SESENTA Y UNO

H

unter siguió las indicaciones de Steven y se reunió con él en las afueras de la fábrica abandonada en Gardena.

—¡Jesús! ¿Qué diablos te ha pasado? —le preguntó Steven en cuanto vio la cara magullada de Hunter.

—Es una larga historia. ¿Qué tenemos aquí?

Steven le dio a Hunter unos prismáticos.

—Allí, en la parte trasera del edificio.

Hunter miró en la dirección que Steven le había indicado.

—Está demasiado oscuro. ¿Qué carajo se supone que estoy mirando?

—Cerca de la pared norte. Justo allí —dijo Steven señalando hacia el edificio principal nuevamente.

—Espera… ¿es una furgoneta? —preguntó Hunter un poco más excitado.

—Es la furgoneta de Rey-T. Cuatro de sus hombres y él aparcaron allí hace una hora y media y entraron por la puerta subterránea que hay en la parte trasera del edificio. Llevaban un pequeño arsenal con ellos.

El interés de Hunter crecía.

—¿De dónde viene todo esto?

—No lo sé, pero hemos dividido el equipo de vigilancia en dos. Un equipo estaba vigilando a Rey-T y el otro siguió a su mano derecha hasta aquí, el musculitos gigante.

—¿Sí, y?

—Bueno, en los últimos días ha pasado algo. Han estado buscando algo o a alguien como locos. Lo que sea que han estado buscando creo que es esto.

Hunter volvió a echar otro vistazo a la parte trasera del edificio principal. Rey-T no sabe que la primera víctima no es Jenny, pensó. Ha perseguido al asesino y puede que haya encontrado algún tipo de pista.

—¿Dónde está el resto del equipo de vigilancia?

—Lo he disuelto. Me dijiste que ya no hacía falta vigilar a tu amiguito el traficante. Te estoy enseñando esto porque pensé que te podría interesar. He venido solo.

—Antes de irte, ¿dónde han ido exactamente?

—¿Ves ese pequeño camino en la parte trasera del edificio? —Señaló hacia la fábrica una vez más—. Síguelo. Han ido por ahí, pero estás loco si piensas ir solo. ¿Dónde está tu nuevo compañero?

Hunter dudó durante unos segundos.

—Ya viene —dijo con un tono no muy convincente.

—¿Quieres que pida refuerzos?

—No. Estaré bien. —Hunter sabía que al capitán Bolter le daría un ataque si llamaba pidiendo refuerzos después de la conversación de antes.

—Como quieras.

Hunter observó a Steven meterse en el coche camuflado de policía e irse.

—¿Qué mierda estoy haciendo?, dijo en voz alta mientras revisaba el arma. —¿No has tenido suficiente acción por hoy, Robert?— Sacó una linterna pequeña de la guantera y empezó a caminar por el pequeño camino que Steven le había indicado.