellas no te verán, ya que sólo ven sombras.
¡Armate de valor, pues el peligro es grande,
lánzate derecho al trípode,
y tócalo con la llave!
[Fausto sostiene la llave en una actitud muy decidida.]
MEFISTÓFELES [contemplándolo]. ¡Así está bien!
Se te acerca, te sigue como fiel siervo;
subes sin miedo, la fortuna te eleva,
y antes de que lo adviertan, con él estarás de vuelta.
Y una vez hasta aquí lo hayas traído,
tu invocación sacará al héroe y la heroína de la noche,
siendo tú el primero en llevar a cabo tal hazaña;
ya está hecha, ya lo has conseguido.
A continuación y mediante mágicos manejos,
en dioses se transformará la niebla de incienso.
FAUSTO.
¿Y qué debo hacer ahora?
MEFISTÓFELES. Obliga a tu ser a ir hacia abajo;
húndete dando un taconazo y vuelve a subir del mismo modo.
[Fausto golpea el suelo con el pie y se hunde.]
MEFISTÓFELES.
¡Con tal de que la llave sólo suerte le traiga!
Curioso estoy de ver si vuelve.