LA REVISTA OCTUBRE

YA en España, María Teresa y Rafael, aprovechando la reciente aprobación de la Ley de Divorcio, formalizaron su relación. El 24 de julio de 1933, la escritora conseguía la separación legítima de Gonzalo de Sebastián Alfaro por sentencia del Juzgado de Burgos. Dos meses y medio después, el 5 de octubre, a las 11 de la mañana, contraía matrimonio con Rafael Alberti en el Registro Civil de Madrid, en el distrito de Moncloa, con doña Oliva Goyri como único testigo. En el acta matrimonial quedó consignada la profesión de «escritor» para ambos cónyuges. «Ya no estoy sola -había confesado María Teresa en su primera despedida familiar-, ya no me contesta el eco cuando hablo en voz alta. Empiezo, empiezo por mi cuenta y riesgo la vida».

El otro paso que dio la pareja fue afiliarse al Partido Comunista y emprender una intensa actividad literaria y política en esa dirección. María Teresa comenzó a colaborar en El Heraldo de Madrid, enviando regularmente, entre mayo y agosto de 1933, doce artículos y crónicas en las que iba narrando los conocimientos adquiridos en su viaje por Europa y, sobre todo, la intensa experiencia teatral vivida en la Unión Soviética: «Dos siglos de teatro ruso», «Panorama de los teatros de Moscú», «Actores y escuelas de técnica teatral», «Alemania en Moscú-Erwin Piscator»… Con ello, dejaba más que justificado el pleno aprovechamiento de la beca concedida año y medio atrás por la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, organismo de crucial importancia para el desarrollo de la ciencia y la cultura españolas a través de un programa muy activo de intercambios y becas para estudiar en los países más modernos de Europa; una institución modelo que presidía desde su creación en 1907 Santiago Ramón y Cajal y que contaba entre sus vocales -valga el apunte- con Ramón Menéndez Pidal.

Pero la gran aventura que la autora de Juego limpio emprendió ese año junto a su compañero y ya su esposo fue la fundación de la revista Octubre. Órgano de los Escritores y Artistas Revolucionarios, que se convertiría en plataforma de los escritores en defensa de la cultura y cuyo primer número apareció en junio de 1933. De la historia de esta publicación, así como de su repercusión en la época y de los contenidos y firmas que fueron nutriendo sus páginas, hay una amplia documentación y numerosos testimonios escritos. También hay curiosidades que ayudan a entender las peculiaridades de una revista de cuya venta, dada su naturaleza, ningún quiosquero de Madrid quería responsabilizarse, lo que supuso para sus creadores la distribución manual entre las amistades o la entrega directa por las calles de la capital voceando el nombre de la publicación. Sin embargo, de todas las opiniones y los recuerdos recogidos en torno a Octubre, creemos de máximo interés reproducir en estas páginas un texto mecanografiado por la propia María Teresa León en los años sesenta en el que daba cuenta, al detalle, de lo que supuso la revista en aquellos comienzos revolucionarios. El valor del documento, rescatado en 1996 por Gregorio Torres Nebrera en su libro Los espacios de la memoria, justifica su extensión: