VEINTIDOS

L

ucas recargó la página web en la pantalla del ordenador.

—Están corriendo.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó García.

Lucas señaló la pantalla: «Estado de carrera: corriendo».

Todos permanecieron inmóviles; todas las miradas estaban fijas en la pantalla del ordenador de Lucas como si pudieran ver la carrera. Durante un instante, parecía que nadie respiraba. García acomodó el peso de su cuerpo sobre la pierna izquierda, pero no se encontraba cómodo en ninguna posición. La tensión en la oficina se podía palpar.

Hunter empezaba a impacientarse. No le gustaba. ¿Por qué se le había dado al asesino por jugar? ¿Sabía el asesino que uno de los detectives jugaba?

La voz del detective Maurice rompió el silencio de la habitación.

—Recarga la página —dijo con excitación.

—Solo han pasado diez segundos desde el comienzo de la carrera.

—Recárgala de todas formas.

—Ok, ok. —Lucas hizo clic en el explorador. La página web se recargó en menos de un segundo—. «Estado de carrera: corriendo». ¿Lo ves? Aún no están los resultados.

La ansiedad hacía que todos se sintieran incómodos. Empezaban a ponerse nerviosos, pero las miradas seguían clavadas en la pantalla del ordenador de Lucas. Los segundos parecían horas. García empezó a masajearse la frente y las sienes. Maurice acababa de comerse la uña de uno de los pulgares y ya se había pasado al otro. Hunter no había dicho ni una palabra desde que la carrera había empezado.

—¿No podemos llamar al canódromo y explicarles que alguien morirá si el perro número cinco no gana? —sugirió el detective Maurice.

García se rió.

—Claro, por supuesto, jamás pensarán que se trata de un jugador chiflado que ha apostado en la carrera los ahorros de toda su vida. Piensa en ello.

Maurice se dio cuenta de lo estúpida que había sonado su sugerencia.

Lucas recargó la página de nuevo. Aún no estaban los resultados.

—Esto está empezado a tardar demasiado, ¿no? Han pasado dos minutos desde que empezó la carrera —dijo García con una mirada de preocupación.

—Lo sé, y no me gusta —repuso Lucas.

—¿Por qué no, por qué no? —preguntó Maurice, incapaz de contener su preocupación.

—Generalmente, cuando tarda tanto significa que el resultado ha pasado a los jueces, dos o más perros han cruzado la línea de meta juntos, así que tienen que ver la fotografía para decidir quién es el ganador. Si no diferencian los perros, pueden declarar un empate múltiple.

—¿Qué diablos es un empate múltiple?

—¿Sabes algo sobre carreras, García? Es un empate en el que se declara ganador a dos perros o más.

—¿Y entonces qué pasa? —La pregunta de García fue directa a Hunter, que no tenía respuesta.

Volvió a hacerse el silencio en la habitación y todo el mundo giró hacia la pantalla de ordenador. Maurice había dejado de morderse las uñas y tenía las dos manos metidas en los bolsillos en un intento por conseguir que dejaran de temblarle.

—Déjame que lo intente una vez más. —Lucas hizo clic con el ratón y esperó. La página reapareció en la pantalla, esta vez con un resultado.