EN EL CURSO SUPERIOR DEL PENEO

[Como antes.]

[Terremoto.]

SEÍSMO[481] [bramando y golpeando en las profundidades].

¡Si empujo con fuerte empeño

con mis hombros alzo el suelo!

Llegamos así hasta arriba,

donde todos nos esquivan.

¡Vaya un temblor tan horrible,

temporal bronco y temible!

¡Qué sacudidas y golpes

vaivenes y vibraciones!

¡Qué insoportable fastidio!

Mas no me muevo del sitio[482]

ni aunque se abra el abismo.

Se alza una bóveda ahora:

el que el prodigio provoca

es el viejo encanecido[483]

que Delos fuera ha extraído,

que por ayudar a un parto

de las olas la ha sacado.

Con empellones, codazos,

con hombros, espalda y brazos,

como el mismísimo Atlas,[484]

tierra, suelo, césped alza,

guijarros, piedras, arena,

dulces cauces de las vegas.

Desgarra de parte a parte,

la suave alfombra del valle.

Sin cansancio, con afán,

cariátide[485] colosal,

alza un armazón de piedras

hundido hasta el busto en tierra;

pero no irá más avante,

con las esfinges delante.

supongo que se me reconocerá al fin.

Y si no hubiera removido y sacudido

¿podría ser tan bello este mundo?

¿Cómo se alzarían allá arriba vuestras montañas

en medio del sereno y puro azul del éter,

si yo no las hubiera sacado fuera a empellones

para delicia del pintoresco espectáculo?

¿O cuando a la vista de nuestros egregios antepasados,

la Noche y el Caos, me comporté como un bravo

y, en compañía de los Titanes,

jugué con Pelión y Osa[486] como si fueran pelotas?

Llenos de juvenil ardor seguíamos con nuestras locuras

hasta que, finalmente, ya saturados,

al monte Parnaso,[487] a modo de doble caperuza,

lo cubrimos impíamente con sus dos colinas…

Apolo tiene allí ahora amable residencia

en compañía del coro de las dichosas musas.

Al mismo Júpiter y su haz de rayos

le levanté su trono en las alturas.

Y ahora mismo, con descomunal esfuerzo

me he levantado del fondo del abismo

y reclamo a viva voz que, para esta nueva vida,[488]

se me presenten alegres habitantes.

sería lo que ahora aquí se ha alzado,

si no hubiéramos visto nosotras mismas

cómo lo escupía el suelo fuera de su seno.

Un frondoso bosque se extiende hacia atrás,

rocas contra rocas tratan todavía de apiñarse delante;

mas una esfinge no se preocupa por tal cosa:

no dejaremos que nos turben en nuestra sagrada sede.

veo temblar por en medio de las grietas.

No dejéis que os roben semejante tesoro:

¡hormigas, adelante! ¡A sacarlo de ahí!

Ya que el gigante

la alzó delante,

con las patitas

subid la cima.

¡Adentro, afuera!

que en estas grietas

cada migaja

es una alhaja.

Lo más pequeño

descubrid presto,

buscad deprisa

en cada esquina.

Sed diligentes

ágiles huestes;

¡Sacad sólo oro!

Dejad el polvo.

Ponemos encima nuestras garras;

son cerrojos de la mejor especie,

el mayor de los tesoros está bien guardado.

rápido ¡andando!

En esa charca

dadle a las garzas

que hacen mil nidos,

¡bichos altivos!

Todas de un golpe

como un solo hombre;

les mostraremos

galas y yelmos.

Les damos hierro

y hacen cadenas.

Aún no es tiempo

de emanciparnos:

seremos mansos.

batir de alas angustiado!

El dolor con que gemían

hasta aquí arriba ha llegado.

Todas yacen ya sin vida

de sangre el agua teñida.

La codicia de estos monstruos

roba a las garzas su adorno:[492]

sobre los yelmos ya flota

de esos gordos patizambos.

¡Combatid con nuestras tropas

viajeras del mar lejano![493]

A la venganza os llamamos

en asunto tan cercano.

¡Que nadie ahorre su sangre:

mortal odio a ese linaje!

[Se dispersan graznando por los aires.]

A las brujas del Norte bien sabía cómo dominarlas,

pero con estos extraños espectros no me hallo.

El Blocksberg[494] es un lugar muy agradable

porque estés donde estés te sientes en casa.

La Señora Ilse[495] nos monta la guardia desde su Roca,

desde su Cima se alza Heinrich tan ufano,

y aunque los Roncadores a la Miseria le gruñen,

todo sigue igual durante más de mil años.

Pero aquí, ¿acaso sabe uno adonde va o dónde está

o si la tierra bajo sus pies no se hinchará?[496]

Voy andando tan campante por un valle bien plano

cuando de pronto se levanta por detrás de mí

una montaña a la que apenas se puede llamar así

pero que, para separarme de mis esfinges,

es lo bastante alta; por allí aún destella algún fuego

que baja por el valle y fulge en derredor de esta aventura…

Aún danza y flota tratando de seducirme o esquivarme

y bromea pícaro conmigo el coro galante.

¡Vayamos con tiento! Estoy tan habituado a la golosina

que doquiera que la haya siempre trato de conseguirla.

LAS LAMIAS [tratando de atraer a Mefistófeles en pos de ellas].

¡Rápido, presto,

huid más lejos!

Luego más lentas

charlad sin tregua.

Es divertido

al viejo impío[497]

traer a la rastra

expiando culpas[498]

con pata chula.

Tropieza y tarda

cojea, se afana,

la pierna arrastra.

Huimos todas

y el tras nosotras.

¡Maldita suerte! ¡Hombres siempre engañados!

¡Pobres tontos seducidos desde tiempos de Adán!

Sin duda se vuelve uno viejo, pero ¿juicioso?

¿Acaso no estabas ya bastante chiflado?

Si ya se sabe que esta chusma no vale para nada:

el talle encorsetado, la cara maquillada,

no tienen nada sano para dar a cambio,

las cojas por donde las cojas están todas podridas.

Uno bien lo sabe, lo ve, hasta puede palparlo,

y, sin embargo, se pone a bailar cuando estas furcias le silban.

[Se separan.]

Así pues, ¿sería cierto que las mujeres tesalias[515]

usando de sacrílega confianza mágica

te hicieron descender de tu órbita

y te arrancaron lo más perjudicial que tenías?

El claro disco se ha oscurecido,

de pronto se rasga, echa chispas, relámpagos.

¡Qué estrépito! ¡Qué silbidos!

¡Entremedias, truenos y fragor del viento!

¡Corramos humildes a las gradas del trono!

¡Perdón! Yo lo he provocado todo. [Se arroja contra el suelo de cara.]

Está visto que tengo que arrastrarme por escarpadas rocas

y por en medio de las duras raíces de viejas encinas.

En mi Harz los vapores de la resina[517]

tienen algo de alquitrán, y eso a mí me gusta,

sobre todo el azufre… Pero aquí entre estos griegos

apenas si se puede olfatear algún efluvio de tal cosa;

de todos modos tendría curiosidad por averiguar

con qué atizan las llamas y tormentos del infierno.

Fausto
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
ilustracion01.xhtml
intro.xhtml
intro_0001.xhtml
intro_0002.xhtml
intro_0003.xhtml
portadilla.xhtml
dedicatoria.xhtml
prologo_01.xhtml
prologo_02.xhtml
ilustracion02.xhtml
parte01.xhtml
ilustracion03.xhtml
parte01_01.xhtml
ilustracion04.xhtml
parte01_02.xhtml
ilustracion05.xhtml
parte01_03.xhtml
ilustracion06.xhtml
parte01_04.xhtml
ilustracion07.xhtml
parte01_05.xhtml
ilustracion08.xhtml
parte01_06.xhtml
parte01_07.xhtml
ilustracion09.xhtml
parte01_08.xhtml
parte01_09.xhtml
parte01_10.xhtml
ilustracion10.xhtml
parte01_11.xhtml
parte01_12.xhtml
parte01_13.xhtml
parte01_14.xhtml
parte01_15.xhtml
ilustracion11.xhtml
parte01_16.xhtml
parte01_17.xhtml
parte01_18.xhtml
parte01_19.xhtml
ilustracion12.xhtml
ilustracion13.xhtml
parte01_20.xhtml
ilustracion14.xhtml
parte01_21.xhtml
ilustracion15.xhtml
parte01_22.xhtml
ilustracion16.xhtml
parte01_23.xhtml
ilustracion17.xhtml
parte01_24.xhtml
parte01_25.xhtml
ilustracion18.xhtml
parte02.xhtml
parte02_acto01.xhtml
parte02_acto01_0001.xhtml
parte02_acto01_0002.xhtml
parte02_acto01_0003.xhtml
parte02_acto01_0004.xhtml
parte02_acto01_0005.xhtml
parte02_acto01_0006.xhtml
parte02_acto01_0007.xhtml
parte02_acto02.xhtml
parte02_acto02_0001.xhtml
parte02_acto02_0002.xhtml
parte02_acto02_0003.xhtml
parte02_acto02_0004.xhtml
parte02_acto02_0005.xhtml
parte02_acto02_0006.xhtml
parte02_acto02_0007.xhtml
parte02_acto03.xhtml
parte02_acto03_0001.xhtml
parte02_acto03_0002.xhtml
parte02_acto04.xhtml
parte02_acto04_0001.xhtml
parte02_acto04_0002.xhtml
parte02_acto04_0003.xhtml
parte02_acto05.xhtml
parte02_acto05_0001.xhtml
parte02_acto05_0002.xhtml
parte02_acto05_0003.xhtml
parte02_acto05_0004.xhtml
parte02_acto05_0005.xhtml
parte02_acto05_0006.xhtml
parte02_acto05_0007.xhtml
notas01.xhtml
notas02.xhtml
notas03.xhtml
notas04.xhtml
notas05.xhtml
notas06.xhtml
notas07.xhtml
notas08.xhtml
notas09.xhtml