UNO

Viernes, 5 de agosto, 10:25 A.M.

-S

í… Detective Hunter al teléfono.

—Hola, Robert, tengo una sorpresa para ti.

Hunter se quedó paralizado; la taza de café casi se le cae. Conocía muy bien esa voz metálica. Sabía que cuando esa voz le llamaba solo significaba una cosa: un nuevo cadáver mutilado.

—¿Has sabido algo de tu compañero últimamente?

En vano, los ojos de Robert buscaron rápidamente a Carlos García por la habitación.

—¿Sabe alguien algo de García? —gritó en toda la oficina después de apretar el botón de silencio de su teléfono móvil. Los demás detectives se intercambiaron una mirada silenciosa y desconcertante. Hunter pudo saber la respuesta antes de oírla.

—No desde ayer —respondió el detective Maurice, haciendo un gesto de negación con la cabeza.

Hunter pulsó el botón de silencio nuevamente.

—¿Qué le has hecho?

—¿Me vas a prestar atención ahora?

—¿Qué le has hecho? —exigió saber Hunter con voz firme.

—Como he dicho, es una sorpresa, Robert —le dijo la voz metálica riendo—. Pero te daré una oportunidad para que marques la diferencia. Puede que esta vez te esfuerces más. Ve al cuarto de lavandería que hay en el 122 de Pacific Alley, en Pasadena Sur, durante la próxima hora. Si traes refuerzos, muere. Si no llegas en una hora, muere. Y créeme, Robert, será una muerte muy lenta y dolorosa.

La línea se cortó.