EN EL CURSO SUPERIOR DEL PENEO[427]
MEFISTÓFELES [husmeando en torno suyo].
Según voy recorriendo estas fogatas
me voy sintiendo más y más extraño,
casi todos andan desnudos, rara vez una camisa:
las esfinges sin vergüenza, desvergonzados los grifos,
y no sé cuántos otros seres con sus bucles y alas
reflejan en mis ojos trasero y delantera…
Cierto que, en el fondo, también nosotros somos indecentes,
pero encuentro a los antiguos demasiado a lo vivo;
habría que ponerlos en cintura al estilo moderno
y cubrirlos de variados vestidos siguiendo la moda…
¡Un pueblo repugnante! Pero no por eso debe ofenderme,
en calidad de nuevo huésped, como es debido saludarles…
¡A las hermosas damas,[428] los sesudos garfios,[429] felicidades!
UN GRIFO[430] [graznando].
¡Nada de garfios! ¡Grifos![431] A nadie le gusta
que le llamen garfio.[432] Cada palabra suena
según el origen del que procede:[433]
garfio, garfa, garra, gárrulo, garrapo, gargajo,[434]
suenan etimológicamente parecidos,
y nos suenan ofensivos.
MEFISTÓFELES. Y, sin embargo, volviendo a nuestro asunto,
el vocablo garfio pega bastante con el honroso nombre de grifo.[435]
EL GRIFO [como antes y sin parar].
¡Naturalmente! El parentesco está demostrado,
y si es a veces censurado, más a menudo es alabado;
basta echarle el garfio[436] a las chicas, las coronas, el oro,
y casi siempre la fortuna sonríe al que agarró todo esto.
LAS HORMIGAS [de una especie gigantesca].
Ya que habláis de oro, nosotras habíamos juntado mucho
y en secreto lo almacenamos en las rocas y cavernas.
El pueblo de los arimaspos lo descubrió
y ahora se mofan de lo lejos que se lo han llevado.
GRIFOS.
¡Ahora mismo vamos a hacer que confiesen!
LOS ARIMASPOS.[437]
¡Pero no en esta noche de júbilo sin restricciones!
Hasta mañana ya todo lo habremos consumido;
esta vez lo habremos conseguido.
MEFISTÓFELES [que se ha sentado entre las esfinges].
¡Qué a gusto y cuán fácilmente me acostumbro a esto,
pues ya uno a uno los voy entendiendo!
LA ESFINGE.
Nosotras exhalamos nuestras voces en espíritu[438]
y vosotros les dais cuerpo acto seguido.
Ahora nómbrate hasta que te conozcamos mejor.
MEFISTÓFELES.
Con muchos nombres cree estarme nombrando la gente.
¿Hay aquí ingleses? Como suelen viajar tanto
a explorar campos de batalla o cascadas,
o muros caídos o parajes clásicos enmohecidos,
este lugar sería para ellos un digno objetivo.
Y también darían fe de que en las comedias antiguas
se me podía ver bajo el nombre de Old Iniquity.[439]
LA ESFINGE.
¿Y cómo se les ocurrió eso?
MEFISTÓFELES. Ni siquiera yo lo sé.
LA ESFINGE.
Puede ser. ¿Sabes algo de estrellas?
¿Qué dices del momento presente?
MEFISTÓFELES [mirando hacia arriba].
Corre estrella tras estrella, el gajo de la luna claro brilla,[440]
y yo me siento a gusto en este grato sitio
calentándome contra tu piel leonina.
Sería una lástima alzarse a esas alturas;
propon algún enigma[441] o al menos una charada.
LA ESFINGE.
Basta que te definas a ti mismo y ya será un acertijo.
Intenta por una vez descifrarte íntimamente:
«Necesario tanto al hombre piadoso como al malvado,
para el primero una coraza en su combate ascético,
para el otro, un compañero para hacer locuras,
y en ambos casos sólo para divertir a Zeus».
EL PRIMER GRIFO [graznando].
¡No me gusta ése!
EL SEGUNDO GRIFO [graznando más fuerte]. ¿Qué nos querrá ese tipo?
AMBOS. Ese truhán no pinta aquí nada.
MEFISTÓFELES [brutalmente].
¿Te crees que las uñas del huésped no arañan
tan bien como tus afiladas garras?
¡Haz la prueba!
LA ESFINGE [suave]. Por mí puedes quedarte para siempre,
pero tú mismo querrás marchar de nuestro lado;
en tu tierra andas tú muy satisfecho
mientras que, si no yerro, no estás aquí muy contento.
EFISTÓFELES.
Resultas muy apetitosa si se te mira la parte de arriba,
pero por abajo me espanta la bestia leonina.
LA ESFINGE.
Eres un embaucador y te tocará penitencia amarga
porque tenemos las garras muy sanas;
mientras que tú, con tu torcida pezuña equina,
no pintas nada en medio de nuestra familia.
[Las sirenas[442] interpretan preludios musicales[443] en lo alto.]
MEFISTÓFELES. ¿Quiénes son esas aves, que sobre las ramas
de los álamos del río se mecen?
LA ESFINGE. ¡Cuidado con lo que decís! A los mejores
ha vencido ya ese mismo canto.
LAS SIRENAS.
¿Por qué a perder echaros
entre feos monstruos raros?
Venimos aquí en bandadas
con voces bien afinadas
cual toca a sirenas natas.
LAS ESFINGES [haciéndoles burla con la misma melodía].
Debéis echarlas abajo;
ocultan sus feos garfios
de azor entre los ramajes
para atacar sin ambages
si dais oído a sus frases.
LAS SIRENAS.
¡Fuera los odios y envidias!
Unamos las claras dichas
bajo azul cielo esparcidas.
En el agua y en la tierra
con las más amables prendas
dad bienvenida al que llega.
MEFISTÓFELES. Éstas sí que son bonitas novedades,
ver cómo el sonido de la garganta y las cuerdas
uno con otro se entrelazan y mezclan.
Para los tarareos yo soy caso perdido:
cierto que me cosquillean en torno a los oídos,
pero no me penetran hasta el corazón.
LAS ESFINGES. ¡No hables del corazón! Es inútil;
un arrugado odre de cuero
es lo que más pega con tu cara.
FAUSTO [que se acerca].
¡Qué maravilla! El espectáculo me deleita,[444]
pues en lo estrafalario veo rasgos grandes y valiosos.
Ya presiento una suerte favorable;
¿adonde me transporta esta solemne visión?
[Refiriéndose a las esfinges.]
Ante una así estuvo en su día Edipo.
[Refiriéndose a las Sirenas.]
Ante éstas se debatió Ulises entre sus ligaduras de cáñamo.
[Refiriéndose a las hormigas.]
Unas como éstas almacenaron el tesoro más grande.
[Refiriéndose a los grifos.]
Y éstos, de una fidelidad sin falla, lo guardaron.
Me siento invadido por un nuevo espíritu;
grandiosas figuras y grandiosos recuerdos.
MEFISTÓFELES.
En otra ocasión hubieras ahuyentado a esta tropa,
pero ahora parece caerte bien,
pues en donde uno anda buscando a la amada
hasta ios monstruos son bienvenidos.
FAUSTO [a las esfinges].
Vosotras, figuras de mujer, no podéis negarme la palabra:
¿alguna de vosotras ha visto a Helena?
LAS ESFINGES. Nosotras no llegamos hasta su tiempo,[445]
a las últimas de nuestra especie las mató Hércules.
Pero podrías enterarte por Quirón;[446]
anda trotando por ahí en esta noche de espectros;
si se para a ayudarte, mucho habrás adelantado.
LAS SIRENAS.
¡Pero falta no te haría!
Cuando Ulises vino a vernos
pasó sin prisa y denuestos,
mucho contar él sabía;
todo a ti se te diría
si nuestro reino eligieras
y al verde mar tú vinieras.
ESFINGE. Noble señor, no te dejes engañar.
En lugar de dejar que te aten como a Ulises,
deja que te aten nuestros buenos consejos;
si puedes hallar al eximio Quirón,
te enterarás de lo que te he prometido.
[Fausto se aleja.]
MEFISTÓFELES [disgustado].
¿Qué pasa allí arriba graznando con batir de alas
tan rápido que no se puede llegar a ver
y de modo incesante uno tras otro?
Fatigaría a cualquier cazador.
LAS ESFINGES. Comparables al temporal del viento invernal
apenas alcanzables por las flechas de Alcides,[447]
son las raudas Estinfálidas,
y bien intencionado su saludo graznado
con su pico de buitre y sus pies de ganso.
Mucho les gustaría en nuestros círculos
poder mostrarse como parientes de nuestro linaje.
MEFISTÓFELES [que parece intimidado].
Aún hay otra cosa silbando por ahí.
LAS ESFINGES. ¡No tengáis miedo de ésas!
Sólo son las cabezas de la serpiente de Lerna[448]
desgajadas de su tronco, que se figuran ser algo.
Mas decidnos: ¿qué es lo que os pasa?
¿Por qué esos inquietos ademanes?
¿Adonde queréis ir? ¡Marchaos, pues!
Ya veo, es aquel coro de allí
el que tanto os hace volver el cuello. No os violentéis,
¡id allí! ¡Saludad a esos rostros tan bellos!
Son las Lamias,[449] finas y apetecibles rameras
de boca sonriente y rostro descarado,
tal como les gusta a los sátiros.
Allí un pie de chivo puede atreverse a todo.
MEFISTÓFELES.
¿Pero os quedaréis para que pueda volver a encontraros?
LAS ESFINGES. ¡Sí! ¡Mézclate con esa alegre chusma.
Desde nuestros tiempos de Egipto estamos ya habituadas
a reinar desde el trono durante miles de años.
Y si respetáis nuestra posición,[450]
regularemos los días lunares y solares.
Ante las pirámides estamos
para juicio supremo de los pueblos;
vemos inundaciones, guerras y paces…
y nuestro rostro no alteramos.