9

Miguel

 

 

 

«Sí, m’hijita. ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué no te das una vueltecita por ahí y después veremos? La cosa está durísima, pero resiste, que no fuiste tan lejos para estar quejándote. Tómate tu tiempo para llorar y después levántate y ponte pa’ la lucha. Te dejo que esta llamada nos va a costar un dineral a ti y a mí. Ya sabes que estos sala’os en Cuba hacen pagar las llamadas recibidas. Y desde Italia, deja que llegue la cuenta.»

Así hablaba Roberta dentro del turitaxi cuando fui a recogerla al aeropuerto hace quince días. Como siempre ocupó el asiento trasero a mi lado. Cuando dejó de hablar, cerró el aparatico, tan pequeño que cabía en la palma de su mano. «Ay, María. Este celular no es el último grito» –dijo, alargándomelo e insistiendo en que no era nuevo.

La primera vez que recogí a Roberta en el aeropuerto –ya lo dije-, íbamos en el auto del papá de Miguel. Esa vez yo curioseaba la grabadora que reproducía la música en CD. Hasta ese momento las grabadoras en Cuba eran de cassette. Por ese aparato que reproducía música en CD, Roberta pagó veinticinco dólares -cincuenta mil liras en Italia-, y estuvo casi tres horas en la aduana donde por poco le hacen pagar el doble. Miguel manejaba dando apariencia de cero sorpresa cuando era imposible. Todo en Roberta era sorprendente, increíble, a partir de sus ropas: vestido azul fino y escotado, botas con punta fina y tacón alto, finísimo. La bolsa de piel negra, una imitación de Prada, baratija china, me dijo.

Por un buen rato estuve hablándole de boberías, intentando desviar la respuesta a su pregunta sobre Luisito.

-¿Sabes que me escribió sólo una vez? ¿Por qué no vino a recibirme?

Luisito estaba ingresado en los cocos y yo no deseaba amargar a Roberta, por eso le dije que estaba en un campismo. Ay, Roberta, disfruta de la brisa tibia de este país, de estos olores tropicales envueltos con el humo que desprenden los tubos de escape de los autos, estos olores añorados en tus cartas, le decía.

-¿Campismo? Prefiere irse de campismo antes que saludarme? –Estas palabras las pronunció rayando en el disgusto. Miguel hizo una mueca sin apartar las manos del timón. Para entonces yo ya había notado lo desagradable que le resultaba la voz de Roberta, una voz afectada que se había traído de Italia. Sin ese detalle nadie hubiera sospechado...

El pintor: Siempre te amaré
titlepage.xhtml
part0000_split_000.html
part0000_split_001.html
part0000_split_002.html
part0000_split_003.html
part0000_split_004.html
part0000_split_005.html
part0000_split_006.html
part0000_split_007.html
part0000_split_008.html
part0000_split_009.html
part0000_split_010.html
part0000_split_011.html
part0000_split_012.html
part0000_split_013.html
part0000_split_014.html
part0000_split_015.html
part0000_split_016.html
part0000_split_017.html
part0000_split_018.html
part0000_split_019.html
part0000_split_020.html
part0000_split_021.html
part0000_split_022.html
part0000_split_023.html
part0000_split_024.html
part0000_split_025.html
part0000_split_026.html
part0000_split_027.html
part0000_split_028.html
part0000_split_029.html
part0000_split_030.html
part0000_split_031.html
part0000_split_032.html
part0000_split_033.html
part0000_split_034.html
part0000_split_035.html
part0000_split_036.html
part0000_split_037.html
part0000_split_038.html
part0000_split_039.html
part0000_split_040.html
part0000_split_041.html
part0000_split_042.html
part0000_split_043.html
part0000_split_044.html
part0000_split_045.html
part0000_split_046.html
part0000_split_047.html
part0000_split_048.html
part0000_split_049.html
part0000_split_050.html
part0000_split_051.html
part0000_split_052.html
part0000_split_053.html
part0000_split_054.html
part0000_split_055.html
part0000_split_056.html
part0000_split_057.html
part0000_split_058.html
part0000_split_059.html
part0000_split_060.html
part0000_split_061.html
part0000_split_062.html
part0000_split_063.html
part0000_split_064.html
part0000_split_065.html
part0000_split_066.html
part0000_split_067.html
part0000_split_068.html
part0000_split_069.html
part0000_split_070.html
part0000_split_071.html
part0000_split_072.html
part0000_split_073.html
part0000_split_074.html
part0000_split_075.html
part0000_split_076.html
part0000_split_077.html
part0000_split_078.html
part0000_split_079.html
part0000_split_080.html
part0000_split_081.html
part0000_split_082.html
part0000_split_083.html
part0000_split_084.html
part0000_split_085.html
part0000_split_086.html
part0000_split_087.html
part0000_split_088.html
part0000_split_089.html
part0000_split_090.html
part0000_split_091.html
part0000_split_092.html
part0000_split_093.html
part0000_split_094.html
part0000_split_095.html
part0000_split_096.html
part0000_split_097.html
part0000_split_098.html
part0000_split_099.html
part0000_split_100.html
part0000_split_101.html
part0000_split_102.html
part0000_split_103.html
part0000_split_104.html
part0000_split_105.html
part0000_split_106.html
part0000_split_107.html
part0000_split_108.html
part0000_split_109.html
part0000_split_110.html
part0000_split_111.html
part0000_split_112.html
part0000_split_113.html
part0000_split_114.html
part0000_split_115.html
part0000_split_116.html
part0000_split_117.html
part0000_split_118.html
part0000_split_119.html