TREINTA Y DOS

D

arse cuenta de que el asesino había estado en el Vanguard Club solo unos días antes, hizo que a Hunter le hirviera la sangre. Decidió quedarse por allí un rato. El asesino estuvo allí, había tocado cosas, dejado que otros lo miraran, incluso que hablaran con él. De algún modo se las había apañado para drogar a Jenny entre la sala VIP y el baño de señoras. Y luego la sacó del club sin parecer sospechoso, ¿o si lo pareció?

Hunter le dio a García en el hombro para atraer su atención y señaló al techo.

—¿Ves lo que estoy viendo?

García levantó la mirada y siguió el dedo índice extendido de Hunter.

—¡CCTV!

—Bingo.

—Disculpe —dijo Hunter, acercándose al portero que había junto a la salida de incendios—. ¿Dónde está la sala del CCTV? —le preguntó enseñándole al musculitos la placa.

—En la planta de arriba, junto a la oficina del encargado.

—¿Puede enseñarme dónde es? Necesito echar un vistazo a algunas de las cintas.

Los dos detectives siguieron al portero entre la gente que bailaba y se dirigieron hacia la zona oeste del club. Una estrecha escalera los llevó a un pequeño pasillo de la siguiente planta. Se acercaron a la segunda puerta, justo donde había un cartel que decía «SALA DE CONTROL». En el interior había un único guardia sentado y rodeado de pantallas de televisión. Sostenía un periódico casi plegado en cuatro partes mostrando la sección de crucigramas. Hunter se fijó en que aún no había completado ni una sola palabra.

—¡Ey, Stu! —dijo el portero.

El guardia no apartó la mirada.

Shock emocional, seis letras, empieza por T, ¿tienes idea de lo que puede ser? —La punta del bolígrafo que tenía en la mano estaba totalmente mordida.

—Trauma. —La respuesta llegó de Hunter.

El guardia finalmente levantó la vista del periódico con expresión de sorpresa, solo entonces se dio cuenta de que Tarik no estaba solo. Dejó el periódico y se reincorporó en la silla. Hunter se encargó de las presentaciones y de los rituales de placa.

—Primero tengo que verlo con el encargado —dijo Stu, cogiendo el teléfono después de que Hunter le explicara el motivo de su visita no anunciada. Hunter no puso ninguna objeción y escuchó mientras el guardia le explicaba rápidamente la situación por teléfono a su superior.

—Está bien, señor. Esperaremos —dijo, y colgó el teléfono.

—¿Y? —preguntó Hunter.

—Ya viene.

Hunter examinó los monitores de televisión que había delante del mostrador de Stu.

—¿Cuántas cámaras hay en total?

—Una en cada barra, otra en la entrada de la pista de baile, otra en la salida de incendios, dos en el patio, otra en la entrada del club, una en cada uno de los dos pasillos que van a los baños, tres en la pista de baile y dos en la sala VIP —dijo Stu, señalando los diferentes monitores con cada cámara que mencionaba.

La puerta se abrió y un hombre bajito entallado en un traje a rayas inmaculado entró. Medía un metro sesenta y siete aproximadamente y el acné de sus años de juventud le había dejado la cara agujereada como una esponja. Sus gruesas cejas hacían que pareciera un personaje de dibujos animados. Se presentó como Tévez López, encargado de seguridad.

—Necesitamos ver todo el metraje del CCTV desde el viernes pasado —dijo Hunter sin perder el tiempo en explicaciones frívolas.

—¿Qué es lo que buscan exactamente?

—El viernes pasado secuestraron a una chica. Tenemos razones para pensar que podrían haberla secuestrado en el club. Necesitamos comprobar todas las cintas.

Tévez y Stu se miraron durante un momento con cara de preocupación.

—Puede que tengamos un problema, detective —dijo Tévez.

—¿Por qué?

—Solo guardamos las grabaciones durante dos días, puede que tres; las del viernes pasado se han borrado.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó García frustrado.

—No hay motivos para guardarlas —dijo Tévez como de forma casual—. Si esa noche no hubo problemas, ni peleas, ni faltaba dinero en la caja, ni hubo ningún incidente con drogas, no vemos necesidad de guardar las cintas. Como ve, detective, en estos tiempos todo es digital. Tenemos unas treinta cámaras grabando algo así como de doce a quince horas cada noche y eso ocupa una barbaridad de espacio en el disco duro. Una vez que comprobamos que la noche ha transcurrido sin problemas, las borramos para hacer espacio para las grabaciones nuevas.

Los dos detectives se quedaron perplejos ante la afirmación de Tévez. Con toda seguridad, el único metraje del asesino había sido borrado para guardar espacio en el disco duro. Hunter sabía que nunca tendría una oportunidad así. Se dio la vuelta y miró los monitores.

—¿No tienen una copia grabada? —preguntó García.

—Como he dicho, no hay necesidad.

—Espere, ¿puede hacer zoom con esa cámara? —Hunter señaló hacia el monitor superior izquierdo.

—Claro. —Stu giró un mando de la mesa y la imagen del monitor amplió el zoom tres veces.

—¿Quién es? —dijo Hunter señalando al chico de pelo largo que estaba sentado en la sala VIP. Rey-T y Jerome estaban sentados frente a él.

—Es Pietro, uno de nuestros camareros, pero no debería estar en la sala VIP —contestó Tévez.

—Tenemos que hablar con él.

—¿Quiere que lo llame ahora?

Hunter examinó la sala de control. No era un lugar apropiado para una entrevista.

—¿Tiene otra habitación que podamos utilizar?

—Pueden utilizar mi oficina, está al final de pasillo.

—Espere a que termine de hablar con quienquiera que esté hablando y llámelo. Esperaremos en su oficina. —Hunter no quería que Tévez supiera que ya habían conocido a Rey-T.

La oficina de Tévez era pequeña pero estaba bien decorada. En la pared del fondo había una mesa de caoba. A la derecha, un acuario iluminado con neones le daba a la oficina un toque personal. Una variedad de estanterías llenas de fotografías y libros cubrían totalmente la pared este. La fuerte música de la pista de baile estaba amortiguada, pero aún era audible, haciendo que el suelo temblara bajo sus pies levemente pero de forma constante. Llevaban cinco minutos esperando cuando Pietro entró a saludarlos.

—El Señor López ha dicho que querían hablar conmigo —dijo Pietro tras las típicas presentaciones.

—Cierto. Su conversación con el señor Preston, ¿sobre qué era? —Hunter no vio motivo para andarse por las ramas.

La mirada en el rostro de Pietro les hizo saber que no había reconocido el nombre.

—Rey-T, tu conversación con Rey-T. —le aclaró García.

—¿Era sobre esta chica? —Hunter le mostró la foto de Jenny.

Pietro estaba visiblemente nervioso. De repente, Rey-T y la poli le hacían preguntas sobre Jenny.

—Sí, quería saber si había hablado con ella el viernes pasado.

—¿Y lo hizo?

—Sí, brevemente.

—¿Recuerda a qué hora?

—Eran alrededor de las dos de la mañana.

—¿De qué hablaron?

—Pietro se sentía como si fuera un episodio de «La Dimensión Desconocida». Rey-T le acababa de hacer las mismas preguntas.

—Nada importante. Parecía cansada, así que le pregunté si quería un trago. Solo hablamos un minuto. Tenía que seguir atendiendo a los clientes.

—¿Se tomó ese trago?

—Mío no, ya tenía una copa de champagne.

—¿Se fue después de hablar con usted?

—No en el momento, se quedó en la barra un rato. Dijo que necesitaba un descanso de la fiesta. Como he dicho, parecía cansada.

—¿Se fijó si habló con alguien?

Nuevamente, las mismas preguntas que las de Rey-T.

—Jenny es una chica muy atractiva. Una mujer así, sola en la barra un viernes por la noche, es como un imán para los hombres, así que los tipos siempre se le acercan, pero estaba ese hombre…

—¿Qué pasa con él?

—Parecía diferente. Para empezar, llevaba un traje que parecía muy caro. Nadie aquí lleva trajes así, excepto los jefes y algunos invitados de la sala VIP, especialmente los viernes y sábados por la noche. Parecía que estaba intentado ligar con ella, pero su gozo en un pozo.

—¿Cómo lo sabe?

—No es el estilo de Jenny. Habla y flirtea con todo el mundo, chicos y chicas, pero no es tipo de chica con la que ligas en un club. Habló con ella un rato y luego se fue.

—¿Cómo era este chico?

—No sabría decirle. Solo recuerdo que era alto y que iba muy bien vestido, pero aparte de eso… —Pietro negó con la cabeza—. No soy bueno con las caras.

—¿La vio hablar con alguien más?

—Que yo recuerde, no, pero una vez más, era noche de viernes, estaba muy ocupado para fijarme.

—¿Recuerda si ha visto a ese chico alto y bien vestido aquí… antes o después del viernes?

—Lo siento. —Una nueva negación con la cabeza—. Si lo he visto, no me quedé con él. El único motivo por el que lo recuerdo es porque lo vi hablando con Jenny.

—¿Sabe si se fueron juntos?

—No lo vi. Pero como he dicho, no es el estilo de Jenny.

—¿Parecía colocada o bebida?

—En absoluto, solo cansada.

—Hunter sacó una tarjeta del bolsillo de su chaqueta de cuero gastada.

—Si alguna vez vuelve a ver a ese chico, deje lo que sea que esté haciendo y llámeme, ¿entendido?

—Sí, claro. —Rey-T le había pedido exactamente lo mismo.

—Mi número de teléfono está en la parte de atrás.

Pietro examinó las dos caras de la tarjeta que Hunter le había dado y la guardó en el bolsillo.

—¿No está bien, verdad? —preguntó con afecto en el tono de voz.

Hunter dudó un instante, pero revelarle la verdad haría que Pietro estuviera más dispuesto a ayudar.

—Está muerta.

Pietro cerró los ojos un momento. Le resultaba difícil creer que nunca volvería ver la sonrisa de Jenny ni sus ojos cálidos. Nunca más volvería a oír su dulce voz.

—¿Creen que fue el tipo alto quien lo hizo?

—No lo sabemos, pero parece que fue el último que habló con ella.

Pietro asintió como si entendiera lo que tenía que hacer.