La elección entre analógico y digital
El audio analógico (que, en tu labor de DJ, es el que utilizas cuando pinchas discos en un giradiscos) escuchado a través de un equipo de sonido adecuado puede sonar más cálido (más agradable, con una sensación de profundidad) que un CD original escuchado en el mismo equipo de sonido. Pero la fragilidad del vinilo, que con el tiempo sufre rayas, crujidos y saltos, es un defecto que (en mi opinión) da a la música editada digitalmente en CD cierta ventaja sobre el audio analógico.
Una edición en CD sólo suena distinta si se utiliza un equipo de sonido distinto para reproducirla. Un CD nunca se desgasta, nunca se degrada y, mientras tengas cuidado de no dejar que la superficie se raye demasiado, no tienes por qué preocuparte de que salte.
Los MP3 grabados en CD son otro asunto. Para que el tamaño de los archivos digitales no crezca demasiado, los MP3 están muy comprimidos, mediante la eliminación de las frecuencias más bajas y las más altas que, de entrada, tampoco eran audibles.
Del nivel de compresión depende cómo de bien acabe por sonar
la música. Si ésta se comprime mucho y se eliminan demasiadas
frecuencias de audio para que el archivo sea pequeño, la música
puede sonar como si se hubiese grabado bajo el agua. Sin embargo,
con un ajuste de compresión adecuado (yo recomiendo 192 kilobits
por segundo estéreo como mínimo, pero 320 kilobits estéreo es
preferible) y un buen equipo de sonido, puede ser casi imposible
notar la diferencia.
Se puede grabar un MP3 en CD en formato MP3, lo que hace que quepa mucha más música en el disco (pero comprueba antes si tu lector de CD puede leer MP3), o se pueden “reconvertir” los MP3 y grabarlos en un CD convencional. No obstante, esta “reconversión” no transforma un MP3 en música de calidad CD. Lo único que hace es que se pueda leer el MP3 en un lector de CD normal; si sonaba mal antes, seguirá sonando mal...