EL MONO AZUL
UNA de las primeras y fundamentales acciones de María Teresa León durante el periodo bélico fue la fundación de la revista El Mono Azul, «Hoja semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la defensa de la cultura». En su primer número, de fecha 27 de agosto de 1936, figuraban como responsables de la publicación, además de nuestra escritora, José Bergamín, Rafael Dieste, Lorenzo Varela, Rafael Alberti, Antonio Luna, Arturo Souto y Vicente Salas Viu. «En medio de este va y viene -relata María Teresa- nació El Mono Azul, en la biblioteca de la Alianza. No sé si fue José Bergamín quien la bautizó, jugando con el nombre popular que se dada al traje azul de trabajo. De mono azul vestían nuestras primeras Milicianas Populares y nuestro El Mono Azul estaba destinado a los combatientes»[266].
De El Mono Azul, revista de evidente finalidad política y revolucionaria, se editaron 47 números desde 1936 hasta febrero de 1939. Como publicación literaria abarcaba todos los géneros y se dirigía al combatiente, le narraba los sucesos de la contienda, le instruía en prácticas militares y le informaba de la participación de los intelectuales extranjeros en la guerra. Entre los colaboradores más destacados, la publicación llegó a contar con Vicente Aleixandre, Antonio Machado, Ramón J. Sender, Miguel Hernández, Juan Gil-Albert, Luis Cernuda, Octavio Paz, Pablo Neruda, Sánchez Barbudo y César Vallejo. Pero además de las firmas consagradas, El Mono Azul solicitaba -como se anuncia en el primer número- colaboraciones de los propios soldados, y sus versos aparecían editados en la sección “Romances de guerra”. Así lo anunciaba Alberti en el semanario:
¡Salud!, mono miliciano,
lleno, inflado, no vacío,
sin importarte ni pío
no ser jamás mono-plano.
Tu fusil
también se cargue de tinta
contra la guerra civil.
En El Mono Azul, María Teresa publicó cuentos revolucionarios, en la línea del realismo socialista con finalidad didáctico-social, como «El barco» (núm. 1, 27 de agosto de 1936), «Una estrella roja» (núms. 5-6, 24 de septiembre y 1 de octubre de 1936) o «De muerte a muerte» (núm. 28, 12 de agosto de 1937), además de artículos de contenido tan variado como la defensa de Madrid («Palabras mágicas», núm. 15, 11 de febrero de 1937), el protagonismo de la mujer popular en momentos de guerra («A las mujeres españolas», núm. 13, 19 de noviembre de 1936), el recuerdo del autor de La madre «En el primer aniversario de la muerte de Gorki. Cómo conocí al gran escritor soviético» (núm. 28, 24 de junio de 1937), la conmemoración del Día del Trabajo («1.º de mayo», núm. 16, 1 de mayo de 1937), su magnífico trabajo «Gato por liebre» sobre el teatro (núm. 36, 14 de octubre de 1936) y su evocación de César Vallejo, fallecido por esas fechas: «César Vallejo, el gran poeta peruano, ¡ha muerto!» (núm. 45, mayo de 1938).
La escritora riojana no faltaría a la cita con otras publicaciones de guerra que solicitaron su colaboración, y así podemos encontrar su firma en revistas como Ayuda. Semanario de Solidaridad, Nueva Vida, Defensa Nacional y Boletín de Orientación Teatral, además de su participación, como se verá más adelante, en esa gran obra que fue la Crónica General de la Guerra Civil, publicada por la Alianza en 1937.