bueno, por un momento saboreé la victoria y noté que el poder teme al escándalo. Desde entonces hace casi cinco años que llego temprano, a eso de las siete, espero para entrar, sacudo mi silla (no vaya a ser que tenga brujería), me pongo el delantal y comienzo mi producción que ahora es poner numeritos a los calzados. Después espero la merienda-desayuno, escucho las sonoras voces de los trabajadores y el concierto de las máquinas en movimiento; almuerzo arroz con frijoles, hago negocios (para mojarme debo salpicar a los otros); hasta que llega un día como hoy y esta armonía cotidiana se interrumpe con el rin rin del teléfono, y se escucha la voz chillona de la jefa de personal que me llama.
-Es para ti. Dicen que es del Calixto García. Tu padre está hospitalizado.