VASTA SALA CON APOSENTOS CONTIGUOS

[Adornada y engalanada para la mascarada.][286]

JARDINERAS [Canción, acompañada con mandolinas].

Buscamos vuestra aquiescencia

con nuestras galas hoy noche

siguiendo desde Florencia

fastos de alemana corte.

En los oscuros cabellos

lucimos hermosas flores,

pompones de seda y flecos

tienen aquí sus razones.

Pues un mérito parece,

digno de toda alabanza,

si el año entero florecen

las artificiales galas.

Retazos de color vario

cosimos con simetría,

si os dan risa en solitario,

dan en conjunto alegría.

Lindo espectáculo damos

jardineras y galanas,

que el arte está emparentado

al natural de la dama.[290]

que lleváis en las cabezas y que

coloridas en vuestros brazos se ahuecan:

¡escoja cada cual lo que quiera!

¡Rápido! Que bajo el follaje y en las avenidas

se vea aparecer un jardín.

Dignas son de verse rodeadas

tanto las vendedoras como su mercancía.

[Bajo las verdes avenidas de follaje las jardineras adornan graciosamente su mercancía.]

Si rostros[296] morenos brindan

uvas, ciruelas y guindas,

dadle gusto a las papilas

pues no es un buen juez la vista.

De las frutas más perfectas

gustad la dulzura en la boca;

se hacen versos de la rosa,

la manzana hay que morderla.

Permitid que nos unamos

a vuestra belleza en flor,

y ostentaremos entrambos

la mercancía mejor.

Bajo animadas guirnaldas,

en el ornado emparrado

todo a la vez se ha encontrado:

flor, fruta, capullo y ramas.

[Entre cantos alternados, con acompañamiento de guitarra y tiorba, los dos coros siguen arreglando sus mercancías enferma de pináculo escalonado a la par que las ofrecen.]

[Otras compañeras de juegos, jovenes y hermosas, se suman al grupo; la amistosa charla se torna ruidosa.]

[Aparecen unos pescadores y pajareros con redes, anzuelos, varas de liga y otros instrumentos y se mezclan entre las hermosas muchachitas. Recíprocos intentos de conquistar, capturar, escapar y apresar dan lugar a los diálogos más deliciosos.]

POLICHINELAS[301] [torpes, casi imbéciles].

¡Necios! Dais grima,

nacéis con giba,[302]

listos los mendas

jamás con pesas,

pues nuestros trapos,

gorros y harapos

son muy ligeros,

y satisfechos,

siempre sin prisas,

en zapatillas

por los mercados

correteamos,

curioseando,

cacareando.

Con tanto lío

entre el gentío

nos escurrimos

y damos brincos

o alborotamos.

Si es que os gustamos

o caemos mal,

danos igual.

¡Mozos valientes,

y sus parientes

los carboneros,

sois de los nuestros!

Pues inclinarse,

decir sí a todo,

los embelecos,

discursos huecos,

fríos o calientes

según los sientes,

¿de qué vale eso?

¿Qué vale un fuego

enorme y fiero

que cae del cielo

si no hay leña,

carbón de encina

que el hogar prenda

cambie en cocina?

Se hierve y asa,

se guisa en brasa.

El gourmet nato,

Vasta sala con aposentos contiguos

el lameplatos,[303]

huele el asado

sabe es pescado.

¡Ved qué apetito,

si es gratuito!

Mi mujercita gritaba desesperada

protestando por mi traje de colores

y al verme hinchar pecho

me tachó de mamarracho.

¡Pero, yo bebo! ¡Bebo, bebo!

¡Chocado! ¡Chin, chin!

¡Mamarrachos, chocad vasos!

Si suenan, está dicho todo.

No digáis que estoy errado,

pues estoy donde quiero estar.

Si no fía el tabernero, la tabernera fiará

o finalmente la criada.

¡Yo sigo bebiendo! ¡Bebo, bebo!

¡Eh, vosotros, arriba! ¡Chin, chin!

Cada uno por cada otro. Y así todos.

Aunque me pega que está dicho todo.

Cómo y dónde me divierto

el caso es divertirme.

Dejadme tumbado donde estoy

porque ya en pie no me tengo.

Vasta sala con aposentos contiguos

[El heraldo anuncia a distintos poetas; poetas pastoriles, juglares de corte y de caballería, vates sentimentales o entusiastas. En medio de esta multitud de competidores de toda laya, ninguno permite que otro tome la palabra. Uno se cuela hacia adelante diciendo unas cuantas palabras.]

¡Si alguien aquí supiera

lo que a mí me alegraría!

Que cantar, decir, pudiera

lo que nadie oír querría.

[Los poetas[304] de la noche y los cementerios se hacen excusar porque en esos momentos están enfrascados en interesantísima charla con un vampiro recién salido de su tumba, de lo que bien pudiera nacer un nuevo género poético; al heraldo no le queda más remedio que admitir las disculpas y mientras tanto hace aparecer a la mitología griega, la cual, incluso bajo su máscara moderna, no pierde nada de su carácter ni de su encanto.]

[Las Parcas.][306]

A mí, la más vieja, a hilar

me invitaron a esta cita;

mucho hay que decir, pensar,

del tierno hilo de la vida.

Si os resulta dúctil, suave,

es porque hallé lino fino,

si es delgado y manejable

es porque a dedo lo aliso.

¿Queréis en bailes, verbenas,

mostraros muy exaltados?

Del hilo ved las fronteras,

puede romperse, ¡guardaos!

Son las Furias, nadie nos creería,

bonitas, de hermosa figura, amables y jóvenes;

si con ellas os mezcláis, habréis de ver cómo

esas palomas muerden igual que las víboras.

Y aunque son simuladoras, en los tiempos que corren

en que cualquier loco se jacta de sus defectos,

tampoco ellas aspiran a tener fama de ángel

y se confiesan como plaga de la ciudad y el campo.

Os ruego os plazca echaros a un lado,

pues lo que ahora viene, no os guarda semejanza.

Ya veis cómo se ha abierto sitio hacia aquí una montaña

ostentando en sus laderas ricas colgaduras de colores,

en su cabeza largos dientes y trompa de serpiente,

y muy misteriosa, aunque yo os descubriré la clave.

En sus hombros va sentada una tierna y grácil mujer

que armada de fina vara con precisión la dirige;

la otra, que de pie está en lo alto con majestuosa arrogancia,

está rodeada de un brillo que demasiado me deslumbra.

Al lado, encadenadas, marchan nobles mujeres

de las que una produce angustia ver, la otra alegría;

la una desea la libertad, libre se siente la otra.

Diga cada cual quién es cada una.[310]

¡Ei, ei!, que llego justo a tiempo

si a todos insultar pretendo,

aunque es mi meta verdadera,

doña Victoria allí en su almena.

Se cree con su par de alas blancas

un águila de las montañas,

y que doquiera se dirige

sobre pueblos y tierras rige.

Pero cuando algo alcanza fama

presto la cólera me inflama;

ver lo bajo alto, lo alto bajo,

lo sano malo, mal lo sano,

es lo único que a mí me colma

y quiero en la esfera redonda.

¡Ojalá te alcance, perro miserable,

el golpe maestro de la piadosa vara!

¡Encógete y enróscate al instante!

¡Cuán presto su doble figura de enano

se amasa en forma de asquerosa bola!

Vasta sala con aposentos contiguos

Vasta sala con aposentos contiguos

Mas, ¡oh milagro! La masa se hace huevo,

se infla y acaba explotando en dos partes.

Sale ahora de él una pareja de gemelos:

la víbora y el murciélago;

la una se marcha arrastrando por el polvo,

el otro, todo negro, vuela en dirección al techo.

Se apresuran a salir a una reunión,

en la que no querría yo ser el tercero.

[Sin parar de chasquear los dedos todo en torno a él.]

[Plutón se baja del carro.]

Debemos alzar nuestro ánimo sin pena

y dejar que ocurra lo que ocurrir deba;

tú sueles tener la mayor entereza.

Presto se ha de ver una cosa tremenda;

aunque el mundo y la posteridad lo niegan:

anótalo en tu protocolo[339] sin mengua.

Mas, ¿qué oigo? ¿Qué anda corriendo

de oído en oído y de boca en boca?

¡Oh, noche por siempre malhadada,

cuántos males nos has traído!

El día nuevo anunciará

lo que nadie quisiera escuchar;

pero en todas partes oigo gritar:

«es el emperador quien sufre tanto mal».

¡Ay, si pudiera ser cierta otra cosa!

Arde el emperador junto con su séquito.

Maldita sea la que le indujo,

y se enroscó brotes resinosos

para venir aquí a montar bulla

y a ser la perdición de todos.

¡Oh, juventud, juventud! ¿Nunca

circunscribirás la alegría a su justa medida?

¡Oh, majestad, majestad! ¿Nunca actuarás

de modo tan razonable como todopoderoso?

Ya están prendiendo el bosque las llamas,

sus puntiagudas lenguas lamen las alturas

en dirección a la cubierta de maderas cruzadas;

nos amenaza un incendio general.

La medida de la aflicción está colmada,

y no sé quién podrá salvarnos.

En montón de cenizas de una noche

yacerá mañana la rica pompa imperial.

con auxilios acudamos!

¡Mágica vara golpea,

que el suelo tiemble con fuerza!

¡Aérea zona espaciosa,

llénate de fresco aroma!

¡Venid! Vagad por las salas,

nieblas y nubes preñadas:

tapad el caos de llamas.

Discurrid, musitad crespas,

calmad, ondulad ligeras,

pugnad por apagar todo

vosotras, húmedas, frescas,

en mera luz de tormenta

convertid la llama fiera.

Si los espíritus retan,

la magia a salvar se presta.

Fausto
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